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¿Tú también crees que perteneces a la auténtica generación perdida?
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

¿Tú también crees que perteneces a la auténtica generación perdida?

Dice mi amigo John que la crisis y sus derivadas laborales han traído consigo un antitrofeo por el que compiten casi todas las franjas de edad:

Dice mi amigo John que la crisis y sus derivadas laborales han traído consigo un antitrofeo por el que compiten casi todas las franjas de edad: el de alzarse como la auténtica generación perdida. Y las pasadas Navidades he tenido la ocasión de comprobarlo, rodeada de opiniones de familiares, amigos y demás especies.

Veamos. Uno se encuentra con que los veinteañeros se quejan de que no encuentran trabajo ni lo van a encontrar. "Los periódicos dicen que somos la generación más preparada de la historia pero que, hagamos lo que hagamos, no hay sitio para nosotros en el mercado laboral. Y nos llaman la generación perdida". Así que se dedican a pedir la paga, salir noche tras noche y quejarse de que Fulanito tiene el último modelo de iPod y ellos no.

Los de 30 insisten en que la sociedad les ha condenado a ser eternos mileuristas. "No nos podemos pagar una casa. Irnos a vivir con nuestra pareja implica bajar el nivel de vida. En la empresa te dicen que vale, que te ascienden, pero con más responsabilidad y el mismo sueldo. Así no hay quién viva. Somos la generación perdida". Y se van a esquiar con sus amigos con la esperanza de preservar el espíritu de Peter Pan por los siglos de los siglos.

Con vuestro permiso, me salto un par de generaciones para escuchar a los ancianos de la tribu. "Con esta pensión, no se llega a ningún sitio y, además, acabarán rebajándonosla. Llevamos toda la vida peleando por los hijos y, ahora, apenas se dignan a venir por Navidad". Al menos, ellos no presumen de ser la generación perdida.

Y, en todo este lío, ¿qué pasa con los de 40? Pues, si repasamos el suplemento que El Mundo publicó el domingo sobre los 500 más poderosos de 2011, observamos con estupefacción que apenas se cuela nadie con menos de 50. Bueno, sí, varios políticos –encabezados por Zapatero, Soraya Sáenz de Santamaría y Carmen Chacón-, deportistas –Pau Gasol y Rafa Nadal- y actores –Penélope Cruz y Javier Bardem-. Pero, ¿qué pasa en el mundo de la empresa? Todos superan los cincuenta y tantos.

Esta tesis la refuerza Expansión el miércoles con un artículo que titula: "Pablo Isla rejuvenece el Ibex 35". Y viene a decir que Isla, con 47, al sustituir a Amancio Ortega –de 75- al frente de Inditex, engorda la lista de hasta la fecha tres primeros ejecutivos con menos de 50 del índice bursátil. A saber, José Manuel Entrecanales, Ángel Ron y Luis Maroto. Y añade: la edad media de los primeros ejecutivos de las empresas que componen el Ibex es de 60 años.

¿No seremos entonces los cuarentañeros la verdadera generación perdida? Los de 50/60, los que vivieron la Transición, están estupendos. Y se agarran a los puestos de poder con uñas y dientes. Es a ellos a quiénes les toca contratar y ascender ahora y muchos dicen que o prefieren a los de su edad –"los de 50 vienen con el colmillo más retorcido"- o a los de 30 –"que traen más ímpetu, entusiasmo y energía, cobran menos y tienen más recorrido"-.

Touché. Pero es que ahora viene el Gobierno con que no nos queda otra que jubilarnos a los 67. ¿Quéeee? Y, sobre todo, ¿cóoomoooo? No dudo que a esa edad estaremos en plenas condiciones físicas y mentales. Pero si no se nos permite ascender por puro efecto tijera y nos quedan diez segundos para ser considerados viejos para ser contratados, ¿dónde nos vamos a meter hasta entonces? Las cuentas no salen.

Ya sé, ya sé: estoy generalizando. Incluso exagerando un pelín. Porque todas las generaciones tienen motivos válidos para quejarse. Pero, como hoy en día es la mía la que parece estar más callada (corregidme si me equivoco), quiero romper una lanza por ella. Nuestros padres jamás se preocuparon de que tuviésemos una agenda propia (actividades extracurriculares, fiestas de cumpleaños…), pero ahora nos toca vivir por y para las de nuestros hijos pequeños. Un buen día ellos se hacen mayores, cumplen los 18 y esperan que seamos nosotros los que les busquemos la mejor carrera posible, se la paguemos y sigamos dándoles de comer sine die. Los hijos de otros cumplen los 30 y empiezan a avasallarnos en el trabajo. Y nuestros jefes de más de 50 nos dicen con una sonrisa de oreja a oreja que somos demasiado viejos para ese puesto al que aspiramos. Mientras nuestro presidente, el cuarentón más poderoso de España, dice que a currar hasta los 67.

Dice mi amigo John que la crisis y sus derivadas laborales han traído consigo un antitrofeo por el que compiten casi todas las franjas de edad: el de alzarse como la auténtica generación perdida. Y las pasadas Navidades he tenido la ocasión de comprobarlo, rodeada de opiniones de familiares, amigos y demás especies.

Trabajo Círculo de Empresarios