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¿Alguien se atreve a cocinar la manzana sin Steve Jobs?
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

¿Alguien se atreve a cocinar la manzana sin Steve Jobs?

A pesar de que tiene un sueldo de 900.000 dólares anuales y que, al menos durante un tiempo, va a dirigir los destinos de la segunda

A pesar de que tiene un sueldo de 900.000 dólares anuales y que, al menos durante un tiempo, va a dirigir los destinos de la segunda empresa por capitalización bursátil del mundo, Tim Cook (cocinero, en inglés) no me da ninguna envidia. ¿Por qué? Porque llenar los zapatos de Steve Jobs al frente de Apple, la compañía de la manzana, va a resultar todo menos fácil.

Y no porque le falten cualidades para hacerlo. Dicen de él que está sobradamente preparado para llevar el negocio a buen puerto y conseguir que los próximos lanzamientos (iPad2, iPhone5…) sean un éxito. Pero también dicen que le falta visión, brillantez, carisma. Todo eso que ha hecho de Jobs un icono de nuestro tiempo y que su problema de salud provocase el desplome bursátil de Apple. Jobs puede haber hecho muchas cosas bien, pero hay una al menos cuestionable: su nombre está intrínsecamente ligado al de la empresa. “Es el corazón y el cerebro de Apple”. “Es el CEO más imprescindible de nuestra era”. Estas frases son sólo algunas de las que se llevan oyendo toda la semana. Y por eso, Apple tiene un problema.

Así que pensando que algún día –esperemos que muy lejano- Jobs se jubilará definitivamente, se me ocurrió llamar a algunos amigos headhunters y preguntarles qué buscarían en el hombre llamado a suceder al carismático ejecutivo. Lógicamente, algunas respuestas son válidas para cualquier CEO: carisma, visión, autoridad moral, liderazgo integrador, track record consistente… Otras no tanto: haber liderado procesos de cambio, respeto a lo que se hereda sin renunciar a una evolución ordenada, escuchar un 80% y hablar un 20%, lealtad a los principios y valores…

Una respuesta interesante fue que “es bastante improbable encontrar una persona con una creatividad y capacidad de innovar como la del CEO de Apple, y lo mejor es que le sustituyese alguien que consiguiese que un montón de personas del equipo se pusiesen a pensar y a innovar, porque así es más probable que siguiesen surgiendo ideas brillantes sin depender de un genio”.

Y la que más me gustó: para no fracasar, el sucesor de Jobs no debería  apostar por una línea continuista, sino por un modelo de ruptura radical. “Habría que encontrar a alguien con la suficiente personalidad como para marcar su propia impronta y que estuviese dispuesto a tomar su propio camino, aunque pudiese equivocarse”.

Precisamente por esto último lo tendrá tan difícil Cook: tiene que asegurar que Apple camina en línea recta mientras todos esperan la vuelta de Jobs. Y los retos no son precisamente pocos. Sin ánimo de hacer una lista exhaustiva, Apple tendrá que frenar las arremetidas de gigantes como Google y Microsoft, que pisan cada vez más fuerte en su terreno. Tendrá que convencer a los consumidores y a los inversores de que todo va bien. Y no tendrá más remedio que ir sentando las bases del futuro aunque el corto plazo esté más o menos resuelto.

Pero sin duda el principal reto es convencer a tirios y troyanos de que Apple no es Jobs y Jobs no es Apple. O, lo que es lo mismo, desligar la marca de la empresa de la marca personal de su CEO. A una escala mucho más local, a todos nos vienen a la cabeza compañías bastante identificadas con sus primeros ejecutivos, como podrían ser Amancio Ortega e Inditex. Pero Ortega ha logrado una sucesión tranquila: no ha querido nunca el más mínimo protagonismo y ha preparado su marcha con todo cuidado. De este modo, Pablo Isla ha podido crear con tiempo su propio equipo y se ha preparado para llenar el enorme hueco que deja Ortega. El mercado parece haberlo entendido.

Apple también tiene un equipo ejecutivo fantástico y complementario entre sí. Pero, a diferencia de Ortega, Jobs ha acaparado todo el protagonismo, sin dejar brillar a los demás directivos con luz propia. Ha fomentado la imagen de lo que los americanos llaman a one man show (un espectáculo de un solo hombre), con todas sus consecuencias.

Ninguno de los fans de Apple queremos oír ni hablar de la jubilación de Steve Jobs (basta con mirar estos días los comentarios en distintos idiomas aparecidos en Twitter u otros foros). Pero mucho menos aún queremos oír hablar de que Apple pueda tener problemas. El directivo llamado a suceder a Jobs probablemente no tenga que ser su clon. Y es muy posible por lo que hemos leído estos días que la persona idónea sea Cook. En cualquier caso, a lo mejor ha llegado el momento de poner en valor todo lo que puede ofrecer Apple más allá de Jobs. Y así dejaríamos de oír frases como ésta: “El mayor riesgo en la historia de Apple es la salud de Jobs. El riesgo que procede de la competencia palidece a su lado”.

A pesar de que tiene un sueldo de 900.000 dólares anuales y que, al menos durante un tiempo, va a dirigir los destinos de la segunda empresa por capitalización bursátil del mundo, Tim Cook (cocinero, en inglés) no me da ninguna envidia. ¿Por qué? Porque llenar los zapatos de Steve Jobs al frente de Apple, la compañía de la manzana, va a resultar todo menos fácil.

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