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¿Qué pensarán de nuestro mundo corporativo en 2050?
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

Por
Sonia Franco

¿Qué pensarán de nuestro mundo corporativo en 2050?

Mi último vicio es confesable: Mad Men. No, no es que me haya dado por los hombres locos. Es que me he enganchado a la penúltima

Mi último vicio es confesable: Mad Men. No, no es que me haya dado por los hombres locos. Es que me he enganchado a la penúltima serie americana de culto, que muestra cómo era la vida en una agencia publicitaria de Madison Avenue en los sesenta, la época en que nació la publicidad moderna.

No tiene una trama trepidante –al menos, todavía: voy por el séptimo capítulo de la primera temporada-. Pero sorprende constantemente por su cuidada estética, sus brillantes (y chocantes) diálogos y, sobre todo, por los usos y costumbres del entorno laboral de la época. Mad Men tiene la virtud de mostrarnos simultáneamente cuánto hemos cambiado y que poco hemos cambiado desde entonces.

Hay cuatro cosas que chocan por encima de todas: los personajes fuman constantemente, beben sin parar en horario de oficina y desde primera hora de la mañana, son políticamente incorrectos y su actitud es claramente sexista. Las mujeres –con contadas excepciones- son secretarias y amas de casa que lucen curvas vertiginosas y complicada ropa interior cuyo principal papel es el de complacer a los hombres que tienen alrededor.

Las aventuras extramatrimoniales son normales, igual que las dobles vidas. Pero, en el fondo, los personajes se enfrentan a situaciones que no distan tanto de las de hoy: los caprichos de los jefes, los compañeros trepas, la necesidad de demostrar que son los mejores, la importancia de las buenas ideas…

Si dentro de cuarenta años a alguien se le ocurriese rodar una serie sobre el mundo corporativo de hoy en día, ¿cuáles serían los aspectos que más sorprenderían a los espectadores? Veamos.

-Que vayamos a la oficina. Dentro de unos años, las posibilidades de teletrabajo serán tales que a las oficinas sólo se irá para cuestiones puntuales, como una reunión con un cliente importante. La oficina no tendrá sitios para todos y nadie ocupará una mesa fija. Eso sí, habrá espacios abiertos para socializar y conocer mejor a los compañeros.

-Que usemos tanto papel. Toda la documentación será electrónica y se podrá acceder a ella desde cualquier sitio. No habrá que concienciar a nadie de la necesidad de cuidar el medioambiente.

-Que tengamos horarios y vacaciones. A los empleados del futuro se les encargará un trabajo y se esperará que lo cumplan. A nadie le importará las horas que empleen en ello ni cómo se organicen.

-Que los bonus estén tan poco ligados al desempeño. A medida que se desciende en la cadena de poder, la remuneración variable tiene más que ver con que los jefes cumplan objetivos que con el propio trabajo. Llegará un momento en que el salario esté prácticamente al cien por cien ligado a la productividad, porque habrá formas más coherentes de medirla. Si rindes lo que se espera de ti, estupendo. Si no, tendrás un problema.

-Que los directivos se ocupen de si Fulanito o Menganita se marchan antes. Los directivos tendrán un trabajo más complejo. Ni el absentismo laboral, ni el escaqueo en horas de oficinas serán un problema. Se impondrá una auténtica meritocracia, en la que el jefe deberá evaluar el trabajo real de cada uno. ¿Habrá sitio para los pelotas?

 -Que tengamos secretarias. Nuestro asistente será algún tipo de inteligencia artificial. Llegará un punto en que el ordenador o máquina personal podrá hacer todas las labores administrativas y llevar la agenda.

-Que dediquemos tres horas a comer con un cliente. ¿Interrumpir la jornada laboral para ponerse morados de cordero regado con vino? Resultará tan chocante como para nosotros que los personajes de Mad Men se sirvan el primer vodka nada más llegar a la oficina.

-Que los hombres vayan todos igual vestidos. ¿Traje y corbata? ¿Camisa blanca y castellanos? ¿Por qué? Los rígidos códigos de vestir tendrán menos cabida en un mundo con más teletrabajo.

-Que tengamos un móvil, varios fijos, un portátil, un PC, un GPS… Ellos tendrán un aparatito ¿plegable? que les servirá para todo.

-Que fumemos. ¿Qué hacen todas esas personas muertas de frío en la puerta de ese edificio? ¿Fumar? ¿Qué es fumar? Estos romanos están locos…

-Que haya tan pocas mujeres directivas. Las leyes de igualdad, la paridad, las cuotas serán cosas del pasado. En 2050, al menos la mitad de los directivos serán mujeres. Y ese será uno de los motivos por los que se abolirán en la oficina algunos de los usos y costumbres mencionados más arriba.

¿Cómo os suena? ¿Plausible? ¿Os animáis a continuar/criticar la lista?

Mientras tanto, los seguidores de Mad Men me diréis: ¿Y que hay de las aventuras en la oficina, la sal y pimienta de la serie? Mi respuesta: ni idea. De lo que estoy segura es que los trabajadores del futuro se las arreglarán de algún modo. Aunque no vayan a la oficina, ni usen el coche, ni tengan viajes de trabajo. En el fondo, estamos hablando de que las costumbres cambiarán en el mundo laboral. No de que la especie humana vaya a transformarse…

Mi último vicio es confesable: Mad Men. No, no es que me haya dado por los hombres locos. Es que me he enganchado a la penúltima serie americana de culto, que muestra cómo era la vida en una agencia publicitaria de Madison Avenue en los sesenta, la época en que nació la publicidad moderna.

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