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Si el paro juvenil te quita el sueño, sigue leyendo
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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

Si el paro juvenil te quita el sueño, sigue leyendo

El post con el que inauguré este blog hace ya año y medio se titulaba ¿Mejor uno de 20 o uno de 40? Y, aunque de

El post con el que inauguré este blog hace ya año y medio se titulaba ¿Mejor uno de 20 o uno de 40? Y, aunque de un modo un tanto velado, defendía que los cuarentañeros aún tenemos mucho que decir en el mercado laboral, lo que sigo creyendo firmemente (por la cuenta que me trae). Sin embargo, mi solidaridad está cada vez más con los de 20, aquellos que intentan acceder por primera vez al mundo del trabajo con escaso éxito.

Aquellos que al principio de su vida laboral pasan demasiado tiempo en el paro lo sufren el resto de su vidaLos datos son escalofriantes. El desempleo entre los menores de 25 alcanza el 51,1% en Grecia, el 50,5% en España, el 31,3% en Italia, y supera el 20% en Estados Unidos y Suecia. Por primera vez, corremos el riesgo de ir marcha atrás y que nuestros hijos tengan peor vida que la de nuestra generación. La precariedad de los primeros empleos amenaza con marcar la carrera de los que hoy empiezan: está demostrado que aquellos que al principio de su vida laboral pasan demasiado tiempo en el paro o aceptan trabajos muy por debajo de sus cualificaciones lo sufren el resto de su vida en forma de dificultades para competir por buenos empleos.

La reforma laboral recién aprobada en España tiene, entre sus principales objetivos, dejar de sobreproteger a las generaciones anteriores para que ésta tenga la oportunidad de incorporarse al mundo laboral. Pero como las medidas del Gobierno aún van a tardar en dar sus frutos (esperemos que los den alguna vez), ¿qué podemos hacer nosotros mientras tanto para ayudar a nuestros jóvenes? Se me ocurren algunas ideas, que van más allá de rebuscar en nuestra agenda en busca de un buen enchufe:

-Dejar de sobreprotegerles YA. Como padres, nos hemos pasado la vida ayudándoles a sortear dificultades. Pero llegados a este punto, ¿qué problema hay en que se vayan a Londres a trabajar lavando platos en un restaurante aunque sean ingenieros? Si la opción es quedarse en casa esperando a que les llame General Electric, lo que deben hacer es mejorar su inglés y, de paso, adquirir una experiencia vital. Muchos veinteañeros con móvil, coche, GPS, vídeo consola y qué sé yo jamás se han enfrentado a una complicación. Ya es hora.

-Evitar que piensen como nosotros... Enseñarles que deben aspirar a un trabajo fijo (y cómodo) o a tener un piso en propiedad ha dejado de ser una buena idea. Lo que toca es decirles que lo más probable es que tengan que trabajar en diferentes ciudades (incluso países) o empresas y sectores para forjarse una carrera. Y aprender a vivir sin una red de seguridad como la que tiene nuestra generación.

-…excepto en lo que se refiere a la cultura del esfuerzo. Las mejores batallitas pasarán a ser aquellas en que les contamos lo mucho que tuvimos que sufrir para llegar dónde estamos. Y recordarles que sus futuros jefes tienen nuestra edad y valoran tanto como nosotros el espíritu de sacrificio.

-Aconsejarles a la hora de elegir carrera... Aquello de “hijo, sigue tu corazón” es hoy menos sensato que nunca. A los 18, la mayor parte de los jóvenes no tiene ni la más repajolera idea de lo que quiere y es fácil que se deje seducir por las miles de posibilidades de grados y licenciaturas que ofrece la universidad española. Es el momento de ser realista y pensar en qué quieren las empresas de sus futuros empleados.

-… y la formación de postgrado. “Quiero hacer un curso sobre la cría del caracol. Mary Melanie dice que es lo mejor para mi carrera”. Tonterías. La gran lacra de los españoles siguen siendo los idiomas, al igual que lo que más demandan las empresas. Así que menos cursos y masters de pacotilla y más inglés y chino. ¿Francés? ¿Alemán? ¿Para qué?

-Insistir en que se marquen objetivos. Tener claro dónde quiere uno estar en tres, cinco o diez años ayuda a marcarse un rumbo. Ante todo, los objetivos deben ser realistas y flexibles. Ahora bien, también habrá que estar ahí cuando ellos se enfrenten por primera vez a la frustración, para enseñarles a manejarla.

-Cada consejo, a su tiempo. Para que no les entre por un oído y les salga por otro, hay que elegir bien los momentos. El día de la primera entrevista de trabajo es clave pero si tú llevas en la empresa 20 años, no vas a ser de gran ayuda. Piensa cuál de tus amigos ha tenido más entrevistas y ponle en contacto con tu hijo. Ahora bien, cuando consiga el trabajo, no dejes de contarle cómo te ganaste a tu primer jefe.

-Trabajar gratis es una inversión de futuro. A esta generación la posibilidad de trabajar sin cobrar le espeluzna, pero nosotros lo hicimos: fuimos meritorios becarios y llevamos cafés, y nos tocaron las fotocopias. No se nos cayeron los anillos. Y no nos ha ido tan mal. De hecho, podemos seguir manteniendo a nuestros hijos mientras encuentran trabajo.

-Conviértete en mentor. Cuando llegue a tu empresa un chico joven y sin experiencia, tómalo bajo tu tutela. ¿No hubiese sido tu vida mucho más fácil si uno de los seniors lo hubiese hecho contigo cuando empezaste? Piensa cuánto te gustaría que alguien lo hiciese por tu pequeñín cuando empiece a trabajar.

Una sociedad que sobreprotege a los mayores y no invierte en los jóvenes tiene poco futuroEstoy de acuerdo con vosotros: lo que urge es que nuestros gobiernos, de aquí a Pernambuco, pongan coto al desempleo juvenil y al drama que puede traer consigo si se prolonga. Que tomen las medidas necesarias para impulsar el crecimiento y la creación de empleo; que comprendan que una sociedad que sobreprotege a los mayores y no invierte en los jóvenes tiene poco futuro; que se dejen de luchas ideológicas y reparen de una vez los mercados laborales. Esa es su labor. Pero nosotros también podemos poner nuestro granito de arena. Al igual que a Su Majestad, el paro juvenil nos quita el sueño. Pero eso no basta: hay que currárselo.

El post con el que inauguré este blog hace ya año y medio se titulaba ¿Mejor uno de 20 o uno de 40? Y, aunque de un modo un tanto velado, defendía que los cuarentañeros aún tenemos mucho que decir en el mercado laboral, lo que sigo creyendo firmemente (por la cuenta que me trae). Sin embargo, mi solidaridad está cada vez más con los de 20, aquellos que intentan acceder por primera vez al mundo del trabajo con escaso éxito.