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Sonia Franco

Pase sin Llamar

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Sonia Franco

Sexo, trabajo y cintas de vídeo

Olvido Hormigos y su vídeo erótico se han convertido en el recordatorio de unas cuantas cosas: por ejemplo, de que la España envidiosa y carca

Olvido Hormigos y su vídeo erótico se han convertido en el recordatorio de unas cuantas cosas: por ejemplo, de que la España envidiosa y carca de los pueblos que tan bien describen los Pérez Galdós o los Varela en sus libros sigue vivita y coleando. De que a muchos sigue desagradándoles que una mujer madura tenga un lío con un hombre más joven. Y de que el fenómeno de las redes sociales y su inmediato efecto multiplicador pueden llegar a tener tanta influencia como para evitar una dimisión.  

Pero el caso de Olvido Hormigos también nos recuerda que, por muchas conquistas que haya hecho la mujer en los últimos tiempos, hay cosas que no terminan de cambiar. Como el doble rasero con el que se juzga a hombres y mujeres por sus aventuras. ¿O se hubiese montado el mismo jaleo si un concejal hombre hubiese mandado un vídeo subido de tono a una nadadora de natación sincronizada más joven que él?

Hay empresas donde los empleados firman por contrato se marcharán si mantienen una relación con un compañero

Imaginemos por un momento que la aventura de Olvido hubiese sido con un compañero de trabajo. Si ella hubiese sido la jefa, lo más probable es que se la acusase de acoso. Si hubiese sido la subordinada, de haberse aprovechado de sus encantos para trepar. Si ambos hubiesen estado al mismo nivel, de loba o asaltante de cunas… Lo que es seguro es que a nadie le hubiese dejado indiferente y que el vídeo hubiese volado como la pólvora de ordenador en ordenador.

El macho alfa que desborda testosterona

¿Y cuál hubiese sido la respuesta de la dirección? Difícil de saber, ya que la actitud de las empresas hacia los líos entre sus empleados sigue estando tan en pañales como hace medio siglo. Algunas, empezando por determinadas multinacionales americanas, han optado por prohibirlas: los empleados firman en contrato que abandonarán la empresa si mantienen una relación con un compañero. ¿Y quién suele hacerlo? Normalmente, el que tiene un puesto inferior. ¿Y quién suele ser? Habitualmente, la mujer, ya que la alta dirección sigue estando ocupada por hombres y el mito del exitoso macho alfa que desborda testosterona en el trabajo también sigue vivito y coleando.

En España no existe ninguna ley que prohíba que dos personas en una empresa mantengan una relación sentimental. Además, regularlo sería difícil porque se vulneraría el derecho a la intimidad de los trabajadores.

Adoramos cotillear sobre los líos de los compañeros o especular sobre los que puede llegar a haber

Yo tengo dos amigas que han vivido situaciones semejantes trabajando en compañías estadounidenses. Una de ellas logró mantener la relación en secreto durante dos años, hasta que ambos decidieron casarse. Como ella tenía mejores perspectivas que él en la firma, fue la que se quedó. En la otra, él era el jefe y estaba casado, por lo que ella accedió a marcharse antes de que estallase el escándalo, previo recibo de una generosa indemnización y una carta con excelentes –y merecidas– referencias.

Quienes se enamoran en el trabajo son más productivos

Justo o no, es lo que hay y no es fácil que cambie. Las aventuras entre compañeros de trabajo son tan viejas como la incorporación de la mujer al mundo laboral y posiblemente sólo el teletrabajo masivo pueda acabar con ellas. Según un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 13% de la población española en activo conoció a su pareja en el lugar de trabajo. El 40% de los empleados estadounidenses confiesa haber tenido alguna vez una relación amorosa en la oficina, según un sondeo difundido por CareerJournal.com. Y un estudio publicado en el diario italiano La Repubblica afirma que el 65% de las personas que se enamoran en el trabajo son más productivas, ya que el nexo que se da entre la pareja fortalece las relaciones laborales.

Los anglosajones, a los que tanto les gustan los rankings y las reglas, tienen sus propias leyes para los romances en la oficina

Mientras tanto, los demás adoramos cotillear sobre los líos de los compañeros o especular sobre los que puede llegar a haber. Eso une mucho ante la máquina de café. En el caso de Olvido, el episodio también ha dado buenos frutos en el terreno laboral: el efecto más positivo ha sido el apoyo que le han mostrado sus compañeros de trabajo, los concejales de Los Yébenes de todos los partidos.

En cualquier caso, la norma de oro de un lío en la oficina debería ser "mejor si no te pillan". Los anglosajones, a los que tanto les gustan los rankings y las reglas, tienen sus propias leyes –en su mayoría, de Perogrullo- para los romances en la oficina. Por ejemplo, recomiendan a los amantes no dejar el edificio a la vez, comportarse como si no estuviesen juntos, evitar coqueteos, sonrisas o miradas cómplices delante de los compañeros, sentarse alejados en las reuniones, comportarse con profesionalidad, borrar de inmediato los mensajes de e-mail, respetar el espacio vital del otro y hacer pública la relación lo antes posible (siempre que pueda ser, claro). Lástima que la historia de Olvido no haya saltado (aún) nuestras fronteras. Si no, no tardaría en añadirse una nueva regla: no mandar e-mails con vídeos subidos de tono al amante, por mucho que se le quiera y se confíe en él. En los tiempos de exhibicionismo que vivimos, la tentación de colgarlo en YouTube puede ser demasiado grande.

Olvido Hormigos y su vídeo erótico se han convertido en el recordatorio de unas cuantas cosas: por ejemplo, de que la España envidiosa y carca de los pueblos que tan bien describen los Pérez Galdós o los Varela en sus libros sigue vivita y coleando. De que a muchos sigue desagradándoles que una mujer madura tenga un lío con un hombre más joven. Y de que el fenómeno de las redes sociales y su inmediato efecto multiplicador pueden llegar a tener tanta influencia como para evitar una dimisión.