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Si flexibilidad es igual a productividad, ¿por qué no somos más flexibles?
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Sonia Franco

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Sonia Franco

Si flexibilidad es igual a productividad, ¿por qué no somos más flexibles?

“Llevo más de 9 años teletrabajando y lo considero un privilegio para mí, y muy ventajoso para mi empresa: desde el punto de vista de reducción

“Llevo más de 9 años teletrabajando y lo considero un privilegio para mí, y muy ventajoso para mi empresa: desde el punto de vista de reducción de costes, aumento de la productividad y retención de los trabajadores, sostenibilidad y un largo etcétera. Aún hay empresarios reticentes a la flexibilidad laboral, pero por suerte, cada vez hay más información sobre sus ventajas, y más empresas que lo implementan”.

Éste es un comentario de Kunterkino –al que se lo agradezco desde aquí– a mi post de la semana pasada, que trataba sobre las empresas que apuestan por un nuevo modelo laboral en el que se permite al empleado trabajar donde y cuando quiera (dentro de un orden), apelando a su responsabilidad.

El de Kunterkino es uno de los numerosos mensajes que he recibido ligando flexibilidad laboral y productividad, esa asignatura que siempre suspendemos en España. Así que la pregunta que me hago es, ¿tienen algo que ver? ¿Somos los trabajadores españoles tan poco productivos porque en nuestras empresas se empeñan en que cumplamos unos horarios imposibles de conciliar con la vida familiar? ¿Hasta qué punto estamos preparados para asumir responsabilidades y cumplir con nuestro trabajo sin tener detrás el aliento del jefe?

Seguro que todos tenéis una opinión al respecto, pero veamos los hechos. Si no recuerdo mal, Iberdrola fue la primera compañía en implementar la jornada continuada, con un horario de 7,00 a 15,00 horas. Solo el primer año, su productividad aumentó en medio millón de horas. Ahí es nada.

Otro ejemplo que conozco bien es el de la filial española del grupo editorial alemán Axel Springer, que cuenta con jornada intensiva cuatro meses al año, de junio a septiembre. Esos meses, el horario de cierre de las revistas se cumple más escrupulosamente que el resto del año.

Tiene sentido: si uno siente que aunque haga su trabajo más rápido y mejor que los demás su jefe le va a exigir que se quede calentando la silla hasta las ocho, el incentivo para ser más productivo es cero. Sin embargo, si uno se siente dueño de su tiempo, la cosa cambia.

En España aún hay mucho jefe que parece dar más importancia a las horas trabajadas que a los resultados conseguidosUna correcta gestión de los horarios

Estaréis de acuerdo conmigo en que una buena gestión de los equipos, que por supuesto incluye la gestión de los horarios, es clave para mejorar la productividad. Los incentivos bien entendidos, los que consiguen que aumente el interés del empleado por mejorar su rendimiento, son un buen camino. Pero, ¡cuidado! Hace unos días escuchaba en la radio el caso de una empresa que decidió incentivar a los trabajadores que llegaban sistemáticamente tarde con el fin de que entrasen antes y aumentasen la productividad. Muchos lo hicieron y fueron premiados por ello. Pero la productividad bajó. ¿Por qué? Porque al premiar a los que antes ni siquiera cumplían con los mínimos, se castigó a los que ya entraban a su hora, que se sintieron totalmente desincentivados.

En el fondo, debería ser sencillo: si los empleados supiésemos siempre lo que se espera de nosotros y cuándo, podríamos organizar mejor nuestro tiempo, adecuar nuestro trabajo a nuestros biorritmos y cumplir. Para ello, corresponde a los directivos fijar objetivos claros y alcanzables, comunicarlos bien, distribuir las tareas adecuadamente e incentivar a los que cumplan. Por desgracia, en España aún hay mucho jefe que parece dar más importancia a las horas trabajadas que a los resultados conseguidos, lo que machaca a los empleados que se empeñan en ser más productivos.

Cuanto más flexibles son los horarios, más satisfechos están los empleados. Y cuanto más satisfechos, más productivos. Ergo flexibilidad de horarios es sinónimo de mayor productividad. Entonces, ¿a qué esperamos? Ya lo sé, ya lo sé: con la Iglesia hemos topado. Mientras predomine la cultura empresarial en la que mandan los de siempre, que nunca tienen prisa por volver de las comilonas de trabajo ni tienen reparos en convocar reuniones a la hora en que los niños salen del cole, no hay nada que hacer. O sí. Como dice Kunterkino, siempre hay esperanza. 

“Llevo más de 9 años teletrabajando y lo considero un privilegio para mí, y muy ventajoso para mi empresa: desde el punto de vista de reducción de costes, aumento de la productividad y retención de los trabajadores, sostenibilidad y un largo etcétera. Aún hay empresarios reticentes a la flexibilidad laboral, pero por suerte, cada vez hay más información sobre sus ventajas, y más empresas que lo implementan”.