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Embarazo y primeros años de vida
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Rebeca Recio

Relación Padres e Hijos

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Embarazo y primeros años de vida

La paternidad-maternidad empieza antes de que el bebé nazca, incluso antes del embarazo. Cuando jugamos a las muñecas, imaginamos como serán nuestros hijos, soñamos sobre nuestra

La paternidad-maternidad empieza antes de que el bebé nazca, incluso antes del embarazo. Cuando jugamos a las muñecas, imaginamos como serán nuestros hijos, soñamos sobre nuestra relación con ellos o nos prometemos no repetir determinados errores.

Sabemos que tener un hijo supone un cambio de vida, ¿pero hasta donde? El embarazo y la crianza, sobre todo en los primeros años, exigen que los papás dejen, en gran medida, sus necesidades y deseos en un segundo plano para ocuparse de los de su hijo. Esto se debe a que el niño es un ser dependiente que de manera progresiva va adquiriendo las capacidades que le harán autónomo. Otros animales al nacer han llegado a un desarrollo mayor, los elefantes pueden ponerse de pie, los delfines pueden nadar, etc. Sin embargo, el ser humano necesita una compleja y lenta maduración posparto, esto se debe a que por las dimensiones físicas del bebé humano no podría pasar por el canal vaginal tras la completa maduración del cerebro.

Durante este proceso de gestación exterior, son los papás los que han de cubrir aquellas funciones que el niño no es capaz de hacer por si mismo todavía. Esta tarea supone una dedicación a tiempo completo en los primeros meses de vida del bebé, ya que es absolutamente dependiente, no puede transportarse, alimentarse o protegerse por sí mismo y necesita que sus padres le presten estas habilidades. Pero a medida que desarrolla las capacidades cognitivas, afectivas y motoras permite que los papás puedan irse poco a poco distanciando.

Los papás pueden permitir que el niño realice pequeñas partes de la acción con su supervisiónEsta progresiva separación supone un importante reto en la crianza, ya que para los papás en ocasiones es complicado saber qué situaciones requieren su ayuda y cuáles no. ¿Cómo podemos saber si un niño está preparado para realizar una actividad el solo? La autonomía es un proceso que el niño va a adquirir de manera creciente, a través de dos variables: el desarrollo madurativo del niño (general y personal) y la práctica. Por ejemplo, un niño de dos meses no tiene la posibilidad de caminar, su desarrollo motor no lo permite, por mucho que lo ensayemos.

Debido a que los aprendizajes en estas etapas suelen ser complejos, los papás pueden permitir que el niño realice pequeñas partes de la acción con su supervisión. A medida que éste consigue realizarlas de manera correcta podrá asumir otras de mayor dificultad. Es necesario que los padres estén presentes hasta que se aseguren de que puede realizar la acción el solo. Esta guía nos sirve para todo tipo de actividades: comer, bañarse, salir solo, etc. 

Sobre la autonomía

Respecto a la autonomía, existen dos posiciones delicadas por parte de los padres. Una excesiva premura en que el niño sea autónomo puede suponer que lo dejemos solo antes de tiempo y no incorpore de manera correcta los procedimientos al realizar la actividad. Del mismo modo, esta separación precipitada puede causar en el niño inseguridad y sensación de abandono, al no estar preparado todavía para ello. En el extremo contrario, una separación ralentizada, genera una falta de confianza del niño en sus capacidades, así como una lenta adquisición de los aprendizajes.

El acompañamiento y la guía de los papás durante el desarrollo del niño, no sólo ayuda a que los aprendizajes queden consolidados, sino que hacen que el niño se sienta seguro, protegido y cuidado. Y como la mayoría de los aprendizajes, sólo aquellas personas que son bien cuidadas podrán cuidarse y cuidar bien de otros.

¿Quién cuida de los papás en estas etapas?

Los padres se ven sometidos a un elevado nivel de exigencia en esta etapa que en algunos momentos puede suponer estrés, cansancio, frustración, etc. por lo que para llevar a cabo la importante tarea del cuidado de su bebé, tiene que estar bien cuidados.

¿Cómo podemos hacerlo?

Hay varias formas de cuidarse:

  • Autocuidado: uno mismo debe estar atento a sus necesidades, emociones o deseos y darles un espacio temporal adecuado (aunque sea más pequeño que antes). Si es necesario se permite pedir ayuda.
  • Cuidado mutuo: estar atento a las necesidades del otro conyuge, así como a las de su relación (tiempo a solas, comunicación, etc.).
  • Cuidado de la red social cercana: en la medida en que contemos con familiares y amigos que puedan ayudarnos, nos sentiremos apoyados y nos será más fácil recurrir a ellos cuando los necesitemos.

Además existen dos capacidades, introspectiva y reflexiva, que nos pueden ayudar en esta labor:

Hay que tomar las precauciones necesarias para que no sean nuestras emociones las que tomen el control.La capacidad introspectiva es la que nos permite observar nuestros pensamientos, sensaciones, emociones y conductas. Esta capacidad nos ayuda a darnos cuenta de lo que hacemos, pensamos o sentimos, nos permite tomar perspectiva sobre las situaciones, ayudándonos a ser conscientes de cuando estamos alteradas, cansados, etc. Y así poder tomar las precauciones necesarias para que no sean nuestras emociones las que tomen el control.

La capacidad reflexiva es la que nos facilita repensar la situación. La reflexión nos permite analizar las situaciones y aprender de ellas.

Estas habilidades van a permitir que los papás aprendan a ponerse en el lugar del niño y puedan comprenderle. Cometido delicado en los primeros meses debido a que se están conociendo y, como en cualquier relación, necesitan adaptarse mutuamente. Del mismo modo, el bebé no puede pedir lo que necesita mediante la palabra, por lo que los papás tienen que mostrarse atentos y sensibles para aprender a detectar lo que el niño manifiesta, con el objetivo de adecuar sus respuestas a las necesidades y estados emocionales del pequeño. Estableciendo así una comunicación adecuada y con sintonía, que será la base de la futura relación entre ambos.

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La paternidad-maternidad empieza antes de que el bebé nazca, incluso antes del embarazo. Cuando jugamos a las muñecas, imaginamos como serán nuestros hijos, soñamos sobre nuestra relación con ellos o nos prometemos no repetir determinados errores.