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El sueño en el primer año de vida del niño
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Rebeca Recio

Relación Padres e Hijos

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El sueño en el primer año de vida del niño

Existen múltiples teorías sobre cómo cubrir las necesidades básicas de los bebés en los primeros años de vida. Cada pareja de papás opta por aquella que

Existen múltiples teorías sobre cómo cubrir las necesidades básicas de los bebés en los primeros años de vida. Cada pareja de papás opta por aquella que considera más adecuada para su bebé, pero lo importante es que pueda elegir cómo organizar el sueño o la alimentación del bebé, teniendo en cuenta las necesidades evolutivas de este, así como de los objetivos que quiere conseguir para su desarrollo. En este sentido, existen pautas de crianza especificas que favorecen el correcto desarrollo del bebé a nivel vincula o de regulación emocional.

Los niños, como he explicado en artículos anteriores, necesitan un periodo de maduración externa, que les permita desarrollar las capacidades innatas. Pero para que este desarrollo se lleve a cabo de forma adecuada necesitamos que se den condiciones ambientales en el maternaje y paternaje que favorezcan la evolución funcional.

Los bebés duermen sin dificultad cuando sus necesidades están cubiertasAlgunos mamíferos como el canguro o el gorila llevan a su cría pegada al cuerpo la mayor parte del día, durante un largo periodo de gestación extrauterino. En algunas culturas, como la africana, el bebé es sostenido por la mamá mediante telas que le ayudan a permanecer pegado a su cuerpo mientras ella realiza diferentes tareas cotidianas, pudiendo mantenerse esta posición durante los primeros años de vida. Asemejándose a la situación que experimenta el bebé durante el embarazo, pero en el exterior.

¿Cuál son las necesidades del bebé?

El bebé, cuando nace, ha estado nueve meses viviendo dentro de su madre, pegado veinticuatro horas a ella y con una estrecha relación con el papá, durmiendo muy cerquita de él. Por lo que la separación, aunque necesaria, ha de hacerse de manera progresiva. El bebé cambia de entorno tras el parto y ha de adaptarse a su nuevo contexto, en el que los ruidos, algunas personas y demás estímulos ambientales son muy diferentes a los que hasta ese momento conocía. Debido a esto, adaptarse a su nuevo mundo desde la seguridad que da lo conocido (el sonido del corazón de la mamá, su olor, la voz de su papá, etc) le permite una adaptación progresiva y más segura a su nuevo contexto.

Estos hábitos no suponen malcriar al bebé, sino ayudarle en el proceso de separación teniendo en cuenta el ritmo y los tiempos del bebé. Los papás van a tener mucho tiempo para generar rutinas y educar al niño, pero es necesario que los pequeños desarrollen las capacidades que hacen posible estos aprendizajes antes de que podamos enseñárselos. Son muchos los profesionales de la salud que en la actualidad prescriben que durante los primeros meses las necesidades básicas del bebé, alimento y sueño, sean cubiertas a demanda de este.

¿Por qué es positivo respetar las demandas del bebé?

El bebé cuando nace está absolutamente desprotegido y necesita que nosotros, los adultos responsables de su cuidado, le ayudemos a cubrir sus necesidades, para que pueda sobrevivir. No hay creada ninguna estructura de regulación interna y por tanto necesita que respondamos a la demanda de forma rápida y eficaz. Este es uno de los elementos fundamentales para una buena relación afectiva.

A los tres o cuatro meses, la mayoría de los bebés van regulando sus horariosDándole de comer cuando lo pide y dejándole dormir cuando lo necesite facilitaremos que el niño interiorice la confianza en sus cuidadores. Es decir, acudiendo a cubrir las necesidades de forma correcta y en un tiempo adecuado (sensibilidad y eficacia), el bebé entiende que puede contar con sus papás, ya que estos le posibilitan sentirse mejor ante las dificultades que se le presentan. Todos estos comportamientos propios de un cuidado eficaz se van materializando en emociones positivas dentro del niño. Del mismo modo, el placer de una eficaz regulación es la simiente y estructura de la sensación de bienestar. Generalmente los bebés duermen sin dificultad cuando sus necesidades están cubiertas, es decir, no tienen hambre, están limpios y satisfechos en cuanto al afecto.

¿Cómo compaginar los ritmos del adulto y los del bebé?

Al principio, todas estas sensaciones aparecen a intervalos irregulares. El sueño puede aparecer en medio de una toma o durar dos o cinco horas entre tomas. Y esto supone un cambio, en muchas ocasiones agotador, para el adulto. La crianza en estos primeros meses conlleva cansancio, falta de sueño, reducción del tiempo para uno mismo, etc. Son experiencias normales, que permiten un correcto desarrollo del bebé. Desde el punto de vista del adulto, un facilitador de esta etapa, lo ideal sería que el bebé pudiera tener ritmos más parecidos a los suyos, pero este hecho no es posible, ya que el bebé no ha desarrollado todavía esta capacidad.

El que el adulto respete lo ritmos del bebé en estos primeros meses, y trate de responder de forma adecuada a sus necesidades, es fundamental para la formación de un vinculo seguro entre ellos. Pero esta adaptación total a las necesidades del bebé no permanece fija mucho tiempo. A los tres o cuatro meses, la mayoría de los bebés van regulando sus horarios. A partir de ese momento, es más fácil acompasar los ritmos del bebé con los de sus padres. Pese a esto, y como en el resto de aspectos, cada bebé tiene unas necesidades de sueño distintas. La mayoría de los recién nacidos duermen 16 ó 17 horas diarias, pero a veces, como sucede con los adultos, puede ser más dormilones o necesitar menos horas de sueño.

A partir del mes y medio, los patrones del bebé empiezan a seguir los ciclos de luz y oscuridad y el niño comienza a dormir más por la noche. Podemos facilitar la adquisición de estos patrones de manera gradual, permitiéndole que por el día duerma en lugares con ruido y luz. Mientras que por la noche reducimos al máximo la intensidad de estos estímulos.

¿Cuándo puede empezar a dormir solo el bebé?

Lo más adecuado es que el niño duerma cerca de los padres al menos hasta el sexto mes. La respiración, el contacto o el olor de los papás le ayudarán a sentirse más tranquilo y seguro, y por ello a tener un sueño más profundo. Este periodo suele coincidir con el momento en que el bebé comienza a dormir seguido durante la noche, facilitando que los padres no tengan que interrumpir su sueño tantas veces y recuperen sus espacios como pareja.

Una vez instaurada la separación, es importante que los padres acudan cuando el niño lloraEsto no significa que los niños no vayan a aprender a dormir solos. Para adquirir cualquier habilidad (andar, comer, vestirse, etc.) los niños necesitan que sus padres les acompañen en un primer momento y posteriormente podrán hacerlo de forma autónoma. Una vez que el niño haya adquirido la seguridad necesaria para dormir solo, así como un patrón de sueño regulado, podrá hacerlo sin dificultad.

¿Qué nos puede ayudar en la separación?

Retirar progresivamente el contacto cuando se acuesta al bebé. Pudiendo estar cerca de él al principio para irnos alejando gradualmente. Poner música muy bajita, que previamente hemos puesto cuando dormía con los papás, permite un continuo estimular durante la adaptación al cambio.
Dejar en la cuna del bebé algún objeto con el olor de los papás, proporciona al bebé un recurso sensorial de seguridad durante el periodo de cambio.

Una vez instaurada la separación, es importante que los padres acudan cuando el niño llora. La adquisición de cualquier aprendizaje se produce de manera regular (aprender a comer solo, a andar, etc), por lo que el aprendizaje de este nuevo hábito supondrá un periodo de adaptación para el niño, en el que necesitará la ayuda y comprensión de sus padres.

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Existen múltiples teorías sobre cómo cubrir las necesidades básicas de los bebés en los primeros años de vida. Cada pareja de papás opta por aquella que considera más adecuada para su bebé, pero lo importante es que pueda elegir cómo organizar el sueño o la alimentación del bebé, teniendo en cuenta las necesidades evolutivas de este, así como de los objetivos que quiere conseguir para su desarrollo. En este sentido, existen pautas de crianza especificas que favorecen el correcto desarrollo del bebé a nivel vincula o de regulación emocional.