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El nuevo, el viejo y el listo: Iglesias abre una puerta, pero el que entra es Rivera
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Esteban Hernández

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El nuevo, el viejo y el listo: Iglesias abre una puerta, pero el que entra es Rivera

La sustitución del eje arriba/abajo por el que ahora está definiendo la política, nuevo/ viejo, está haciendo daño a Podemos y beneficiando a Ciudadanos. ¿Puede cambiar la situación?

Foto: El regalo de 'Juego de Tronos' al monarca, ¿buena o mala táctica? (EFE/Sergio Barrrenechea)
El regalo de 'Juego de Tronos' al monarca, ¿buena o mala táctica? (EFE/Sergio Barrrenechea)

Escuchando a Íñigo Errejón durante la presentación del Instituto 25 de Mayo, el think tank de Podemos, que tuvo lugar el pasado viernes, tuve la sensación de haber oído eso antes, en contenido y tono, en conceptos y formas; Errejón parecía seguir el paso de siempre, cuando la carrera es otra, muy distinta de la de hace dos o tres meses. En un momento en que Podemos debe renovar sus estrategias, porque las reglas del juego han cambiado mucho, radicalmente en algunos aspectos, el nuevo partido da la sensación de estar estancado, también en lo que a mensajes se refiere.

Hasta la aparición de Podemos, la corrupción tenía un efecto peculiar, ya que estaba de continuo presente en los medios, en los debates públicos y en las conversaciones privadas, pero apenas generaba desgaste electoral. Se le definía como un problema de enorme magnitud, pero los votantes apenas lo tomaban en cuenta a la hora de insertar la papeleta en las urnas. Entre los diferentes motivos que explican esa desconexión, hay uno que merece especial atención, porque solía ser la clave a partir de la cual el cambio se producía. Cuando un partido estaba en el poder, su competidor, y a nivel nacional sólo había uno, debía emerger como alternativa real, sólida y con opciones de triunfo, lo que sucedía muy raramente. Los partidos de oposición estaban tan desgastados como los gobernantes, a veces porque tenían sus propios escándalos, en otras ocasiones porque no eran percibidos como una alternativa poderosa.

La nueva política consiste en que ahora sí hay partidos que sacan provecho electoral cada vez que aparece un Rato, un Bárcenas o un Chaves

Pero eso, hay que insistir, cambió con la llegada de Podemos. Por primera vez, el deterioro institucional era recogido por un jugador político. Hasta entonces, los escándalos de corrupción no se traducían en votos; desde ese momento, cada vez que aparece un Rato, un Bárcenas o un Chaves, hay alguien que saca provecho. La formación de Pablo Iglesias recibió un buen empujón desde ese lado, porque señaló claramente la existencia de un entorno deteriorado que necesitaba ser transformado con urgencia. El eje nuevo/ viejo, uno de los más útiles a la hora de establecer un terreno de juego diferente, consistía exactamente en esto: unas élites agotadas, sumidas en sus propios problemas, separadas de los ciudadanos y pendientes exclusivamente de sus intereses, y unos ciudadanos que se enfrentaban a situaciones muy complicadas en su vida cotidiana y que percibían con cada vez mayor hostilidad a los políticos de siempre.

El cambio que provocó Susana Díaz

El gran golpe de mano táctico que dio Susana Díaz al adelantar las elecciones andaluzas generó novedades en ese eje. No sólo porque reforzase a un partido como el PSOE, que parecía abocado a un descenso inevitable, sino porque introdujo por la fuerza de los votos a Ciudadanos en el panorama nacional. Eso fue un grave problema para Podemos, porque situó a otro jugador bajo el epígrafe “nuevos partidos”, pero sobre todo, porque asentó el eje político en un terreno mucho menos favorable para los de Iglesias, el de la tensión entre la nueva y la vieja política. Por resumir, hasta entonces, cada vez que aparecía un caso de corrupción, Podemos salía reforzado; ahora, cada vez que ocurre, quien parece tomar aire es Ciudadanos.

Podemos se ve obligado a competir en un eje, el de nuevo/ viejo, el de la continuidad/ regeneración democrática, que es mucho más favorable para Rivera

El partido de Albert Rivera reviste su discurso de elementos de sensatez y moderación, representa un cambio diferente, y su líder no es retratado diariamente como filoetarra o esbirro de Maduro; aparece como una formación de centro, pero que quiere un cambio radical en las formas de hacer política: más transparencia, más participación de los ciudadanos, y nada de tolerancia con la corrupción. Una oferta que está reflejándose en las encuestas, y que está generando simpatías entre votantes del PP, una parte del PSOE, y muchos desencantados.

placeholder El líder de Ciudadanos, Albert Rivera
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera

 

¿Lo nuevo contra lo viejo o la gente contra la casta?

El problema para Podemos es evidente, porque se ve obligado a competir en un eje, el de nuevo/ viejo, el de regeneración democrática/ sistema en decadencia, que es mucho más favorable para Rivera. Iglesias había apostado por otro eje, que incluía a este y lo superaba, el de arriba/abajo, la gente/ la casta, que ahora ha quedado casi subsumido por el primero. De modo que sus opciones pasan por regresar al terreno de juego que les es más favorable, resituando el debate en un terreno no compartido con aliados peligrosos.

El mismo artículo de Pablo Iglesias, impecable en el diagnóstico, señala algunas debilidades de su discurso reciente

Eso es lo que hizo ayer Pablo Iglesias, en un artículo titulado La centralidad no es el centro, un análisis muy lúcido de la situación, en el que subraya los dos elementos esenciales: perder la centralidad del tablero es quedar condenado al papel de una fuerza de izquierdas tradicional, con el obvio techo electoral que conlleva (lo que, a pesar de sus riesgos, incluso es saludado por gente de su entorno político), y recuperar esa posición sólo es posible si se insiste en la parte de su programa que los demás no pueden ofrecer, el del cambio económico.

Un síntoma llamativo

La pregunta es si podrán hacerlo, y no me refiero a las dificultades para pasar por encima la animadversión mediática. Escuchando a Errejón el pasado viernes, uno tiene la sensación de que están manejando las mismas claves argumentales y los mismos conceptos que cuando el terreno de juego era otro; que les han cambiado el paso y no han sabido reaccionar. El mismo artículo de Iglesias, impecable en el diagnóstico, señala algunas debilidades de su discurso reciente. Creer, como argumenta en el texto, que su construcción de la patria española como agregador político-emocional vinculado a los derechos sociales ha sido muy exitosa, o que ha logrado desplazar del centro del debate el problema catalán y sustituirlo por la cuestión social, sólo es posible si tomas como referencia exclusiva a los tuyos. Desde luego, en la izquierda de la que proviene eso puede haber funcionado, que seguro que sí, pero no entre la mayoría de la población.  

Por este camino, Podemos habrá abierto una puerta, pero el que cruzará el umbral será Rivera

Lo de Iglesias no se trata de un mero error de apreciación, sino de un síntoma llamativo que les está afectando allí donde habían sido más brillantes, en lo comunicativo. En ese entorno, Ciudadanos va ganando a Podemos, y no lo han conseguido porque sean más simpáticos, porque sus propuestas resulten menos molestas para las élites o porque atraigan a un votante que sabe de la necesidad del cambio y lo quiera indoloro, sino porque están manejando unas claves discursivas que son más inteligibles por la mayoría de la población. En las elecciones andaluzas esa debilidad de Podemos se hizo muy presente: hicieron una campaña de izquierdas, y lograron sólo los votos de una IU reforzada. Si no tejen un discurso, sostenido en lo económico, dirigido a recuperar la centralidad (y no, no el centro) del tablero, y que por tanto pueda ser compartido por la mayoría de la población, en lugar de continuar con algunos lugares comunes del activismo, la consecuencia será clara: Podemos habrá abierto una puerta, pero el que cruzará el umbral será Rivera.

*El martes 28 de abril El Confidencial y Aneimo organizan '2015, el año político que cambiará España', una jornada sobre sondeos electorales en la que se abordará, entre otros asuntos, el fin del bipartidismo, con representantes de los cuatro principales partidos.

Escuchando a Íñigo Errejón durante la presentación del Instituto 25 de Mayo, el think tank de Podemos, que tuvo lugar el pasado viernes, tuve la sensación de haber oído eso antes, en contenido y tono, en conceptos y formas; Errejón parecía seguir el paso de siempre, cuando la carrera es otra, muy distinta de la de hace dos o tres meses. En un momento en que Podemos debe renovar sus estrategias, porque las reglas del juego han cambiado mucho, radicalmente en algunos aspectos, el nuevo partido da la sensación de estar estancado, también en lo que a mensajes se refiere.

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