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Las palabras prohibidas en la política española. Y explican casi todo
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Esteban Hernández

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Las palabras prohibidas en la política española. Y explican casi todo

¿Por qué en España no ha triunfado la extrema derecha? ¿Por qué Podemos tiene poca base entre la clase obrera? Hay dos conceptos que manejan Le Pen y Sanders que lo aclaran

Foto: Reunión de ministros de asuntos exteriores en Bruselas. La burocracia de la UE es una baza política. (Efe/Laurent Dubrule)
Reunión de ministros de asuntos exteriores en Bruselas. La burocracia de la UE es una baza política. (Efe/Laurent Dubrule)

A primera vista, hay pocos cambios sustanciales en el FN dirigido por Marine Le Pen respecto del que heredó de su padre, ya que algunos de sus temas centrales, como la inseguridad que produce la globalización, la posición anti-Bruselas y el antiislamismo siguen siendo parte central de su discurso. Pero, como señala Daniel Stockemer, investigador de la Universidad de Ottawa en el estudio 'Explaining the spike in electoral support for the Front National in France', las apariencias engañan: una mirada más profunda revela cambios sustanciales, y no solo porque esté ofreciendo una imagen de partido más moderado y moderno en algunos asuntos, o por la insistente frecuencia con que trata de desdemonizar a sus dirigentes actuales.

El gran cambio del FN de 1990 al presente es que se ha movido desde una posición muy favorable al libre mercado hacia otra que promueve políticas econonómicas igualitarias y nacionalistas, que ofrece a las clases medias y bajas aumentar sus ingresos y que apuesta por reforzar el Estado del bienestar. Su perspectiva es chovinista, y apuesta por un significativo cierre nacional, pero eso también le genera mayores simpatías entre votantes que observan que las fábricas han huido de Francia, que el país está desindustrializándose, que hay menos empleo y de menor calidad y que encuentran una relación directa entre las políticas neoliberales de la UE y ese frágil nuevo escenario. Europeísmo y pérdida de nivel de vida son sinónimos para la gran mayoría de estos votantes.

Según Krugman, gran parte de la defensa de la globalización por parte de las élites" ha sido básicamente deshonesta"

En las recientes primarias de Michigan, Bernie Sanders partía muy por detrás de Hillary Clinton en los sondeos (algunos le situaban hasta 20 puntos por debajo), y sin embargo acabó llevándose la victoria. La mayoría de las interpretaciones subrayaron que, como era un estado de obreros blancos de mediana edad, Sanders había encontrado un terreno mucho más fértil del esperado. Paul Krugman, un feroz combatiente anti-Sanders, señalaba un elemento añadido: la insistencia del candidato demócrata en la pérdida de empleos en EEUU y en la necesidad de reindustrializar el país emanaba de una posición antiglobalización que le estaba siendo muy práctica: su denuncia de los tratados de libre mercado es lo que realmente le había hecho ganar las primarias en Michigan, el estado que era conocido por fabricar automóviles para todo el mundo. A esa victoria, Krugman la ha llamado el momento proteccionista.

El repliegue rentable políticamente

A pesar de señalar a Sanders como un líder tan negativo como Trump, el economista reconocía en su artículo que “gran parte de la defensa de la globalización por parte de las élites es básicamente deshonesta” y que los beneficios que proporciona “han sido extensamente exagerados”. En definitiva, que no era extraño que las clases obreras y medias estadounidenses acogieran el mensaje del candidato demócrata con simpatía, a pesar de lo mucho que le disgustaba.

Algo similar está ocurriendo en Reino Unido, donde el Ukip ha alcanzado gran apoyo popular, desde una visión ideológica distinta pero que parte de las mismas constantes: repliegue anti-UE, proclamas antiinmigración (por el 'robo' de los trabajos y de los recursos estatales británicos) y el orgullo nacionalista. Del mismo modo, sus principales votantes provienen de clases obreras y medias.

Le Pen o Sanders dicen a sus connacionales que traerán de vuelta las fábricas a su país; Iglesias les dice que hace falta un nuevo encaje territorial

En definitiva, que el éxito de estos nuevos candidatos proviene de elementos muy parecidos: pronuncian las palabras prohibidas en estos tiempos, proteccionismo y antiglobalización, dos conceptos que en su versión europea se convierten en proteccionismo y antieuropeísmo.

No hay obreros populistas

Esta lectura de la realidad explicaría bastantes cosas de la política española, por ejemplo que la extrema derecha no haya tenido ninguna aceptación en nuestro país. Las interpretaciones más frecuentes señalan que el PP ya ha recogido bastante de ese espacio o que no existe en nuestro país base sociológica para que cuaje, pero estas lecturas dejan muchos cabos sueltos. La mayor debilidad del populismo de derechas español ha sido su escasísima penetración entre las clases obreras, lo que no podía ser de otra manera cuando la única oferta que les hacían era la posición antiinmigración. Pretender que las clases populares defendieran opciones fuertes de libre mercado, como propugnaba Vox, a partir de la recuperación de un discurso nacionalista duro, era una jugada de resultado muy previsible.

Del mismo modo, el examen del caso francés y del estadounidense también arrojarían luz a una cuestión llamativa, la de por qué Podemos cuenta con tan poca base social entre las clases con menos recursos, cuando estas debían ser su primera opción. Tiene su lógica: Le Pen o Sanders hablan a sus connacionales para decirles que traerán de vuelta las fábricas a su país, que pondrán en marcha políticas estatales para aumentar el número de empleos y que reforzarán materialmente a obreros y pequeños empresarios, mientras que Iglesias les dice que aumentará el salario mínimo o que defenderá el Estado del bienestar, pero que la corrupción y la vertebración territorial del Estado español son muy importantes.

Los verdaderos problemas de la gente

Esa diferencia de mensaje hace que un tipo de populismo sea mucho más eficaz que otro a la hora de recabar simpatías electorales, y por eso Le Pen tiene tanta fuerza en Francia y Podemos y sus confluencias juegan un papel subordinado en España. Cuando alguien de la casa, como Jorge Verstrynge, argumentó a favor del proteccionismo europeo, le llamaron xenófobo y le invitaron a que no formase parte de Podemos.

Quizá los que han pronunciado las palabras prohibidas estén equivocados, pero al menos han tenido el valor de dirigirse de frente al problema

Pero, del mismo modo, nos equivocaríamos si pensásemos que estas experiencias señalan que las soluciones son el proteccionismo nacional o la amplificación de los sentimientos antieuropeístas, porque el contexto es bastante más complicado. Lo que nos señalan los distintos populismos exitosos es otra cosa: existen clases medias y populares en declive, cuyas opciones sociolaborales son muy débiles (y probablemente lo serán más con el paso de los años), que están demandando alternativas reales. En ese contexto, las ansiedades sociales son profundas, y los populismos que triunfan lo han entendido muy bien. Se les puede criticar, pero al menos han sido capaces de escuchar a la gente y proponerles una solución a los problemas que más les están afectando, los materiales.

No es el caso en España, porque la derecha, que sí resalta el papel primordial de la economía, lo hace para subordinarse acríticamente a Bruselas, y la izquierda nos sume en reformas institucionales, documentos de regeneración democrática y subidas del salario mínimo como medidas estrella. Quizá los que han pronunciado fuera las palabras prohibidas, proteccionismo y antieuropeísmo, estén equivocados, pero al menos han tenido el valor de dirigirse de frente al problema principal, la pérdida de recursos materiales y de opciones vitales para una mayoría de la población. Los demás prefieren dedicarse a decirle al ejército que no vaya a las ferias de educación, o a explicar por qué los discos duros de los ordenadores se han borrado por arte de magia.

A primera vista, hay pocos cambios sustanciales en el FN dirigido por Marine Le Pen respecto del que heredó de su padre, ya que algunos de sus temas centrales, como la inseguridad que produce la globalización, la posición anti-Bruselas y el antiislamismo siguen siendo parte central de su discurso. Pero, como señala Daniel Stockemer, investigador de la Universidad de Ottawa en el estudio 'Explaining the spike in electoral support for the Front National in France', las apariencias engañan: una mirada más profunda revela cambios sustanciales, y no solo porque esté ofreciendo una imagen de partido más moderado y moderno en algunos asuntos, o por la insistente frecuencia con que trata de desdemonizar a sus dirigentes actuales.

Marine Le Pen Estado del bienestar Paul Krugman