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El Vistalegre de Vox y lo que vino después: el aspecto cómico
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Esteban Hernández

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El Vistalegre de Vox y lo que vino después: el aspecto cómico

Un total de 9.500 personas se reúnen en una plaza de toros en Madrid y el mundo parece venirse abajo. Y no importan los motivos, lo esencial es encontrar culpables, que siempre son los demás

Foto: Vox llenó Vistalegre con el objetivo de ganar escaños en las próximas elecciones. (EFE)
Vox llenó Vistalegre con el objetivo de ganar escaños en las próximas elecciones. (EFE)

Advertía George Lakoff de la importancia de los marcos en política a través de un ejemplo con el que dio título a su obra más famosa. Cuando alguien te dice "no pienses en un elefante", está fijando un marco mental del que resulta difícil escapar, porque a pesar de la negación, la imagen del elefante vendrá una y otra vez a nuestro cerebro. Y esto de “cuidado, que viene la extrema derecha”, surgido a raíz del Vistalegre de Vox, tiene esos mismos efectos negativos: todas las advertencias, los consejos y las recomendaciones sobre cómo combatir a la extrema derecha española no hacen más que poner de relieve la existencia y la fortaleza de esa corriente política.

No deja de ser llamativa la alarma creada por la reunión de este fin de semana en el que fuera feudo de Podemos. Todo el mundo ha comenzado a alertar de que el fantasma ha iniciado su andadura en España, y quizá convendría tomar estos anuncios con moderación. El auge de Vox es relativo. Vistalegre lo llenan el PP, Podemos, Cs, ERC, el PNV, Compromís, y así sucesivamente hasta llegar al Pacma.

Los dos problemas de Vox

Las banderas ondeando al unísono y todo el ruido mediático no deberían hacernos olvidar que Vox tiene dos grandes problemas, uno de competencia y otro de propuestas, para tener recorrido real en nuestro país. Cuenta con dos rivales más importantes, más asentados y con más presencia en la sociedad, como son el PP y Cs, que le cierran la puerta al crecimiento. El mensaje de resistencia frente al independentismo ya lo está lanzando de forma contundente Arrimadas en Cataluña y los impulsos aznaristas de Casado se mueven en algunos terrenos similares a los de Vox.

Ser más liberal, más nacionalista y más religioso que el PP, que es el espacio de Vox, lleva a ocupar un lugar minoritario en la política española

Y en cuanto a las propuestas, el escenario simbólico escogido deja ver sus debilidades. Han ido a Vistalegre, a repetir lo que hizo Podemos. Y como la formación de Iglesias y Errejón, no hacen más que volver al pasado, recoger las viejas ideas y vestirlas con la pátina del éxito, como si por fin pudieran decir en voz alta lo que antes se pronunciaba a media voz. No es así: ser más liberal, más nacionalista y más religioso que el PP, que es el espacio de Vox, lleva a ocupar un lugar minoritario en la política española.

El éxito de la derecha occidental

El auge del dextropopulismo occidental ha venido por otros caminos. Sus declaraciones contra la inmigración poseen una línea directa que lo conectan con el rechazo de la UE; son un mecanismo explicativo que subraya que si se vive peor, es por culpa de inmigrantes y refugiados, algo de lo que las élites europeas tienen la culpa, como de tantas otras cosas, y por eso es necesario marcharse. Es ese carácter antiUE y 'antiestablishment' el que les concede recorrido, y en España no está presente. La segunda cuestión tiene que ver con sus bases. El dextropopulismo ha crecido porque ha conseguido votantes preocupados por lo material, y en especial trabajadores nacionales, porque les ha prometido medidas que mejorarían su nivel de vida. No es el caso de Vox, que puede tener arraigo en clases medias bajas y clases populares desde lo identitario, pero no en lo económico, ya que sus propuestas les perjudican.

Nadie está pensando en las causas del auge del dextropopulismo más que como coartada para atacar a los rivales, internos o externos

Juntando los dos factores, el de la competencia y el programático, y añadiendo que carece de un líder carismático que pueda movilizar a grandes partes de la población, Vox no tiene hoy más recorrido que influir a otros partidos de derecha en sus declaraciones y robarles votos, lo cual viene bien al PSOE.

El blanqueamiento

Sin embargo, todo el mundo en España estaba hablando de Vox, pero no para comprender el problema, si es que lo hay, sino por esa costumbre tan extendida en la política reciente, en especial en ámbitos progresistas, de utilizar los hechos para golpear a los rivales. Nadie está pensando en las causas del auge del dextropopulismo en Occidente más que como coartada para ratificar las tesis que ya tenían, y atacar de paso a los rivales, internos o externos. Y lo han hecho hasta extremos cómicos: la culpa es de la izquierda rojiparda, de las políticas de la identidad, de los independentistas, de los que han blanqueado a líderes como Salvini o Le Pen, de quienes no han sido suficientemente antifascistas, de quienes no han sido suficientemente liberales, o de cualquiera que pasase por allí. El Vistalegre de Vox se convierte en un espejo en el que todo el mundo ve reflejado al otro. Y así pasan su tiempo, recriminándose unos a otros, cuando no insultándose, porque 9.500 personas se han reunido en una plaza de toros.

La culpa es de la prensa

También hay quien culpa a los medios, e incluso se señalan prácticas que no se deberían seguir para evitar que los discursos que favorecen a la extrema derecha estén presentes. Lo cual implica asumir que si Vox ha crecido es porque los medios han cultivado un caldo en el que se ha cocinado su éxito. Pero esto es desconocer cómo funcionan las cosas hoy. Los grandes medios de comunicación, por ejemplo, hicieron una campaña insistente y dura contra Trump o contra el Brexit. El resultado ya lo vimos. Y es explicable porque los mecanismos de distribución de información están mediados por actores con mucho poder, como Google y Facebook: la visibilidad real la otorgan ellos, y no los grandes medios. Además, existen canales de circulación de información, como los grupos de WhatsApp o los foros, en los que los medios pintan poco. No tener en cuenta todo esto es vivir en una realidad pasada. Los medios siguen teniendo influencia, claro está, pero si se habló de manipulación en el Brexit o de influencia rusa, o de 'fake news', o de Cambridge Analytica, es precisamente porque el poder de los diarios, radios y las televisiones declinó en beneficio de estos dos nuevos mediadores, que dieron visibilidad a los medios alternativos de la 'alt-right'. Es posible que a mucha gente le parezca esto poco relevante, pero es la realidad: la gran circulación de un tema se produce a partir del impulso de estos dos canalizadores, en particular Google.

Esta actitud permite seguir actuando de forma reactiva: cuando la 'alt-right' dice algo, se llevan las manos a la cabeza y gritan con gran escándalo

En fin, esta dinámica señala a las claras que no interesa demasiado entender las causas del desarrollo del dextropopulismo, porque es mucho más divertido mirar hacia los lados a ver a quién se le echa la culpa. En particular, porque esta actitud permite seguir actuando reactivamente: cuando la 'alt-right' dice algo, se llevan las manos a la cabeza, gritan con gran escándalo y les acusan de fachas, como si con la denuncia bastase para conjurar el peligro. Llevan años haciendo esto en Occidente, cada vez con más fuerza, y ahí seguimos, con el dextropopulismo creciendo en toda Europa.

Activos, no reactivos

Quizás en lugar de pensar en lo que los otros hacen mal deberíamos pensar en lo que nosotros hacemos mal. O, mejor dicho, en lo que no hacemos. Porque adoptar una actitud activa significaría proponer cosas con las que ganarse a la gente, tener un discurso, ideas, propuestas, actitudes y soluciones que conecten con los ciudadanos, y que, precisamente por eso, los alejen de las tentaciones autoritarias. Pero eso implica una tarea bastante más ardua, en particular porque supone que nuestro sistema deje de hacer mal muchas cosas y empiece a hacerlas correctamente.

La extrema derecha ha crecido gracias a personas que creían en el sistema y que dejaron de hacerlo

La extrema derecha crece porque es esperable que, en un escenario en el que mucha gente está perdiendo, se produzca una reacción, y ellos han sabido captar ese ánimo y darle una dirección, al menos en buena parte de Occidente. Fuera de España, no solo se han alimentado, como aquí, de gente de extrema derecha, sino de personas que una vez creyeron en el sistema, en los medios de comunicación, en las promesas que les hacían los políticos, en las buenas palabras acerca del futuro, en el capitalismo y en la democracia, y han dejado de hacerlo: ahora solo ven corrupción, mentiras mediáticas, intereses perversos, falta de honradez, fingimiento y cinismo.

Los responsables

A todos ellos les han dicho que hay solución, que se pueden arreglar las cosas, y además les han ofrecido unos responsables. Al hacerlo así, logran que los votantes cambien el miedo por la ira, “a menudo exacerbada por un sentimiento de traición y, en consecuencia, votan por un partido que promete un cambio radical”.

Quizás haríamos bien en olvidarnos de señalar con el dedo a los rivales, o a quienes están a nuestro lado, y comenzar a cambiar lo que va mal

Pero, por falsas que sean sus soluciones y sus argumentos, son soluciones y argumentos. Fuera de España, el resto de partidos se han limitado a tacharles de fachas y a asegurar que nos llevan a la ruina; aquí ha ocurrido lo mismo, menos el PP y Cs, que han de tener una necesaria equidistancia para no perder posibles votantes. La gente, que ha perdido la confianza en el futuro y que no ve el presente claro, no encuentra más que las soluciones que nos han conducido a esta situación repetidas por los mismos de siempre. Y entonces deciden que el cambio es una opción necesaria, aunque sea por el lado del bonapartismo.

De modo que quizás haríamos bien en olvidarnos de señalar con el dedo a los demás, o a quienes están a nuestro lado, y comenzar a construir escenarios sociales en los que la gente se sienta con menos miedo, que vea el futuro con más confianza y que tenga una mejor consideración de las instituciones. Pero eso implica ser activos, proponer otro tipo de políticas que generen beneficios a la mayor parte de la población, transformar las cosas.

Advertía George Lakoff de la importancia de los marcos en política a través de un ejemplo con el que dio título a su obra más famosa. Cuando alguien te dice "no pienses en un elefante", está fijando un marco mental del que resulta difícil escapar, porque a pesar de la negación, la imagen del elefante vendrá una y otra vez a nuestro cerebro. Y esto de “cuidado, que viene la extrema derecha”, surgido a raíz del Vistalegre de Vox, tiene esos mismos efectos negativos: todas las advertencias, los consejos y las recomendaciones sobre cómo combatir a la extrema derecha española no hacen más que poner de relieve la existencia y la fortaleza de esa corriente política.

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