Es noticia
En permanente estado de alarma
  1. Alma, Corazón, Vida
  2. Tribuna
Juan Manuel Montilla, 'el Langui'

Tribuna

Por

En permanente estado de alarma

Ojalá las personas que no tienen problemas de movilidad puedan ponerse en la piel de aquellos que hemos sentido alguna vez que el mundo no está hecho para nosotros

Foto: Fuente: iStock
Fuente: iStock

Durante los últimos meses hemos vivido una situación surrealista. Desde que se decretó el Estado de alarma, nos hemos tenido que confinar en casa saliendo únicamente para lo estrictamente necesario. Imagina que no te lo imponen por ley, sino que estás permanentemente en ese estado, que sientes que la ciudad no está hecha para que tú salgas y te des un paseo o cumplas con tus obligaciones.

Imagina que no puedes ir al teatro con amigos porque no está adaptado o el camino hasta allí supone salir con 4 horas de antelación por si un autobús se niega a llevarte. Me acuerdo ahora de mi gran amigo, Pablo Pineda, a quien conocí hace ya años rodando campañas con la Fundación Adecco. En los viajes que hicimos juntos grabando “Donde comen 2”, nos encontramos con ciudades preciosas que visitar, pero con medidas de accesibilidad muy deficitarias que nos obligaban a echarle mucho esfuerzo e imaginación. La accesibilidad no es un privilegio, sino de un derecho fundamental, pero como ocurre con muchos otros derechos, la realidad dista mucho de lo que dicta el papel.

Han sido unas semanas duras, llenas de incertidumbre y miedo, pero que nos han permitido un momento de reflexión, de empatía

Salir de casa para muchas personas con movilidad reducida puede convertirse en una auténtica yincana. Aceras estrechas, escalones en mal estado, autobuses con la rampa estropeada o directamente sin rampa, son algunas de las muchas cosas con las que nos encontramos a diario. ¿Y si tenemos que llegar al trabajo? ¿A una entrevista? ¿Al médico? ¿Buscar a nuestros hijos a la salida del colegio?

Hoy se celebra el Día Internacional de la Accesibilidad y aunque no deberíamos andar mendigando un derecho al que tenemos acceso por ley, aquí estamos, aprovechando esta ocasión para seguir visibilizando un gran objetivo a conseguir. Algunos se pueden permitir llamar a un taxi tras tres intentos fallidos esperando al autobús, pero otras muchas personas tienen que esperar al cuarto, quinto o incluso cancelar aquello que tenían previsto.

Todos encontraremos un muro, tarde o temprano: lo importante es seguir luchando por avanzar y si lo hacemos juntos, no habrá quién nos pare

Yo estaba acostumbrado a tener que esperar autobuses hasta poder subirme, pero nunca antes me habían denegado la entrada. Hace 4 años tuve que plantarme delante de un bus bloqueándolo durante tres horas. La razón: no me dejaron montarme. Al parecer mi silla de ruedas motorizada no cumplía con la normativa. Esa misma silla de ruedas, eléctrica, es la que subvenciona la Comunidad de Madrid para las personas con discapacidad: un auténtico contrasentido. Podría haberme cogido un taxi, evitar enfrentarme y perder tres horas frente a un autobús. Pero ante las injusticias, no nos podemos quedar inmóviles. Hay que actuar.

En estos días en que el país ha echado el freno y, por una vez, lo importante se ha impuesto ante lo urgente, hemos estado más cerca que nunca de hacer realidad la famosa cita de Mafalda cuando decía, enfadada, “paren el mundo que me quiero bajar”. Han sido unas semanas duras, llenas de incertidumbre y miedo, pero que nos han permitido un momento de reflexión, de empatía; un periodo donde ha aflorado más que nunca el espíritu de comunidad, de colaboración y de responsabilidad conjunta. Ojalá esto que hemos logrado como un equipo, se traslade a otros campos como la accesibilidad. Ojalá las personas que no tienen problemas de movilidad puedan ponerse en la piel de aquellos que hemos sentido alguna vez que el mundo no está hecho para nosotros.

Foto:

El coronavirus nos ha impuesto a todos un ejercicio de empatía, pero en especial a los más jóvenes que parecían ser los menos afectados ante este virus y, sin embargo, constituían una pieza clave de la solución. Así nos deberíamos sentir todos, como piezas únicas y necesarias en esta gran maquinaria que es nuestro mundo. Todos encontraremos un muro, tarde o temprano: lo importante es seguir luchando por avanzar y si lo hacemos juntos, no habrá quién nos pare.

Durante los últimos meses hemos vivido una situación surrealista. Desde que se decretó el Estado de alarma, nos hemos tenido que confinar en casa saliendo únicamente para lo estrictamente necesario. Imagina que no te lo imponen por ley, sino que estás permanentemente en ese estado, que sientes que la ciudad no está hecha para que tú salgas y te des un paseo o cumplas con tus obligaciones.

Autobús HIjos
El redactor recomienda