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Educación, una encrucijada de retos y competencias en la era digital
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Educación, una encrucijada de retos y competencias en la era digital

Curiosamente, cuanto mayor sea la incorporación de tecnología en el modelo educativo, más importantes serán el factor humano y las cualidades inspiradoras en el rol del docente

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La educación es derecho, necesidad y aspiración de todo ser humano. Es, también, una palanca de progreso social y de calidad de vida y, por ello, esencial y consustancial a nuestra existencia. Esta, en sus diferentes etapas, se extiende durante una extensa parte del ciclo vital, concentrando su esfuerzo en la juventud y ampliándose, cada vez más, con el posgrado, así como con el llamado aprendizaje continuado durante el ciclo vital. Solamente los años colegiales y la etapa universitaria suponen vincularse al pupitre más de la cuarta parte de la esperanza de vida en los países desarrollados. La suma de horas de clase, junto con las dedicadas al estudio personal, bien podrían suponer un total de más de 30.000 horas dedicadas durante la vida a la educación/formación.

Teniendo tanto peso específico en la vida de las personas, la educación, como actividad prioritaria, debería optimizarse para ser eficaz y eficiente, de tal suerte que estuviese muy claro qué se debe aprender, cómo y cuándo corresponde cada materia y, también, como deben evolucionar los contenidos y las competencias que se enseñan y ejercitan, así como las herramientas pedagógicas y las metodologías de aprendizaje; pues el mundo evoluciona y obliga a incorporar nuevos conocimientos y aptitudes.

"El lenguaje y lógica de los algoritmos son la nueva sintaxis de las próximas décadas"

Nuestros ancestros también se formaban hace miles de años en competencias y destrezas fundamentales para el entendimiento del mundo que habitaban y para su propia supervivencia. Ahora, en el siglo XXI, el gran libro del conocimiento avanza mucho más rápido, añadiendo capítulos y extensiones a diario. Por ello, la educación debe ser sensible a ello, actuar rápido e incorporar los conocimientos que el mundo actual y venidero precisan, manteniendo todo aquello que es esencia, fundamento y concepto inmutable; pero replanteando cómo añadir contenidos actuales y nuevas competencias sin mutilar elementos esenciales del conocimiento que arrastramos generación a generación y que debemos preservar.

La programación y el entendimiento de las máquinas digitales son ya tan relevantes como explicar el funcionamiento de la máquina de vapor. Una base general de conocimientos para los estudiantes y la posibilidad de ampliarla y fomentar su aprendizaje sería garantía de un mejor entendimiento del mundo digital, así como de su mejor capacidad de adaptación a lo que será —y lo es ya— requerido por parte de empresas e instituciones. La programación, el lenguaje y lógica de los algoritmos, es la nueva sintaxis de las próximas décadas (hasta que las máquinas se programen a sí mismas).

"Se debe fundamentar en la agregación de capas de progreso que dejan a la vista las más recientes, aunque no olvidan las precedentes"

Los avances de la ciencia en todas sus disciplinas se basan en un uso intensivo de herramientas tecnológicas, por lo que la formación en competencias digitales deviene en una estrategia de país que España debe afrontar para poder jugar en el actual tablero mundial de la geotecnología y la tecnogeoeconomía, en el que nos jugamos nuestra calidad de vida y la existencia de verdaderas oportunidades profesionales dentro de nuestras fronteras para las nuevas generaciones.

La educación se debe fundamentar en la agregación de capas de progreso que dejan a la vista las más recientes, aunque no olvidan las precedentes. Los nuevos conocimientos y competencias deben imbricarse en todas las asignaturas en las que proceda, para no adicionar y recargar aún más las horas lectivas.

Se clama por el cambio en el modelo educativo y en su adaptación, no solo a la evolución tecnológica exponencial, sino, también, al modelo de aprendizaje que demandan las nuevas generaciones de estudiantes, que precisan de guías y orientadores que les ayuden a seleccionar lo verdadero y lo importante entre el infinito océano de conocimientos y de información-desinformación.

Un modelo educativo acomodado

El mundo y la educación están girando actualmente a diferentes revoluciones, provocando un desacople creciente. Las novedades se acogen con temor o recelo y, en ocasiones, se les atribuyen más riesgos que ventajas; pero la educación debería estar en vanguardia; pues el actual modelo educativo tiene bastante de acomodaticio, con zonas de confort protegidas y autojustificadas por una maraña regulatoria y burocrática. Con avances que, a menudo, son básicamente cosméticos, pues pretenden ser reales bajo un espejismo de innovación docente que, en ocasiones, es solo ocurrente, errática, no duradera y confusa para los estudiantes.

Ante un universo inabarcable y creciente de conocimientos, en los que el profesor y sus libros han dejado de ser la fuente principal de sabiduría, el docente debe asumir el principal de los retos: volver a ser un maestro-orientador que provoque la curiosidad de los estudiantes y su interés por aprender. Memorizar lo que de verdad importa y no toda una sucesión de definiciones y características. Aprender literatura, filosofía o historia, no solo como un listado de autores, obras y fechas, sino sobre un contexto holístico que ayude a entender el porqué de sus creaciones o de los sucesos acaecidos. Dedicar más tiempo a aprender y ejercitar que a evaluar, pues la evaluación se ha convertido, tristemente, en el centro obsesivo del modelo educativo.

"No se ha conseguido inculcar en ellos curiosidad y verdaderas ganas de aprender; solo se les ha exigido y se les ha evaluado"

Y es que el volumen de estudiantes y su masificación desde la segunda mitad del siglo XX llevaron a esas pruebas selectivas de acceso a la universidad a cuya superación se entrega el bachillerato, preparando a los alumnos, de modo principalmente memorístico, para una prueba de unos días que solo puede valorar conocimientos y no competencias. En España, las superan más del 90% de los estudiantes, perdiendo así su carácter selectivo, salvo por su única propiedad: servir de filtro para la asignación de plazas en un intento por corregir el desajuste de su oferta y demanda.

El sistema educativo parece no dar con la tecla para motivar a los estudiantes. Muchos de ellos, sencillamente, se aburren con las jornadas de clases y la sucesión imparable de pruebas de evaluación y entregas de trabajos. No se ha conseguido inculcar en ellos curiosidad y verdaderas ganas de aprender; solo se les ha exigido y se les ha evaluado. Es muy probable que la inteligencia artificial y la ciencia de datos sean las herramientas que permitan, por fin, la personalización de la enseñanza.

"Cuanto mayor sea la incorporación de tecnología en el modelo educativo, más importantes serán el factor humano y las cualidades inspiradoras"

Curiosamente, cuanto mayor sea la incorporación de tecnología en el modelo educativo, más importantes serán el factor humano y las cualidades inspiradoras en el rol del docente: innovación educativa de base tecnológica al servicio del humanismo; tecnología como herramienta y medio y no como fin; tecnología para democratizar el acceso a la mejor educación y al logro de su mayor personalización; tecnología en contenidos, pero humanismo en la función educativa.

Es encomiable que varias y relevantes empresas e instituciones de diferentes sectores de actividad formen la Alianza por la Educación (HAZ) para transmitir a todos los actores del sector educativo la necesidad de obrar un cambio constructivo y con proyección de futuro, indudablemente necesario para una estrategia de país esperanzadora.

*Ricardo Palomo es catedrático y decano en Universidad CEU San Pablo y miembro de la junta directiva de HAZ-Alianza por la Educación.

La educación es derecho, necesidad y aspiración de todo ser humano. Es, también, una palanca de progreso social y de calidad de vida y, por ello, esencial y consustancial a nuestra existencia. Esta, en sus diferentes etapas, se extiende durante una extensa parte del ciclo vital, concentrando su esfuerzo en la juventud y ampliándose, cada vez más, con el posgrado, así como con el llamado aprendizaje continuado durante el ciclo vital. Solamente los años colegiales y la etapa universitaria suponen vincularse al pupitre más de la cuarta parte de la esperanza de vida en los países desarrollados. La suma de horas de clase, junto con las dedicadas al estudio personal, bien podrían suponer un total de más de 30.000 horas dedicadas durante la vida a la educación/formación.

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