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Mi batalla contra la ELA

Mi amistad adolescente con el futbolista Dabiz Muñoz, ahora chef estrella

No había vuelto a contactar con Dabiz desde 1999. Pero seguía de lejos su gran carrera en los fogones desde hace unos años, cuando irrumpió con fuerza en la gastronomía

Ilustración: Jesús Learte Álvarez.

Hace unos días me visitaron dos compañeros del fútbol con los que gané muchos partidos pero que hacía tiempo que no veía. En la fabulosa conversación que mantuvimos durante horas, sintiéndome muy cómodo con la naturalidad espontánea con la que esperaban mis lentas preguntas y respuestas, salió una reflexión interesante que asumimos todos los que nos hemos relacionado durante años dentro de un vestuario. Y trata sobre la conexión especial que surge entre la mayoría de nosotros.

La pareja de uno de ellos se sorprendía de que, con el cariño y proximidad con el que nos solemos tratar cuando nos encontramos, seamos tan poco dados a cuidar más la relación y hacer por vernos más. Pero lo cierto es que son decenas y decenas, bastante más de un par de cientos tirando por lo bajo, el número de compañeros que se tienen en una carrera. Y quitando dos o tres excepciones, raro es que alguno pase a ser de tu círculo íntimo de trato diario.

Gracias a Dabiz y Vallés, no sólo por la donación, también por dar visibilidad a este problema que se esconde de la actualidad constantemente

Entonces, se da una conexión especial, latente durante años, que yo comparo con la que tienen muchos hombres que coincidieron en el servicio militar. La relación se forja en un periodo de tiempo concreto pero muy intenso. En un equipo se sufre, se lucha y se disfruta en colectivo. Se tienen unos objetivos compartidos que ni siquiera se tienen normalmente con tus familiares y amigos más cercanos. Es algo instintivo y natural. De ahí que en la reciente visita que tuve, ninguno de los dos compañeros impostó nada, pese a que era la primera vez que me veían enfermo. Se dio hasta alguna anécdota graciosa con alguna pregunta íntima que solo a un compañero del fútbol se le puede ocurrir hacerme. Y que por supuesto nadie me había hecho hasta ahora.

Hago esta introducción para entender mejor el tema del que voy a hablar en esta reanudación puntual del blog. El nexo que lo une con la lucha contra la ELA es un gesto concreto de apoyo que ha tenido un conocido chef gracias a que fuimos compañeros de equipo. Dabiz Muñoz, creador de DiverXo y StreetXo y con tres estrellas Michelin, ha donado a la Fundación para el fomento de la investigación de la Esclerosis Lateral Amiotrófica (FUNDELA) 2.500 euros de la tradicional campaña solidaria de la joyería Chocrón. La marca selecciona diez celebridades, que a su vez eligen dónde destinar la donación que les cede Chocrón. Otro de los elegidos este año, el periodista de Antena 3, Vicente Vallés, también ha elegido FUNDELA. Así que, por la parte que me toca, gracias a ambos, no sólo por la donación, sino también por dar visibilidad a este problema que, como el Guadiana, aparece y se esconde de la actualidad constantemente. Y su aportación se suma al casi millón y medio recaudado por FUNDELA desde 2013. Todo dedicado a intentar vencer a está cruel asesina.

Dabiz Muñoz, protagonista de 'El Xef'.

Entre la infinidad de cosas que me ha robado la enfermedad estaba ir a visitar DiverXo y de paso saludar a Dabiz. Algo que tenía apuntado cuando aparecieron los primeros síntomas y poco a poco dejé de ir a cenar fuera. No había vuelto a contactar con él desde 1999, cuando acabó aquella temporada de juvenil División de Honor que compartimos juntos. Pero seguía de lejos su gran carrera entre los fogones, desde que hace unos años, cuando irrumpió con fuerza en la gastronomía madrileña, un diario deportivo lo entrevistó por su pasado como futbolista y canterano del Atlético de Madrid.

Hablaba allí de su gran apuesta personal y su periplo internacional desde que colgó las botas hasta que abrió su restaurante. Estaba con varios kilos más que cuando vestía de corto o que su imagen actual. Pero no tenía duda, era David, al que nosotros en juveniles llamábamos Chicho. Desconozco el origen del sobrenombre.

Él llegó cedido por aquel equipo al RCD Carabanchel, donde yo estaba. Era habitual que el Real Madrid o el club rojiblanco cedieran dos o tres jugadores a equipos en el último año de juveniles. David era muy buen futbolista, jugador ofensivo, preferiblemente de banda, rápido, habilidoso, pillo, y tan rebelde y competitivo como sigue demostrando día a día en su profesión, que mucha culpa de su éxito la tendrá seguro su formación deportiva.

Ese chaval sentía que el fútbol le molestaba y dejó de jugar. No duden de que si hubiera apostado por el balón, habría tenido una carrera interesante

Desde el principio hicimos buenas migas, en una categoría donde se comparten muchas horas de autobús para jugar en la costa levantina, Castilla-La Mancha o Extremadura. Me apoyó sincero en un problema que tuve. Y sobre el campo recuerdo disfrutar jugando con él en varios partidos, en un año donde el equipo no tuvo muchas alegrías. Luego até cabos, pero entonces no me di cuenta de que él estaba iniciando un camino que nada tenía que ver con el fútbol. Soy un año menor que él y aquella temporada cursaba COU, mientras David iniciaba sus estudios en la Escuela de Hostelería. No creo que nos llegara a confesar a ningún compañero la pasión que sentía por la cocina de un restaurante, algo muy original en el fútbol, pero sí recuerdo una polémica porque no quería ir a un viaje donde evidentemente el club le obligaba a acudir. Visto en la distancia, quizá tuviera que ver con algún plan gastronómico que tuviera ese fin de semana

El caso es que ese chaval tan pasional ya sentía que el fútbol le molestaba para sus otros objetivos y dejó de jugar. No duden de que, por condiciones y actitud, si hubiera apostado por el balón como hicimos otros, habría tenido una carrera interesante. No digo llegar a la élite, que eso jamás se puede saber, pero seguro que se podría haber hecho hueco en cualquier categoría nacional.

David apostó por la cocina, donde ‘opta al Balón de Oro’ y varios títulos internacionales. Y se convirtió en Dabiz. En 2014, cuando hice pública mi enfermedad, me contactó cariñoso por Twitter. Supongo que aquel día le pasó como me pasó a mí con él en aquella entrevista. Sabría de mí de repente, que era periodista, que todavía jugaba al fútbol y que me acababa de pasar una putada de las gordas.

Por todo eso, Dabiz eligió FUNDELA en la reciente campaña de Chocrón y me dedica unas bonitas palabras donde admite tenerme muy presente. A mí me queda la experiencia vivida, que entre millares de grandes momentos está haber conocido a Chicho. Un chaval especial, y ahí está su biografía para quien quiera comprobarlo. Y me queda, como no, el cariño de tanta gente que me hace sentirme tan querido.

Aprovecho para desearles felices fiestas y un año nuevo lleno de suerte. De la buena, claro.

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ELA David Muñoz Fundela