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A mi bola

Odien a Guardiola (si quieren), pero no hagan el ridículo despreciando su fútbol

La derrota en el Camp Nou y una racha de seis partidos sin ganar abrió la veda contra el técnico del City. Unas críticas en las que hay animadversión personal y desconocimiento

Pep Guardiola, durante un partido del Manchester City. (Reuters)

Puestos a buscar, y siempre y cuando así se quiera, pueden encontrarse varias razones para odiar a Pep Guardiola. Desde las que tienen que ver con sus inclinaciones políticas (sabido es que el ahora entrenador del Manchester City es un declarado independentista catalán, además de una referencia como futbolista y entrenador del FC Barcelona), con sus éxitos deportivos (en 7 temporadas el de Santpedor ha ganado 21 títulos, nada menos que 14 en las cuatro que dirigió al Barça), pasando por las puramente crematísticas (es el técnico mejor pagado del mundo, con una ficha de alrededor de 25 millones de euros al año).

Ahora bien, partiendo de la base de que, como dijo Unamuno, "la envidia es la íntima gangrena del alma española", los aspectos personales de un entrenador, entre los que se incluyen su ideología, no deberían ser mezclados con aspectos futbolíticos, lo cual en el caso concreto de Guardiola suele desembocar inevitablmente en el desprecio a su modelo de juego, sin duda el fruto de esa semilla llamada desconocimiento. El hecho de que Pep haya encadenado seis partidos sin ganar por primera vez en su carrera como entrenador (racha destrozada con el 0-4 al WBA en la Premier) le ha debilitado, pero solo a ojos de quienes le están esperando. La ignorancia es atrevida y hay mucho atrevido movido por la ignorancia.

"Ha convertido en monstruos a muchos entrenadores jóvenes", dijo sobre Guardiola el picapedrero Genaro Gattuso. "Jugar en el Camp Nou es como practicar otro deporte, no es jugar a fútbol", añadió el que fuera internacional italiano y ahora un simulacro de entrenador. "Guardiola no es el mejor entrenador del mundo; es el que más ha ganado", dijo otro clásico del 'patadón parriba' como Javier Clemente. "No me gusta su fútbol cuando aguanta el balón; su Barça es el único equipo que sabe jugar bien al toque, el resto son peligrosas imitaciones", añadió el que fuera seleccionador español para confirmar lo que ya sabíamos: que no tiene ni pajolera de lo que es el llamado fútbol de posición y que su patético resultadismo no es sino el refugio de su incapacidad para aportar nada al fútbol.

"¿Guardiola o Mourinho?", le preguntaron a Simeone, a lo que el argentino respondió: "Mourinho". ¿Acaso esperaban lo contrario? Al Cholo, y decir esto no supone restarle mérito a lo que ha logrado con el Atlético de Madrid, el juego le importa más bien poco. "¡Qué daño ha hecho Guardiola al fútbol!", llegó a decir un conocido periodista radiofónico tras el reciente 4-0 del Barça al City. Precisamente la visita del equipo catalán al Etihad de Manchester vuelve a colocar a Pep en el punto de mira, aunque su ineptitud (o nula disposición) para analizar el juego y mirar más allá del resultado, provocará que una vez más el tiro les salga por la culata.

Claro que para contrarrestar tanto desconocimiento, nada o nadie mejor que un futbolista que ha jugado (y entrenado) a las órdenes de Guardiola como Xabi Alonso para explicarlo: "Guardiola me ha dado un máster acelerado en fútbol. No se trata sólo de trabajar duro (con Pep repites una y otra vez las acciones hasta que se automatizan). Absorbes sus ideas porque él es microscópico en su enseñanza, tanto cuando aciertas como cuando debe corregirte. No es algo únicamente ligado a la táctica, sino más bien una filosofía". "La idea de Cruyff era literalmente jugar al fútbol. No se basaba en el control del oponente, sino en el control de la pelota y del juego. Y esto es lo que hemos hecho en el Bayern de Pep", llegó a decir el alemán Lahm.

Todo esto y mucho más lo cuenta Martí Perarnau en su libro 'Pep Guardiola, la metamorfosis', donde, además del mencionado Johan Cruyff, se citan repetidamente otros dos nombres que siempre deben ir ligados al fútbol de posición: Juanma Lillo y Paco Seirul.lo. "Si en Barcelona Guardiola se impuso por convicción, en Alemania lo ha hecho por adaptación. Adaptarse para ser capaz de imponer su propuesta. Adaptarse como un camaleón. No sobreviven los más fuertes o los más inteligentes, sino aquellos que mejor se adaptan", escribe el periodista catalán sobre el paso de su paisano por el Bayern de Múnich. "Soy mejor entrenador porque antes lo montaba todo para llegar hasta Messi y luego Messi resolvía, pero en Alemania he necesitado pensar en más opciones. He necesitado meterme hasta la cocina y esto te hace mejorar", explica el propio Pep.

Como sostiene Perarnau, si no se realiza un mínimo esfuerzo por comprender el juego, los análisis acaban siendo desalentadoramente superfluos, con lo que se acaba recurriendo a aspectos totalmente ajenos al propio juego. "Basta ojear a diario la prensa para certificarlo. Sin embargo, la creatividad es imprescindible en el fútbol, de ahí la necesidad de una mentalidad innovadora de los entrenadores".

Dice bien Martí cuando asegura que "el concepto de creatividad tiene muy mala imagen dentro del fútbol porque estamos ante un mundo voluntariamente obsoleto, anclado en paradigmas que han caducado y en el que grandes fuerzas conspiran para que nada evolucione y todo permanezca estancado en el cliché de la comunidad el fútbol y tiene un miedo atávico a la innovación". Esta es la cuestión y por eso a Guardiola se le puede odiar si así se quiere, pero nunca mezclar cuestiones personales o extradeportivas para acabar despreciando su idea de juego. No sólo es una falta de respeto, sino también una forma como otra cualquiera de hacer el ridículo.

Pep ha ganado mucho, proporcionalmente más que ningún otro entrenador, pero su verdadero triunfo es haber impuesto un estilo de juego que llevó al Barça a perfeccionar la obra de Rinus Michels, primero, y Johan Cruyff, después, para marcar una época y, por extensión, sacar al fútbol español de las cavernas donde habitaba envuelto en esa mentira llamada furia. Nunca los futbolistas y los entrenadores españoles tuvieron más prestigio, de ahí que primero Alemania y ahora Inglaterra hayan reclamado a Guardiola. Él, con una humildad que muchas veces pueda parecer impostada, asegura que a uno y otro país ha ido a aprender, aunque si le pagan lo que le pagan es para que enseñe y no para que gane "como sea", aunque esto muchos no lo entiendan o no lo quieran entender. No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más tonto que el que no quiere aprender.

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