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Jorge Lorenzo, prohibido hablar de la Ducati

El mundial de MotoGP concluye este fin de semana en Valencia. Será un final extraño con pilotos tomando contacto con sus nuevas monturas, pero con contratos que les prohiben valorarlas

Jorge Lorenzo departe con Dani Pedrosa (EFE)

Aunque parezca que en MotoGP todo el pescado está vendido, aún quedan cosas por decidir, como el nada desdeñable título de escuderías, que todavía se disputan Movistar Yamaha y Repsol Honda, de momento con una ventaja ed 10 puntos para el equipo de Yamaha. Es decir, que salvo catástrofe, tiene la corona a su alcance. Los dos últimos fiascos de Marc Márquez y la lesión de Dani Pedrosa le han costado caro al equipo de Honda, que ha perdido muchos puntos en la gira asiática.

El Gran Premio de la Comunidad Valenciana será la carrera de las despedidas y las bienvenidas, porque el domingo muchos pilotos pondrán fin a una etapa para iniciar otra, solo dos días después, en las tradicionales pruebas de pretemporada que abren la actividad invernal del campeonato, que este año será especialmente intensa a lo largo del mes de noviembre, con esos dos días de entrenamiento en el Circuit Ricardo Tormo y posteriormente pruebas diversas en diferentes circuitos (Jerez, Sepang) por parte de varios equipos. Todo antes del 1 de diciembre, fecha en la que entrará en vigor la prohibición de realizar pruebas, una veda que no se levantará hasta el 30 de enero de 2017.

Opinión
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De las 23 plazas que habrá en la parrilla de MotoGP la próxima temporada, nada menos que 10 son novedad: Jorge Lorenzo en Ducati; Maverick Viñales en Yamaha; Aleix Espargaró y Sam Lowes en Aprilia; Álvaro Bautista y Karel Abraham en el equipo de Aspar; Pol Espargaró y Bradley Smith en KTM; y Johann Zarco y Jonas Folger en el Tech 3. Por eso las pruebas que se van a realizar la próxima semana en Cheste resultan especialmente interesantes.

Hay mucho interés en ver lo que podrá dar de sí el estreno de Lorenzo con la Ducati y el de Viñales con la Yamaha. Y las otras novedades también, por supuesto. Pero tendremos que quedarnos sólo con nuestra impresión, porque los compromisos de unos y otros con los equipos que dejan impedirán que hagan declaraciones sobre sus nuevas monturas. Bastante es que Yamaha acceda a que Lorenzo ruede el martes y miércoles próximos con la Ducati, pues el contrato entre ambos no se extinguirá hasta el 31 de diciembre. La lógica exigencia de Yamaha –los contratos están para cumplirse– ha dado mucho de qué hablar en las últimas semanas.

Una Ducati entrena en Motorland (EFE)

La ley del silencio

Pocos de los que cambiarán de formación en 2017 van a poder hablar de sus nuevas motos la próxima semana. Es una situación kafkiana: podremos hablar con todos ellos, pero no nos podrán contar nada concreto sobre la moto. Sólo la capacidad de comunicación de cada uno nos permitirá desentrañar el lenguaje casi críptico que tendrán que emplear para hablar de las pruebas. O directamente, no hablar. Ya pasó algo similar el año pasado con las primeras pruebas de los neumáticos Michelin, cuando las exigencias del contrato entonces vigente con Bridgestone apenas permitían decir que los Michelin eran negros y redondos.

Esta restricción contractual afecta a más pilotos de los que cabría imaginar. Por ejemplo, Pol Espargaró, cuyo contrato actual es directamente con Yamaha, no con la escudería Tech3, por lo que no podrá decir nada sobre la KTM RC16 la próxima semana. Justo al contrario que Bradley Smith, su compañero en Tech 3 y que también lo será en KTM, que se convertirá así en nuestro interlocutor dado que él, al contrario que Pol, había firmado con la escudería gala.

El hecho de poder hablar o no sobre su primera toma de contacto no es una cuestión que preocupe en exceso a los pilotos. Lo que realmente les preocupa son las previsiones meteorológicas. Puede que llueva el domingo, pero ahora ya no es realmente importante. Lo que inquieta a todos los pilotos que se estrenan la próxima semana con sus nuevos equipos es el alto riesgo de tormentas para el martes y miércoles. Eso sí que da miedo.

Si lloviera esos días, seguramente más de uno se frotará las manos, porque eso supondría, entre otras cosas, que hasta el 30 de enero Jorge Lorenzo no podría realizar una sesión de pruebas realmente provechosa. Porque si llueve, las sensaciones no sirven de referencia. Al contrario. Un estreno en mojado puede ser contraproducente. Al nivel en que se encuentra el Mundial de MotoGP, el hecho de empezar completamente a ciegas en las pruebas del año próximo en Sepang compromete seriamente los resultados de la temporada, y eso es algo que todo el mundo sabe.

Eso supone tener sólo nueve jornadas (tres en cada circuito) de pruebas en Sepang, Phillip Island y Losail para trabajar sobre la moto de 2017, y si tenemos en cuenta que los entrenamientos en la pista qatarí apenas son aprovechables fuera de ese terreno, nos encontramos con un reducido margen de maniobra. Una vez empezada la temporada, solo se permite cinco días de pruebas -salvo en el caso de Aprilia y KTM, que por el sistema de concesiones no tienen límites a la hora de entrenar-. En situaciones de apuros, se podrían emplear esos días lo antes posible para impulsar el desarrollo, pero por lógica los equipos suelen espaciar los entrenamientos a lo largo de la temporada. No tiene sentido consumirlos demasiado rápido y quedarse sin opciones de seguir trabajando.

Reconozco que pensar en todo esto es, quizás, especular en exceso, pero es una posibilidad real e inquietante. Son cosas que es imposible prever. Pero en ocasiones el éxito es la suma de pequeños detalles, y frente al desafío de buscar nuevas motivaciones, siempre atractivas, la continuidad en un equipo es un valor añadido.

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