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Goteras taponadas entre rey padre y rey hijo

En el cumpleaños del viernes y la Pascua Militar del sábado, lo prioritario era visualizar las buenas relaciones padre-hijo en una familia presuntamente unida

Felipe VI junto a su padre, el Rey emérito, en la Pascua Militar. (EFE)

En este fin de semana se taparon las goteras familiares e institucionales que dejaron algunos desperfectos en la relación del rey padre con el rey hijo, al menos en términos de imagen. Broche feliz discretamente cocinado por el jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín, la sombra fiel de Felipe VI.

El equipo de Zarzuela empezó a pensar en el mes de julio que el 80 cumpleaños del Rey y la inmediata Pascua Militar darían la oportunidad de enderezar la situación, un tanto deteriorada desde que un mes antes sonaron todas las alarmas. Insisto, la familiares y las institucionales.

Habían pasado muchas cosas en torno a la familia y la figura del entonces rey de España, que le hicieron aparecer ante la opinión pública como un mal padre y un mal esposo. Las que precipitaron su abdicación en junio de 2014 y su salida de la foto, después de 38 años, seis meses y 11 días de reinado.

Oficialmente no se acepta que el acto del Palacio Real haya sido un desagravio al Rey emérito por su ausencia en el 40 aniversario del 15-J

Mucha culpa tuvieron el caso Urdangarin (imputado en diciembre de 2011) y la furtiva escapada del Rey a Botsuana (primavera 2012). Pero el antecedente del buen rollo televisado (foto de familia) en el cumpleaños del viernes y la Pascua Militar del sábado, hay que buscarlo en el mal rollo del 40 aniversario de las primeras elecciones democráticas.

Un vistazo a las hemerotecas de finales de junio nos hará ver lo del viernes en la Zarzuela (70 familiares y parientes invitados al cumpleaños de don Juan Carlos, con el notable vacío de la infanta Cristina) y lo del sábado en el Salón del Trono del Palacio de Oriente (las más altas instituciones del Estado en torno a la gran familia militar) como desagravio al Rey emérito por lo ocurrido el pasado 28 de junio, cuando en el Congreso SE solemnizó el 40 aniversario de las primeras elecciones libres de la transición a la democracia.

¿Desagravio? Palabra maldita en el entorno de la Casa del Rey, donde se niegan agravios pendientes de reparación respecto al trato que don Juan Carlos recibe en su papel de ilustre jubilado. Sin embargo, la clase política, los medios y la opinión pública no entendieron que no saliera en la foto evocadora de un inolvidable 15-J con hambre atrasada de libertades.

Los Reyes, junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. (EFE)

El acto, como se recordará, no se celebró cuando tocaba, el día 15, sino 13 días después, por no coincidir con la moción de censura de Podemos contra Rajoy (13 de junio de 2017). El gran ausente fue don Juan Carlos, precisamente el que abrió por dentro las puertas del franquismo para que entrase el aire nuevo y al que los historiadores dedican el protagonismo de la Transición junto a Suárez.

Su ausencia fue la comidilla. Los medios de comunicación se despacharon a gusto contra Zarzuela, cuando no directamente contra Felipe VI, al que algunos atribuyeron la decisión de no invitar a don Juan Carlos. La Casa del Rey no entró al trapo. Guardó silencio, a sabiendas de que las críticas eran injustas. Pero tampoco quiso aclarar las verdaderas razones de que aquel no tuviera sitio en el acto.

En Zarzuela se niega que hubiese agravios pendientes de reparación respecto al trato que don Juan Carlos recibe en su papel de ilustre jubilado

Y no quedaré por mentiroso si desvelo que la verdadera causa de aquella comentadísima ausencia fue un cambio de opinión de última hora (ultimísima, por ser preciso) del propio Rey emérito que, aconsejado por personas de su entorno, reclamó su presencia después de haber considerado que no procedía.

Pero todo eso es agua pasada. Si alguien tuvo dudas respecto al trato al Rey emérito en el entorno del nuevo Rey, han quedado despejadas. De eso se trataba. Felipe VI ha reunido a la familia en torno a su padre durante un almuerzo privado con 70 personas. Y luego ha aprovechado el tradicional discurso de la Pascua Militar para rendirle público homenaje: "Felicidades, Majestad, y gracias por tantos años de servicio leal a España". Palabras de Felipe VI para hacer olvidar el malentendido del 28 de junio, cuando se celebró un hito clave de la transición en ausencia del que la inventó.

Como lo prioritario era visualizar las buenas relaciones padre-hijo en una familia presuntamente unida, nos ahorramos que en la Pascua Militar alguien hubiera tenido la tentación de mencionar el artículo 8 de la Constitución, donde se dice que la misión de las Fuerzas Armadas es garantizar la soberanía nacional y “defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.

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