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Caza Mayor

2016, la Diada de los líos

Será la primera, desde 2012, en que se dispersará la concentración por los enfrentamientos internos, la desmotivación y la caída en el número de participantes

PLL.

Desmotivación y enfrentamientos internos. Por muchos carritos de barretinas que pongan en la calle y muchas chapas que regalen de Gabriel Rufián como el Donald Trump de la Cataluña independiente, todo apunta a que la Diada 2016 que tendrá lugar el próximo 11 de septiembre será bastante más deslucida que la de años anteriores. “De tanto manosear la estelada”, opina un nacionalista moderado, “se ha terminado decolorando”.

A falta de una semana para su celebración, la organización y el número de inscripciones de la tradicional manifestación de la Diada contrastan negativamente con los de otros ejercicios. Aunque públicamente la Asamblea Nacional Catalana (ANC) ha comunicado que se han inscrito más de 200.000 personas, en ‘petit comité’ reconocen que la cifra real no alcanza dicho guarismo. “Los catalanes están cansados. Más que desconectar de España, lo que realmente les sale es desconectar de su clase política. Igual que en Madrid”, añaden.

Esta Diada será la primera, desde 2012, en la que se dirá adiós a las riadas humanas y se dispersará la concentración en cinco lugares diferentes de Cataluña. El objetivo es minimizar la falta de participación. Las entidades organizadoras, ANC y Òmnium Cultural (OC), se confiesan en privado incapaces de transmitir a la sociedad mensajes que animen a concurrir. Por no tener, que se sepa, no tienen ni un lema consensuado para encabezar el evento.

Si lo del Congreso de los Diputados es el camarote de los hermanos Marx, lo de la clase dirigente en Cataluña se asemeja a un episodio de ‘Modern Family’. Las peleas entre unos y otros resultan en ocasiones hasta cómicas. Ahí están la falta de acuerdo con respecto al proceso de los partidos independentistas, los celos personales entre Puigdemont y Junqueras por ver quién tiene mejor llegada en Moncloa, las luchas internas por hacerse con el poder que ha sufrido la ANC a lo largo del último año, las envidias de OC hacia la Asamblea Catalana por el protagonismo de esta última como elemento de ‘agitprop’, etcétera. Todo un elenco de circunstancias que no ha pasado inadvertido a la ciudadanía afín al independentismo y que ha provocado que esta llegue desfondada y sin motivación.

Entre las personalidades que acudirán a las manifestaciones del 11 de septiembre, se espera al trompetista de la orquesta del 'Titanic', esto es, Artur Mas. Le acompañará al piano Carme Forcadell, a la que persigue la sombra de la inhabilitación por desafiar al Tribunal Constitucional, y Ada Colau, actualmente en un proceso de inmersión de propaganda personalizada como pocas veces se ha visto. La alcaldesa ha justificado en esta ocasión su presencia alegando que, “en este contexto excepcional, se hace más necesario que nunca salir a la calle para pedir respeto a nuestra dignidad y soberanía”.

Entre las personalidades que han anunciado su presencia se encuentran Carme Forcadell, Ada Colau y el trompetista de la orquesta del 'Titanic', Artur Mas

Como anticipa la alcaldesa, las ideas centrales en torno a las cuales girará esta edición de la Diada serán la unidad de acción política y popular, así como la defensa de las instituciones catalanas y de sus representantes ante las últimas resoluciones del Tribunal Constitucional.

Del consistorio barcelonés se espera igualmente la asistencia de los tenientes de alcalde Gerardo Pisarello y Jaume Asens, que, al igual que la ‘jefa’, se han decidido por un acto de marcado sesgo independentista. El que se ha desmarcado de la Diada es Jaume Collboni, líder del grupo socialista, que se decidió a entrar en el consistorio a invitación de Colau pensando que así salvaría a Barcelona de la autodestrucción y más bien parece lo contrario: que Colau y sus ansias de poder van camino de acabar con el PSC. A estas alturas, Collboni ya debería saber que por la noche, en torno a las Ramblas, todos los gatos son pardos.

En esta no-estrategia, consistente en que cada uno haga la guerra por su cuenta, las formaciones catalanas de izquierda, con ERC a la cabeza, han montado celebraciones alternativas en los días previos a la Diada. En concreto, el 9 de septiembre, ERC, la CUP y Podemos han organizado un acto en la plaza Catalunya de Sant Boi en conmemoración del 40º aniversario de la primera concentración popular en Cataluña tras la muerte de Franco, que tuvo lugar en esa misma ciudad en 1976. “Que la prudencia no nos haga traidores” es el lema que reza la manifestación.

Las entidades que promueven la Diada, ANC y OC, han interpretado este acto como un boicot a su iniciativa, y aunque es verdad que el de Sant Boi es un evento tradicional de periodicidad anual que monopolizan los partidos de izquierda, igual de cierto es que jamás lo habían dotado de tanto protagonismo ni se había invitado a tantos partidos a participar del mismo.

En un momento crítico para el país, en que el Congreso de los Diputados se ha convertido en un teatrillo que, con el paso de los días, va deviniendo en espectáculo barriobajero, resulta imprescindible girar el cuello y observar lo que ocurre en los distintos territorios. Los analistas han puesto el foco en Galicia y País Vasco por eso de que se celebran este mes elecciones autonómicas, llegando a la conclusión de que los resultados que allí se obtengan podrían facilitar (o bloquear definitivamente) la gobernabilidad de España.

Estos análisis, sin embargo, pecan de incompletos por dejar fuera la variable ‘C’ de ‘Cataluña’, cuando probablemente sea la más determinante. Al margen de si Feijóo saca la absoluta o Urkullu necesita de los diputados del PP para seguir en Ajuria Enea, lo que condicionará indefectiblemente la política de Madrid y la obligará a salir de su letargo serán los acontecimientos de este mes en aquella comunidad.

El presidente de la ANC, Jordi Sánchez, está tratando que el machacón referéndum unilateral de independencia (RUI), iniciativa avalada por la CUP, tenga un papel protagonista este 11-S, a pesar de que en público diga lo contrario y de no contar con el apoyo de varios de los principales líderes de los partidos que conforman Junts Pel Sí, es decir, el partido del Gobierno. La portavoz de la CUP, Anna Gabriel, lo ha venido a corroborar estos días: "El 11 de septiembre podría significar el inicio de la campaña popular-institucional en torno al referéndum".

Para más inri, dos semanas después de la Diada vendrá la cuestión de confianza a la que se someterá Carles Puigdemont el día 28, donde, muy probablemente, el ‘president’ se comprometerá a acelerar el proceso de desconexión para satisfacer las prisas independentistas de quienes le sostienen en el ‘Govern’. Allí, en Cataluña, es donde verdaderamente crujen las cuadernas del Estado español. Ese, y no otro, es el verdadero desafío.

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Carme Forcadell Artur Mas