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Confidencias Catalanas

El separatismo pierde la brújula

Tras la ruptura con la CUP, el Gobierno Puigdemont ha quedado como provisional y la ANC ha constatado que la hoja de ruta ha agotado su recorrido

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (2i), y el candidato al Congreso por Barcelona, Francesc Homs (i), durante el inicio de campaña electoral. (EFE)

La semana pasada, toda la oposición no soberanista (PP, C's, PSC y Podemos-Ada Colau), en extraña coincidencia de voto con la CUP, tumbó el proyecto de Presupuestos para 2016 del Gobierno de Junts Pel Sí (JxS). Fue la más espectacular, y sonada, derrota parlamentaria desde la reciente formación el pasado enero del flamante Gobierno Puigdemont-Junqueras.

Para los partidos de la oposición no soberanista fue un voto coherente pues, desde posiciones muy diversas, rechazan totalmente la hoja de ruta a la independencia pactada por JxS (62 diputados) y la CUP (10 diputados).

Por el contrario, para la CUP fue un gesto que revela incoherencia política, porque deja sin la mayoría absoluta de 68 escaños al Gobierno separatista. Un Gobierno sin mayoría para aprobar los Presupuestos difícilmente puede continuar, y más todavía si tiene como objetivo algo tan ambicioso -y descabellado- como conseguir la independencia de Cataluña en 18 meses. Bueno, ahora ya soólo quedan 12.

El presidente de la ANC propone reanimar al desmovilizado independentismo con un referéndum unilateral de independencia (RUI) de difícil realización

Pero como nadie -ni CDC ni ERC, que están en la coalición JxS, ni la CUP- quiere otras elecciones anticipadas, que demostrarían que el plan independentista había fracasado en solo seis meses de forma clamorosa, el 'president' Puigdemont, hombre práctico, recurrió a la única vía de salida que le quedaba: la moción de confianza… pero para septiembre. Ahora seguramente la perdería y Puigdemont, tan expeditivo como práctico, ha preferido colocar en el frontispicio de la Generalitat un cartel que reza así: “Cerrado por vacaciones hasta septiembre por falta de mayoría”. En septiembre, sabrá qué pasa dentro de la CUP, tiene tiempo para intentar negociar un nuevo pacto con los anticapitalistas, se habrá celebrado el congreso de refundación de CDC previsto para julio y -quizá lo más relevante- espera que haya nuevo Gobierno en España. Más vale trazar una nueva hoja de ruta sabiendo quién gobernará en Madrid.

Pero un Gobierno provisional -pendiente de una incierta cuestión de confianza- tiene muy poca credibilidad. Se ha visto claramente que el rey estaba desnudo. Que la mayoría absoluta independentista, fruto del pacto de JxS y la CUP, era más fantasmagórica que real, y el movimiento separatista, que sigue teniendo apoyo de la población aunque no mayoritario y con menor entusiasmo, se está deslizando hacia un proceso de crisis y de destrucción mutua.

La prueba es que el reelegido presidente de la ANC, Jordi Sánchez, en otro tiempo próximo a ICV y muy conectado ahora con algunos políticos de CDC cercanos a Artur Mas, no ha dudado en afirmar en una entrevista en 'El Periódico de Catalunya' el pasado lunes que “la actual hoja de ruta [del independentismo] ha llegado al final del recorrido”. La ANC propone ahora para movilizar al desanimado público independentista -va a someterlo a consulta de sus bases- el referéndum unilateral de independencia (RUI), que sería convocado por la Generalitat y cuyo resultado tendría efectos inmediatos: “Ha llegado el momento… de, en un plazo razonable [dentro de los 18 meses. de los que ya han pasado 12], hacer un referéndum vinculante que sea aceptado por el Estado, pero que si no es así, sea con el liderazgo de la Generalitat y el Parlament”.

Es una idea confusa que no se sabe cómo se llevaría a cabo y que habían lanzado algunas voces de la CUP. ERC no la quiere criticar pero tampoco apoyar explícitamente, y aparentemente ha cogido con el pie cambiado a CDC. El 'president' Puigdemont, en una larga entrevista a Esther Vera, directora del diario catalán 'Ara' (que se dice soberanista, pero sostiene con cautela tesis independentistas), ha dicho que es una idea más a estudiar. Y el Gobierno catalán tras su reunión de ayer afirmó que el RUI era una posible alternativa -sin abandonar la hoja de ruta- siempre que tuviera “legitimidad democrática y homologación internacional”. Como no se sabe qué oficina mundial otorga estos certificados, parece claro que el independentismo navega en un creciente mar de confusión y desorientación. ¡Cuando se queda sin mayoría parlamentaria, cree encontrar una posible salvación en un referéndum unilateral!

Homs sorprende al descalificar a la ANC, la organización transversal del independentismo, convocante de las manifestaciones del 11-S

Pero lo que nadie se podía imaginar es que Francesc Homs, el candidato de CDC en las legislativas del 26-J que en otro tiempo fue el más aguerrido portavoz de Artur Mas, desautorizara no solo el RUI sino que atacara a la propia ANC, la organización de masas transversal del independentismo que ha organizado las grandes manifestaciones del 11 de septiembre de los últimos años. Homs lleva días criticando a la CUP por haber roto la mayoría independentista, lo que es lógico, y cree que le reconcilia con los votantes moderados de CDC, o incluso de la antigua CiU. Pero lo sorprendente es que haya pasado del ataque a la CUP a la descalificación del RUI y de la propia ANC: “Cada vez los entiendo menos… los actores independentistas en lugar de replantear la hoja de ruta deberían hacer un llamamiento a la unidad y a la confianza”. También exige a la ANC que tenga más coraje a la hora de identificar el problema que supone la CUP para el 'procés': “Un pequeño partido [la CUP] ha fallado y esto es lo que se ha de resolver y hacia donde se han de dirigir las llamadas de atención”. Pero Homs no se quedó aquí sino que también reprochó a ERC que no haya querido por segunda vez -ya pasó el 20-D- una lista conjunta con CDC en las elecciones legislativas.

Y es que las legislativas del 26-J pueden suponer un cambio relevante y quizá brusco en la política catalana. En Comú Podem (ECP), la coalición de Ada Colau, ICV y Podemos, que ya ganó en Cataluña las legislativas del 20-D con 12 diputados, podría repetir el triunfo e incluso sumar algún diputado más, tanto según el CIS como según una reciente encuesta de 'El Periódico'.

Por el contrario, tanto ERC, que quedó en segunda posición con nueve diputados, como CDC, que fue la cuarta fuerza con ocho diputados (tras el PSC), están orientadas a la baja. La encuesta de 'El Periódico' del pasado sábado decía que ERC podía mantenerse o perder un diputado y que CDC, que sería adelantada no solo por el PSC sino también por C´s, quedaría en quinta posición, perdiendo dos o tres escaños.

Si fuera así. Si ECP incrementara su ventaja, si ERC y el PSC empataran, y si C´s quedara por delante de CDC, sería evidente que -tal como decía 'El Periódico'- “algo se está moviendo en Cataluña”. El independentismo no podría seguir manteniendo su actitud de mirar por encima del hombro a otras fuerzas políticas.

En las legislativas del 26-J, las listas separatistas que el pasado 27-S alcanzaron el 47,8% podrían perder casi la mitad de los votos y caer hasta el 26%

El pasado 27-S, en las elecciones catalanas 'plebiscitarias', el separatismo tuvo un 47,8% de los votos. El pasado 20-D, en las legislativas españolas, se quedó en el 31%. Ahora bajaría al 26%.

El problema para cualquier Gobierno de Madrid es que el declive del independentismo está lejos de convertirse en el fin del problema catalán. Fruto del fracaso del Estatut (por la sentencia del Constitucional) y del inmovilismo del PP durante estos cuatro años, el 53% de los catalanes votarán el 26-J (según la referida encuesta) a partidos que creen que la solución pasa por un referéndum de autodeterminación.

La confusión y la desorientación son muy altas porque, pese al fracaso de la hoja de ruta independentista -atribuible solo a sus errores-, el 26% de los catalanes votara a partidos separatistas (ERC y CDC) mientras que otro 27% lo hará a ECP, que sostiene que cualquier solución pasa por el famoso referéndum que abre un horizonte de incertidumbres. Y para multiplicar el desconcierto, ECP -que exige el referéndum con el apoyo de Pablo Iglesias- no aclara si, en caso de que la consulta se llegue a celebrar, abogará por la separación, o por permanecer en España, o si se dividirá entre las dos opciones.

El balance del Gobierno Rajoy es discutible. Creo que en economía, tanto Guindos como Rajoy se defendieron en los debates de la noche del domingo y del lunes. Por el contrario, en regeneración democrática y lucha contra la corrupción, Rajoy no aguantó los embites de (en orden decreciente) Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Sin embargo, en el asunto catalán -nada menos que el 19% del PIB español y del que se habló muy poco en el debate-, el balance de Rajoy está no ya en el tan caro a Aznar cero patatero sino en números rojos. Cierto que la situación es hoy bastante mejor que a finales de 2014, pero solo por los errores del separatismo, ya que la 'desafección' se mantiene en cotas mucho más altas que cuando Mariano Rajoy llegó al poder a finales de 2011. El inmovilismo ha sido -al menos respecto a Cataluña- profundamente desestabilizador.

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