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Confidencias Catalanas

Soraya y la Diada de Sant Jordi

La Generalitat reacciona desorientada y con cierta acritud a que la vicepresidenta presida un acto para que Sant Jordi sea reconocido como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaria (c) regala un libro al vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Oriol Junqueras (d), en presencia del presidente del Gremio de Editores, Patrici Tixis. (EFE)

En los últimos días el tren independentista ha dado muestras de desunión y bastante desconcierto. Hasta llegar -lo ha visto bien José Antonio Zarazalejos- a un punto muy cercano al ridículo, tan desaconsejado por Josep Tarradellas, el presidente que volvió del exilio en el periodo preconstitucional. Por su parte, el tren de Madrid no altera su actividad -básicamente en los tribunales- pero sí lanza indicios de un parcial y limitado propósito de enmienda.

En efecto, a la firmeza de la Fiscalía -sin dejar de anotar la ampliación del plazo en la causa contra Carme Forcadell- se le superponen ahora los trabajos de la pomposamente llamada 'operación diálogo', que se centran menos en buscar la negociación política -casi imposible con los actuales puntos de partida de las dos partes- como en una serie de gestos -en primer lugar los viajes de la vicepresidenta- que buscan la aproximación e intentan ofrecer 'pipas de la paz' a sectores de la sociedad civil catalana. Primero fue la oferta del propio Mariano Rajoy en su última visita a Barcelona -luego no bien concretada en el proyecto presupuestario porque Montoro es mucho Montoro- de incrementar la inversión pública en Cataluña, castigada más que la media en los últimos años.

Luego han sido los seguidos y bien trabajados viajes de la vicepresidenta a Barcelona. Cuando se puso en marcha la 'operación diálogo' subrayé que el hecho de que la vicepresidenta abriera un despacho en la delegación del Gobierno en Catalunya podía quedarse en nada. Lo que ha pasado es que la vicepresidenta usa poco el despacho pero se ha aficionado a coger el AVE en Atocha destino a Sants, y ha practicado incursiones en Cataluña que apuntan a una enmienda parcial de la política catalana del PP que está siendo seguida con atención -y no mal valorada- en sectores de la sociedad civil. Y tan poco acostumbrados están en la Generalitat a que el Gobierno de Madrid no riña enseñando las uñas, o amenace en los tribunales, o haga vivistas de trámite y puntuales, que la presencia amistosa de Soraya Saénz de Santamaría en la presentación de la candidatura de la Diada de Sant Jordi a ser considerada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, le ha provocado un ataque de nervios al propio Puigdemont que parece que exclamó: ¡Pero quién se ha creído esta que es para intentar capitalizar Sant Jordi!

Cuando la antigua CDC quiere llevar a ERC a la Fiscalía acusándola de grabar unas frases "autonomistas" de su nuevo número dos

El tren independentista no ha tenido sus mejores días. De entrada Puigdemont viajó dos veces en pocos días a Estados Unidos. La segunda para hacerse una foto con el expresidente Carter, que preside una fundación de signo progresista y que habría conseguido a través de Ambler Moss, un antiguo funcionario del Departmento de Estado que había sido cónsul en Barcelona y que tiene aquí buenas relaciones. Pero Carter no se quiso mezclar en el asunto catalán y la única foto fue la de Puigdemont con Ambler Moss.

Luego vino -en plena Semana Santa- el 'viernes de dolor' en el quien alguien grabó en un restaurante de Manresa una conversación de David Bonvehí, el segundo del nuevo PDeCAT, en la que decía que si el procés acababa mal, tendrían que presentar a la presidencia de la Generalitat un candidato “autonomista”. La difusión de la grabación provocó cierto escándalo y al nuevo PDeCAT, en una clara muestra de pocos reflejos, sólo se le ocurrió acusar a ERC de la grabación y amenazar con denunciar el asunto a la Fiscalía. ¡A la Fiscalía del Estado opresor, culpable de pedir penas de inhabilitación para Artur Mas, Joana Ortega, Irene Rigau, Francesc Homs…y seguramente Carme Forcadell! Naturalmente rápidamente renunciaron pero el ridículo ya se había producido.

Y para cerrar el asunto el presidente Puigdemont y el vicepresidente Junqueras presidieron el pasado viernes por la mañana un acto solemne, con todos los 'consellers' y muchos altos cargos, de reafirmación por enésima vez del compromiso con la celebración del tan prometido referéndum, algo que nadie -nadie- sabe cómo se podrá llegar a celebrar. Fue un acto para confort moral de los creyentes con poca incidencia en una sociedad desorientada y que empieza a pensar que Madrid es culpable de maltratar a Cataluña pero que el Gobierno catalán está perdiendo la brújula de navegar.

El último 'episodio' es la amenaza del cantante Lluis Llach -diputado independiente de Junts pel Sí- de sancionar a los funcionarios que no acaten la futura ley de desconexión, advertencia que la portavoz del Govern, Neus Munté, fue incapaz ayer tanto de confirmar como de desmentir.

Cuando el presidente Puigdemont no quiere asistir a un acto con Sáenz de Santamaría y sí lo hace el vicepresidente Junqueras

Este desconcierto por prometer más de lo que se puede prometar y por actuar como si el 47,8% de las plebiscitarias de 2014 fuera el 66%, contrasta con la determinación con la que la vicepresidenta está intentando el acercamiento a Catalunya. Buena prueba de ello es lo sucedido con la iniciativa de la Cambra del Llibre (que reúne al Gremio de Editores, de Escritores en Lengua Catalana y a los de libreros y distribuidores) de pedir junto al Gremio de Floristas que la Diada de Sant Jordi (el día laborable en el que la inmensa mayoría de los catalanes ocupan festivamente las principales calles y se regalan una rosa y un libro) sea considerada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La idea, comandada por Patrici Tixis, presidente de la Cambra del Llibre, y por el de los floristas, Joan Guillen, fue expuesta a la Generalitat, al ayuntamiento de Barcelona y al ministerio de Cultura de Madrid, que la acogieron con interés.

Y el acto de presentación de la candidatura celebrado en el emblemático edificio de CaixaForum en Montjuic -institucionalmente neutro- se desarrolló el pasado viernes en el clima de complicidad y satisfacción que siempre caracteriza la jornada de Sant Jordi. Hablaron Jaume Giró, director general de la Fundacion Bancaria La Caixa -la propietaria del edificio-, Patrici Tixis, el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Jaume Collboni (del PSC), el vicepresidente de la Generalitat y líder de ERC, Oriol Junqueras, que encontró precedentes de Sant Jordi en Japón, y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que se refirió a la Barcelona abierta de la que hablaba Mario Vargas Llosa, y que tras recibir una rosa roja del presidente de los floristas se sacó rápidamente del bolso sendos libros para obsequiar a Junqueras y Collboni. El público, muy representativo de sectores editoriales y culturales de Barcelona, aplaudió con satisfacción. ¡Por una vez el ayuntamiento, la Generalitat y el Gobierno de Madrid estaban de acuerdo en pedir el reconocimiento internacional para una manifestación cívica de la cultura catalana!

Es evidente que con su presencia la vicepresidenta estaba haciendo un gesto, ofreciendo una pipa de la paz, al mundo cultural catalán. Lo extraño es que pese al discurso amable de Oriol Junqueras, y a la presencia del 'conseller' de Cultura, Santi Vila (PDeCAT), la Generalitat haya reaccionado después con cierto malhumor. Al parecer se sintió agraviada por la presencia de Soraya Saénz de Santamaria, a la que recrimina haber querido presidir una petición de reconocimiento internacional de Cataluña de una fiesta que durante el franquismo se convirtió en una afirmación de la cultura y la edición catalanas.

Alguien dice que es un ataque de cuernos infantil, porque si Puigdemont hubiera asistido habría sido el presidente de la Generalitat el que habría presidido el acto. Y aquí surge un interesante interrogante: ¿Por qué no asistió Puigdemont -y luego reaccionó con acritud- y sí lo hizo con una total aparente normalidad el vicepresidente Junqueras, el líder de ERC, que no es la primera vez que coincide sonriente junto a la vicepresidenta Saénz de Santamaría?

'El Periódico' cree que algo se mueve entre bambalinas y que quizás el choque de trenes pueda acabar siendo incruento

Y la vicepresidenta no parece que vaya a perder su afición al AVE. Ayer estuvo en Tarragona para firmar -con Montoro como testigo de cargo- con el alcalde Ballesteros (PSC) un convenio para los Juegos del Mediterráneo que se celebrarán el próximo año en esa ciudad.

Fue relevante que el pasado sábado la foto del acto de Soraya, Junqueras y Collboni, mandara sin discusión en las portadas de los dos grandes diarios catalanes, 'El Periódico' y 'La Vanguardia', cosa que, sin ser extraordinaria, tampoco es habitual. Y el director de 'El Periódico', Enric Hernández, se refería el domingo a este acto, así como a la firma de las tres administraciones -en este caso de la ministra Dolors Montserrat, Ada Colau y Toni Comín, 'conseller' de Sanidad- para que la Torre Agbar de Barcelona sea la nueva sede de la Agencia Europea del Medicamento que debe abandonar Londres a causa del Brexit. Que España reivindique que la Agencia Europea del Medicamento tenga su sede en Barcelona es algo que Andreu Mas-Colell, 'conseller' de Economía de 2010 a 2015, ha juzgado en un artículo reciente en el diario 'Ara' muy relevante por su importancia industrial y económica.

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Enric Hernández se refería a los dos actos -celebrados ambos el pasado viernes- y concluía que “algo se mueve entre bambalinas, a caballo de las gestas de un procesismo sin horizonte y los destellos de una 'operación diálogo' aún demasiado difusa. Si ambos trenes aminoran la marcha, tal vez el choque resulte incruento”.

Incruento es quizás demasiado, pero sí parece que tanto en Madrid como en Barcelona hay gente, ideológicamente muy enfrentada que intentan que el choque de trenes, si finalmente se produce, tenga unas dimensiones 'manejables'. Que nadie pierda del todo la cabeza y que al día siguiente se pueda respirar y el AVE funcione con puntualidad.

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