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Dos Palabras

Por qué el ‘no’ es ‘no’, y siempre será ‘no’

Mientras siga mandando Pedro Sánchez, incluso aunque Rajoy diera un paso a un lado, que no lo va a dar, el ‘no’ se extiende a todo el Partido Popular

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante su participación en la fiesta de la Rosa del PSC en Gavà, Barcelona. (EFE)

Me cuentan que Pedro Sánchez está encantado, feliz, inmensamente satisfecho. No es porque las perspectivas de su partido en las elecciones gallegas y vascas sean buenas, que no lo son ni de lejos, sino porque su periplo por Galicia y el País Vasco le está reafirmando en su posición. Es una satisfacción personal, no colectiva. El PSOE va a sufrir un revés muy importante el próximo 25 de septiembre, en línea con lo que viene sucediendo desde el pasado 20 de diciembre: Pedro Sánchez es el líder socialista que con mayor ahínco está consiguiendo hundir a su partido en las profundidades del abismo.

Nunca un secretario general había sido tan nefasto para una organización con tantos años de historia y, sin embargo, a pesar de eso, lejos de verse contra las cuerdas, no parece que vaya a conseguir concitar una oposición a su figura lo suficientemente fuerte como para derrotarle. ¿Por qué? Pues esa es la cuestión. En cada mitin que da Sánchez encuentra lo que busca: el respaldo de las bases. No es que arranque muestras de entusiasmo a raudales, qué va… Sus mítines son muy pobres, no sabe llegar a la gente, hasta que toca el tema que le gusta: el ‘no’ a Rajoy. Es ahí donde, entonces, el público se levanta y le aplaude a rabiar.

Las bases del PSOE, la militancia socialista, está con él. Es más, si mañana anunciara un pacto con Podemos y los independentistas, aunque incluyera el referéndum de autodeterminación en Cataluña, le aplaudirían todavía más. En las bases del PSOE solo hay un elemento que suscita una enorme desconfianza, y se llama Pablo Iglesias. Pero si Sánchez cerrara un acuerdo con Errejón, no les quepa duda de que llevado a votación entre la militancia tendría un 90% de apoyo. Como lo tendrá el ‘no’ a Rajoy si en el comité federal del PSOE del próximo día 1, para evitar una envolvente de los sectores más moderados del PSOE, deja en manos de las bases la decisión sobre qué debe hacer el partido: abstenerse o votar ‘no’.

El odio que despierta el líder del PP en la izquierda es tan fuerte que hace imposible cualquier opción de acuerdo con el PP mientras Rajoy sea el candidato

El odio a Rajoy, porque es así, es odio lo que despierta el líder del PP en la izquierda, casi tanto como Aznar, es tan fuerte que hace imposible cualquier opción de acuerdo con el PP mientras el actual presidente en funciones sea el candidato. Y mientras siga mandando Pedro Sánchez, incluso aunque Rajoy diera un paso a un lado, que no lo va a dar, el ‘no’ se extiende a todo el PP. Y eso lo saben los barones. Saben que va a ser muy difícil torcer la voluntad de Sánchez, “entre otras cosas porque si le obligamos a la abstención, los que no podremos salir a la calle seremos nosotros”, me reconocía uno de ellos estos últimos días.

Solo sería posible la abstención “si les ofrecemos a los nuestros una victoria, es decir, si conseguimos que Rajoy se vaya”, y obviamente no depende de ellos, sino de lo que ocurra dentro del PP, como ya escribí en un 'post' este pasado fin de semana. De ahí que lo que cada vez parece más cierto es que ese ‘no’ va a seguir siendo ‘no’, y la posibilidad de tener un Gobierno en el mes de octubre, aunque sea a finales, que le dé tiempo de elaborar unos presupuestos de urgencia y empezar a tomar decisiones, se aleja cada día más, al tiempo que se aproxima como inevitable la convocatoria de unas nuevas elecciones para diciembre.

Un año de Gobierno en funciones. Un año de parálisis. Un año de líderes políticos que deberían estar ya jubilados pese a su edad, en el caso de Sánchez, y de haber ganado -por la mínima- dos elecciones, en el caso de Rajoy. Pero el ‘no’ es ‘no’, y siempre será ‘no’, porque en este país todavía hace falta un relevo generacional que permita la convivencia pacífica entre izquierdas y derechas sin vetos ni resentimientos. Y Sánchez se ha agarrado a ese clavo ardiendo como salvavidas para su supervivencia. Aunque se acabe quemando.

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