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Vox en Vistalegre: si esto es la España viva, yo me quedo muerta

Mucho público joven perfectamente tópico, perfectamente antagónico. Está el humilde, el currante, el que "está hasta los cojones de los moros" pero muy a favor del plasma

Imagen del acto de Vox en Vistalegre. (EC)

“Oiga, ¿esto va a Vistalegre?”. El señor, de unos 50 años, se lo pregunta al conductor del autobús mientras su mujer y su suegra buscan asiento. Son las 10:30 de la mañana en la línea 34 de la EMT. Entre los viajeros abundan los peregrinos que se dirigen a la antigua plaza de toros de Carabanchel, pero también las jóvenes sudamericanas elegantísimas y vestidas para la misa evangélica del domingo.

La política, como la religión, es cuestión de fe. Y Vox, el partido liderado por Santiago Abascal, ha congregado a sus fieles en domingo en un acto que reivindica la España viva. Su España viva, claro. Mientras, Pedro Sánchez recorría Alcobendas en mallas reivindicando la conciliación. Les dejo a ustedes las comparaciones, que yo he madrugado demasiado.

Se venden banderas por cinco euros, 'merchandising' de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. El público se agolpa a los pies de la que en otros tiempos fue cancha de baloncesto del Estudiantes y del Real Madrid. Mucho público joven perfectamente tópico, perfectamente antagónico. Está el humilde, el currante, el que “está hasta los cojones de los moros” pero muy a favor del plasma de la tele grande, ande o no ande. Y está el pijo madrileño, camisa por fuera y pelo abundante y despeinado, que acude con la novia rubia, conjuntaditos los dos con la bandera patria en una, intuyo, excursión exótica a uno de los barrios humildes de la capital. O sea.

“¿Han firmado ustedes para que se pueda estudiar en español?”, pregunta una señora a los que esperan pacientes para abrir los bolsos antes de entrar en el recinto. Un recinto abarrotado, con una prensa que espera en el burladero y al lado de la enfermería (qué bonita estampa) a que salgan los morlacos. Porque el trumpismo ha llegado a Carabanchel. No es opinión, es información. Y tomárselo a mofa es de una soberbia absoluta.

La lista de Spotify preparada para la ocasión hace las delicias de los presentes. Manolo Escobar, Nena Daconte, el himno de la Legión, el Dúo Dinámico, Nino Bravo, Café Quijano y hasta Álvaro Soler. La Guardia y Los Manolos con sus 'Amigos para siempre'. Suena Coque Malla y temo que en algún lugar del planeta al cantante le pueda estar dando un microinfarto. Yo me las sé todas porque soy una mujer sin complejos para lo musical. Aunque si esta es la España viva, yo me quedo muerta.

La lista de Spotify preparada para la ocasión hace las delicias de los presentes. Manolo Escobar, Nena Daconte, el himno de la Legión... hasta Álvaro Soler

Detrás de mí se sienta una señora que soy yo a los 16 años yendo a un concierto de Alejandro Sanz. A cualquier palabra de los ponentes responde “¡muy bien!”, grita a la mínima y cuando aparece Santi Abascal dice “¡ese es mi hombre!”. Le gritan "¡presidente!" durante unos segundos, y yo me acuerdo de que la última vez que escuché esa reacción ante un político fue durante un concierto de Julio Iglesias en Las Ventas. Apareció José María Aznar antes de serlo. Poca broma.

Un video del líder de Vox confirma que hemos venido a ver toneladas de testosterona pero cero relativismo. Con lo que yo soy. Santi Abascal toca el trigo y temo que solo al roce de su mano se convierta en pan. Porque los votantes de Vox, a pesar de estas concesiones a la cursilería, no le tienen miedo a nada y están dispuestos a defender España con todas las consecuencias. Rocío Monasterio, candidata a la alcaldía de Madrid, asegura que son “los escaños de la dignidad”. Acaba las palabras en plural con una ese rajoyesca y habla de “mano de hierro” para gobernar. “Y cuando lo consigamos, sonreiremos”, dijo. Porque si la España de Zapatero defendía la alegría, esta defiende el cabreo.

El presidente nacional de Vox, Santiago Abascal. (EFE)

Javier Ortega, secretario general de la formación, define su partido y a los que lo votan como “la resistencia”. Porque los sith son los otros, “la derecha cobarde y la veleta naranja”, “los comunistas que traen miseria”. Y si hay que tener un arma en casa para defendernos de okupas, manteros y demás calaña, pues se tiene. Se habla de “defender la familia natural” (¿alguien sabe lo que es?). De españoles de bien, de catalanes de bien. Se escuchan atronadores abucheos cuando se mencionan los nombres de Puigdemont, Torra, Iglesias, Sánchez y Carmena. Por atizar, atizan hasta a los que van en patinete (ahí sí que me veo yo reflejada).

Porque los votantes de Vox no le tienen miedo a nada y están dispuestos a defender España con todas las consecuencias

El discurso de Vox incluye miedo, mensajes sencillos que todo el mundo entiende y despiertan esa vena visceral que llevamos dentro. Un poco el “he venido a contar mi verdad” de los invitados de 'Sábado Deluxe'. Por eso, cuando se habla de tramos del IRPF y exenciones aplauden pocos, por eso cuando se habla de “invasión de inmigrantes” se recogen ovaciones.

A Abascal el discurso se lo cierra un señor del público que le grita: “Santiago, cierra y salva España”. Quiero creer que a esas horas, mientras 10.000 personas agitaban a su líder, otra España viva se estaba tomando una cerveza con torreznos en cualquier terraza. Al salir de Vistalegre se confirman mis sospechas. Están ahí. Menos mal.

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