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Susana Díaz en tres pedazos

La presidenta de la Junta de Andalucía se ha construido a sí misma como líder y referencia en el seno del socialismo español. Estas son las claves de su gestión

(Enrique Villarino)

"Vamos a marcar un nuevo camino en España”. En Andalucía, todos los acuerdos de gobierno se celebran a lo grande. Hace unos días, tras el ‘acuerdo exprés’ entre el PSOE y Ciudadanos para aprobar los Presupuestos de la Junta de Andalucía de 2016, la presidenta andaluza lo valoró con una trascendencia que sobrepasaba la comunidad autónoma que gobierna: “Vamos a marcar de nuevo un camino en nuestro paísy un camino que es bueno para los andaluces, y en ese sentido me siento satisfecha”, dijo Susana Díaz.

Con la inminencia de las elecciones generales del próximo 20 de diciembre, podría pensarse que la dirigente andaluza se refería a un futuro entendimiento en las Cortes Generales del PSOE y de Ciudadanos, tal y como ocurre en Andalucía, o que, quizás, estaba, sencillamenteofreciendo su gestión y su liderazgo como modelo exportable a toda España. En cualquiera de las hipótesis, resulta conveniente analizar las claves fundamentales de la gestión de Susana Díaz y su modelo de liderazgo para entender lo dicho. Una deconstrucción de los elementos fundamentales en los que se sustenta el dominio de la escena política por parte de Susana Díaz.

Primer trozo: control férreo del aparato

La principal dedicación de Susana Díaz, la base de todo, es el control del aparato político. Es algo que cualquier socialista andaluz, conocedor de la forma de actuar de Susana Díaz, destaca en cualquier conversación: “No ha hecho otra cosa en su vida. Conoce al Partido Socialista como la palma de su mano; en otros muchos campos se deja asesorar, pero en cuestiones relativas al dominio no le hace falta porque se trata de su principal cualidad como dirigente política”, decía esta misma semana un socialista sevillano. Cuando se observa, cuando lo explican desde dentro del propio PSOE, todo parece medido al milímetro. Cada paso, cada decisión.

En la elaboración de las candidaturas de las ocho agrupaciones socialistas andaluzas, por ejemplo, se ha descrito con normalidad en las crónicas políticas cómo el aparato del PSOE andaluz ha laminado de las listas a todo aquel que se consideraba sospechoso de tener alguna sintonía política con el secretario general, Pedro Sánchez. Solo se han incluido los fieles, aquellos que en el nuevo Congreso obedezcan las directrices de Susana Díaz, por lo que pueda pasar. ¿Lo ocurrido con Irene Lozano en la comisión federal de listas? Pues eso. Sincronía absoluta en los movimientos, desplantes medidos e impacto inesperado que deja a Pedro Sánchez a los pies de los caballos.

Isabel Morillo dejaba aquí el otro día un dato más, muy revelador: ha sido la primera vez que los comités provinciales del PSOE andaluz han recibido la 'recomendación'de la ejecutiva regional que lidera Susana Díaz de que las candidaturas se aprobasen por aclamación, sin votos. Los socialistas más veteranos no dan crédito ante esta forma absolutista de ejercer el mando. ¿Otro ejemplo más? Este lo aporta un portavoz de la oposición: “Por primera vez, en la mesa del Parlamento andaluz, donde siempre se buscan perfiles moderados, el PSOE ha incluido a tres secretarios provinciales. Eso nunca había ocurrido. Mantiene en la mesa del Parlamento la misma disciplina que en el partido, con las consecuencias que ya se están viendo de vetos inexplicables, antidemocráticos, a las propuestas de la oposición”.

Y sobre todo eso, historias que no se contarán otra vez, por repetidas, y que ya circulan como leyendas dentro de ese partido, de cómo se fue deshaciendo de los dirigentes que la obstaculizaban en su escalada, ya fueran adversarios, compañeros o mentores, hasta llegar a la Presidencia de la Junta de Andalucía.

Segundo trozo: apariencia de gestión

Los llaman los ‘martes al sol’. De forma socarrona, algunos diputados de la derecha andaluza llaman a los días en los que se reúne el Consejo de Gobierno 'los martes al sol'por la escasa, casi nula, actividad en lo que a medidas de calado se refiere. Y no les falta razón. Se puede hacer la comprobación, entrando en el linkdel histórico de las sesiones del Consejo de Gobierno andaluz. Se comprobará queen esas sesiones, lo único que abundan son las cuestiones de trámite, pura inercia burocrática, ya sean paquetes de subvenciones que caducan y se renuevan, resoluciones sobre modificaciones patrimoniales o municipales.

La periodista Carmen Torres desvelaba hace unos días, a raíz de los 100 primeros días de gobierno, la sorprendente instrucción que ha dado la presidenta andaluza, Susana Díaz, a los suyos: “Con la gestión no se ganan elecciones”. Toda una declaración de intenciones, definitiva para conocer el carácter político de la presidenta de Andalucía. Lo importante, lo esencial, es hacer política; apariencia de gobierno. ¿Y eso cómo se consigue? Con el discurso. Un ejemplo nítido: cuando se cumplieron los primeros 100 días de gobierno, en septiembre pasado, el vicepresidente de la Junta y consejero de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, hizo balance y dijo: “Ha sido el periodo más productivo desde el inicio de la autonomía".

¡El más productivo de toda la autonomía! ¿Y qué ha ocurrido en esos 100 días? Eso es lo extraordinario, que han sido 100 días de parálisis gubernativa porque ha cogido el verano de por medio, porque el Gobierno en pleno se despejó la agenda política durante todo el mes de agosto, y porque, además, la mitad de esos 100 días la propia presidenta ha estado de baja maternal. Pese a ello, ya se ve: podría haberse conformado el vicepresidente con un prudente “ha sido un periodo fructífero”, pero no: el más productivo de los últimos 30 años.

Tercer trozo: liderazgo y populismo

Susana Díaz se ha construido a sí misma como líder y referencia en el seno del socialismo español. Cuando alcanzó la presidencia de la Junta de Andalucía por la dimisión de José Antonio Griñán, se deshizo del traje de partido para su imagen pública y se transformó, con una sucesión de intervenciones, en la líder política que quiere ser. Irrumpió en el panorama nacional con fuerza, casi con asombro, y aquella mujer, que era una auténtica desconocida, logró acaparar todas las miradas con discursos muy medidos y pensados, alejados de los extremos, con guiños continuos a los ciudadanos. Como dijo de ella Felipe González, al hablar de los problemas de los principales partidos políticos, “la crisis de liderazgo no se corresponde con la personalidad de Susana Díaz, que sí tiene capacidad de liderazgo y la demuestra cada día, hasta en su lenguaje corporal”.

En ese recorrido hacia la cumbre, efectivo y fulgurante, el apoyo fundamental de Susana Díaz, la clave de bóveda de su pensamiento político, el ‘cerebro gris’ que la acompaña siempre, ha sido Máximo Díaz Cano. Inteligente, culto y sectario a partes iguales, dicen de él. Y discreto, habría que añadir. El perfecto número dospara una mujer como Susana Díaz, que acapara todo el protagonismo. Pero¿de dónde ha salido Díaz Cano? A Máximo Díaz Cano lo rescató Griñán de la irrelevancia y debió ser entonces cuando, al aterrizar en Sevilla, vislumbró en Susana Díaz las cualidades de una gran líder política, empatía y populismo.

Cuando el PSOE perdió las elecciones en Castilla-La Mancha, donde había desarrollado toda su trayectoria política en el Gobierno manchego, Díaz Cano apostó, como coordinador de campaña, por Carme Chacón como secretaria general del PSOE. Pero Chacón fracasó en el congreso federal frente a Rubalcaba y Díaz Cano tuvo que volverse a su puesto de funcionario en la provincia de Ciudad Real. De allí lo rescató Griñán y, con el paso de los años, Máximo Díaz Cano ha retomado con Susana Díaz la ‘asignatura pendiente’ de alcanzar todo el poder dentro del PSOE. Cuando Susana Díaz dice, como hace unos días, “vamos a marcar de nuevo un camino en nuestro país”, ya podemos calcular cuál es la ambición y de dónde salen las palabras.

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