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"Sánchez y Casado necesitan unas pésimas relaciones"

El presidente del Gobierno prefiere como interlocutor de la oposición a Casado frente a Rivera, porque el catalán es “más amenazante” para los intereses electorales del PSOE

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el encuentro con el nuevo líder del PP, Pablo Casado. (EFE)

La reunión que mantienen hoy el presidente del Gobierno y el recién elegido presidente del PP, Pablo Casado, es calificada de “muy táctica” por fuentes socialistas y “oportuna” por populares. Según algunos representantes cualificados de Ferraz, Pedro Sánchez quiere darle a Casado el estatuto de liderazgo de la oposición y convertirle lo antes posible “en referencia política e ideológica” para confrontar sus tesis y sus políticas y evitar que “Rivera oscurezca a un Casado que necesita crecer como líder porque aún no lo es”.

El presidente de Cs es mucho más amenazante para los intereses socialistas. En el PSOE, se prefiere al presidente del PP que al de Ciudadanos porque “los equilibrios del bipartidismo imperfecto se mantendrían”. Una posición muy lógica desde el punto de vista socialista: ahora Sánchez —ahí están las últimas encuestas (la del Grupo Heraldo de Aragón del pasado domingo y los barómetros de La Sexta, a la espera del CIS de este jueves)— está drenando mucho voto de Podemos (los sondeos lo sitúan en torno al 16%) y ha disminuido el flujo de los sufragios que migraban del PSOE hacia Ciudadanos.

Si la situación del Gobierno de Sánchez no se deteriora más, como apuntan la derrota parlamentaria sobre el techo de gasto y la mala gestión de la huelga del taxi, entre otros temas que se le han torcido al Ejecutivo, el PSOE aspira a instalarse en el 30% de voto estimado en los sondeos y, desde ese porcentaje, afrontar una convocatoria adelantada de elecciones. Aunque se asume tanto en Moncloa como en Ferraz que “en el futuro habrá que ir a coaliciones de gobierno o a pactos de legislatura”, los socialistas y el PP quieren ser cabeza de león en ambos bloques: el de centro izquierda y el de centro derecha, respectivamente.

Sánchez recibe a Casado en La Moncloa por primera vez

Casado tiene tres problemas —que se reconocen muy renuentemente en la sede del partido en la calle Génova— y que consisten en la falta de integración del marianismo en la ejecutiva nacional (“eso sOlo sucederá cuando el papel de Soraya se clarifique definitivamente, lo que no será antes de octubre”), en la amenaza de una extrema derecha que representa Vox (“sabemos que están ahí”, dicen en Génova) y la opa permanente de Ciudadanos a los sectores más liberales de su electorado.

“Sánchez y Casado necesitan mantener unas pésimas relaciones”, una interlocución de confrontación que oculte a Iglesias por un lado y a Rivera por otro. Fuentes del PP y del PSOE son perfectamente conscientes de que no habrá acuerdos entre los dos dirigentes. La oferta de Sánchez a Casado es retórica: en el PP no “hay espacio para apoyar la actual política del Gobierno con Cataluña, tampoco para compartir la migratoria, especialmente después de los fuertes ataques socialistas a las medidas de Rajoy y a las declaraciones del propio Casado”. Otras políticas (infraestructuras, por ejemplo) tienen “distinto perfil”. En aquellos temas políticos álgidos, el entendimiento será “imposible”. Fuentes populares, sin embargo, recuerdan que el Gobierno tendrá su colaboración si las circunstancias obligasen a plantearse una nueva aplicación del 155 en Cataluña: “Nuestra mayoría absoluta en el Senado es segura para ese fin”, dicen en Génova.

El PSOE aspira a instalarse en el 30% de voto estimado en los sondeos y, desde ese porcentaje, afrontar una convocatoria adelantada de elecciones

En el PP se reclaman elecciones con la boca pequeña. Recién salido de un congreso extraordinario y con un líder que no alcanza en valoración a Rajoy (tiene un porcentaje alto de desconocimiento entre el electorado general), Casado necesita tiempo y concentrar todo su esfuerzo en Andalucía, en donde ha mantenido —“era inevitable”— a Moreno Bonilla como candidato a la Junta. Unas generales anticipadas en otoño le sobrevendrían “a contrapié”. De ahí que el nuevo presidente del PP —aunque haya declarado “estar listo” para unos comicios— prefiera ir abordando el calendario paso a paso: Andalucía en otoño y en mayo de 2019 europeas, municipales y las autonómicas que correspondan. El tiempo es esencial para Casado por razones organizativas y para articular un doble discurso: frente a Ciudadanos y frente a Vox para delimitar el espacio, y ante el PSOE para contrastar su programático discurso en el 19º congreso que le eligió.

El único partido que reclama con plena convicción la celebración de elecciones es Ciudadanos. Rivera ha absorbido ya el impacto de la moción de censura, y con la elección de Casado tiene delimitado su terreno de juego: por la izquierda, las políticas de Sánchez, que complacen más a sectores que han votado a Podemos que a los de centro izquierda; por la derecha, las de Casado, que debe taponar fugas por dos flancos. El catalán y sus colaboradores trabajan en una estrategia centrista, liberal y para mayorías. Tienen cartas en la manga, pero las enseñarán después del verano.

La rapidez con que Sánchez ha invitado a Casado y la de este aceptando el encuentro se inscriben en un tablero político “muy complejo”

La rapidez con que Sánchez ha invitado a Casado y la de este aceptando el encuentro se inscriben en un tablero político “muy complejo y con muchos temas calientes”, según reconocen fuentes socialistas, mientras que las populares no sabían este miércoles qué tipo de discurso adoptaría Casado tras su entrevista con el presidente del Gobierno. Desde Moncloa, filtrarán impresiones de la conversación, pero no habrá declaraciones expresas, que se remiten a la rueda de prensa de mañana de Isabel Celaá, tras el Consejo de Ministros.

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