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Emboscadas

Esos molinos de viento que acaban cortando las alas

El desarrollo de las energías renovables debe compatibilizarse con la conservación de los espacios naturales y la biodiversidad que albergan. Ni un solo molino, ni una sola placa solar contra la natura

Las aves pueden verse afectadas por los parques eólicos. (SEO/Birdlife)

Mirar pero no ver es la norma. Por eso, pocos entenderán por qué mantengo que una sola antena de televisión puede destrozar tus atardeceres u ortos preferidos. Si eres urbanita y sedentario, esas varillas de metal llegan a afectar la totalidad de tus asomos por la ventana durante el resto de tu vida.

La dieta visual de las mayorías ya es más indigesta que la comida basura. Lástima que no abunden los exigentes a la hora de preferir la contemplación de lo no modificado y, por tanto, bello, limpio y sano. Por eso, no ver cuando miras es una fuente inagotable de mal gusto, de insensibilidad e indiferencia. Multiplicada por la caída masiva de casi todos los ojos en el pozo de las pantallas. Por eso, si queremos arreglar algo de lo mucho estropeado de este planeta, todo comenzará por aprender a ver, optar por las miradas admiradas.

"Arrecian los planes de mutilar los mejores panoramas del país para instalar parques eólicos"

Si es así en lo muy local y personal: ¿cómo calificar la colocación de artefactos mucho más grandes en líneas del horizonte enteras? ¿Cómo no oponerse cuando esas lontananzas que redimen tu gusto y tu libertad son las más altivas, hermosas y vivas de una región o de un país entero?

Y, sobre todo: ¿tiene el más mínimo sentido destruir paisajes vivos para intentar frenar el calentamiento cuando existen miles de otros lugares mucho más adecuados?

Opinión

La pelea por minimizar la catástrofe climática no puede saldarse con la destrucción de la natura.

Poco, o nada, resulta ahora mismo más necesario y urgente que sustituir la totalidad de la energía producida quemando combustibles fósiles. Bienvenidas, pues, las leyes y las iniciativas empresariales que buscan ese objetivo. Pero hay que tener una infinita mayor ambición en cuanto al uso del tiempo y del espacio para tales fines.

Recordemos que, en cuanto al calendario, las cosas no pueden ir más retrasadas. Nada menos que 40 años. Las ubicaciones, por su parte, resultan demasiadas veces demasiado erróneas. Incluso manifiestamente destructivas.

Paisaje de la cordillera cantábrica libre de molinos. (Jose Luis Gallego)

Es que arrecian los planes de mutilar los mejores panoramas del país para instalar parques eólicos —también granjas solares— que nos proporcionen la preciosa y preciada energía limpia.

A lo que debemos sumar que la contradicción más dolorosa es, insisto, cuando algo manifiestamente necesario y oportuno para luchar contra la demolición del clima se convierte en la peor agresión a los paisajes y sus inquilinos no domesticados. Para empezar, cada día nos alcanzan más informes de un considerable número de aves a las que las aspas de los molinos eólicos, que el viento hace girar a notable velocidad, cortan las alas. Pero no es ese el peor de los impactos.

Hay que sumar la contaminación acústica, la accesibilidad de los lugares más agrestes, la pérdida de identidad de las poblaciones rurales y, especialmente, la ruptura de la continuidad de los espacios naturales. Por cierto, muchos de ellos actualmente protegidos por diferentes leyes.

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Buena parte de la cordillera cantábrica, las merindades del norte de Burgos y, desde hace poco, el más bello perfil de Extremadura. El último disparate de los planificadores, que parecen odiar la serena belleza de los ápices serranos, es situar en la vertiente más occidental de las Villuercas toda una retahíla de estos enemigos del silencio, la soledad y la natura. Por ejemplo, en el término cacereño de Garciaz, uno de los posiblemente más afectados, se yergue la dehesa mejor conservada de todo el país.

Grulla muerta en un parque eólico. (Gurelur)

Si casi todas las peleas de corte ecológico son duras y casi siempre infructuosas, la de tener que oponerse a lo que tú mismo has propuesto, desde siempre, como imprescindible alcanza la condición de insoportable. Sobre todo porque desgarra la confirmación de que muchos de los poderes no se han enterado prácticamente de nada, por mucho que se les llene la boca con los desarrollos sostenibles, los objetivos del milenio y la lucha contra la catástrofe climática.

Lástima que teniendo, como tenemos, un ejemplo de ubicación perfecta para un parque eólico no se haya generalizado seguir ese camino. En uno de los polígonos industriales de las Palmas de Gran Canaria, las aspas giran sobre las naves, los viales, los talleres, en suma, sobre el asfalto y el cemento. Ni una sola instalación fotovoltaica debería estar en lugares que no sean ya tejados. Es decir, todo lo dispuesto a recuperar el clima debe ser colocado en lugares ya por completo modificados y que apenas afecten a la VIDA. Necesitamos muchos molinos, ojalá hubiera 10 veces más, pero allí no. AQUÍ.

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