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Elíseo 2017

Las elecciones que más importan en Francia no son las de Le Pen contra Macron

Las legislativas de junio son los comicios que determinarán la estabilidad del futuro Gobierno galo. Y la perspectiva para el líder de En Marche! es mucho más sombría que en las presidenciales

Un cartel electoral del Frente Nacional arrancado en Tulle, Francia, en abril de 2017. (Reuters)

Emmanuel Macron se ve presidente y, aunque la prudencia le invita a concentrarse en la segunda vuelta contra Marine le Pen, prepara también las legislativas del 11 y 18 de junio. De ellas depende la estabilidad de su eventual futuro gobierno.

Macron ha presentado candidatos en las 577 circunscripciones en juego. La mitad de los puestos será ocupada por miembros de la sociedad civil, según ha decidido En Marche! El resto podría venir de políticos de todo signo, pero Macron no quiere una doble militancia. Si algún socialista, centrista o juppeista de Los Republicanos quiere salvar su escaño, deberá renunciar a su antigua militancia y hacer campaña vestido con los colores del macronismo.

Opinión
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Ganar las presidenciales otorgaba en el pasado la casi seguridad de obtener una mayoría en las legislativas. La irrupción de un nuevo partido como En Marche!, creado hace apenas un año, la crisis de los partidos de gobierno y el empuje de Marine Le Pen dibujan un nuevo panorama.

Macron quiere creer que si los franceses le eligen como presidente, le otorgarán también los escaños suficientes para evitar el bloqueo legislativo. Pero nada es seguro y el joven aspirante lo sabe. Por eso sus colaboradores están trabajando a izquierda y derecha por si En Marche! no llega a los 289 diputados que le darían la tranquilidad de la mayoría. Macron había ya recibido cientos de apoyos de socialistas, centristas y conservadores, que veían peligrar sus puestos de diputados ante la debilidad de sus partidos y la pujanza del recién llegado.

Coalición PSF-Macron

Las divisiones en el Partido Socialista culminaron el 23 de abril con la explosión interna que ha seguido a la humillante eliminación de su candidato. Los frondistas que han apoyado a Benoît Hamon en poner obstáculos al mandato de François Hollande son una minoría dentro del partido y no cuentan para decidir cuál será la línea seguida para las legislativas, pero podrían impedir acuerdos parlamentarios si se alían con los ecologistas más radicales y la extrema izquierda. El ala izquierdista del PSF, anti-Macron y anti-Valls, no ha dudado en llamar a votar por el aspirante de En Marche! contra LePen, pero ya ha anunciado que en la futura Asamblea combatirán- si son elegidos- el "social-liberalismo de Macron".

De momento. Hollande y sus fieles, encabezados por el actual Premier, Bernard Cazeneuve, trabajan para obtener los votos que les faciliten formar una coalición con En Marche! El todavía presidente sueña con llevar adelante con Macron las reformas que sus camaradas radicales le impidieron concretar durante su mandato. Y sobre todo, intenta despejar el fantasma de la debacle de 1993, cuando el PSF tuvo que conformarse con 57 diputados.

Alejado del aparato, Manuel Valls, que fue el primero en votar a Macron y traicionar así su promesa a Hamon, llama a sus tropas (unos 50 diputados) a "formar parte de la futura mayoría presidencial, gubernamental y parlamentaria que se deberá construir". La corriente de Valls no es mayoritaria en el PSF y, como en otras circunscripciones donde el PS se presenta, Macron ya ha anunciado candidato contra el propio exprimer ministro.

Jean Luc Mélenchon, deprimido tras su fracaso en la primera vuelta, se enfrenta ahora a la pelea con el Partido Comunista para repartirse las circunscripciones. El PCF le apoyó sin entusiasmo en las presidenciales, pero a la hora de decidir la implantación nacional y obtener representantes en la Asamblea, los aliados recientes volverán a enseñarse los dientes. La eliminación del líder de La Francia Insumisa el domingo pasado es una buena noticia –dentro de lo malo- para los comunistas, que hubieran perdido peso específico para las legislativas, frente al empuje personalista de Melenchon y su propio partido el Parti de Gauche.

Un primer ministro de derechas

Si hay una familia política que espera la revancha en las llamadas tercera y cuarta ronda de las presidenciales, ese es la de Los Republicanos (LR). El partido del centoderecha, frustrado por el desastre de François Fillon, ya elucubra incuso con obtener una mayoría suficiente para optar al puesto de Primer Ministro. La Constitución francesa le otorga el poder de dirigir el país al partido mayoritario en la Asamblea y ese es el objetivo que podría cerrar las heridas de los conservadores.

Macron ya había lanzado las redes sobre alguna de las personalidades de LR. Al llamamiento acudieron raudo exministros como Bruno Le Maire o presidentes de regiones, como el de Provenza-Alpes, Costa Azul, Christian Estrosi. No han quedado muy bien con sus camaradas de partido.

Los Republicanos deberán hacer la paz interna antes de lanzarse a la victoria en junio. La derrota de François Fillon, que ha anunciado que no participará en la campaña, ha destapado la olla de los enfados. Alain Juppé, el perdedor de las primarias, se ha vengado diciendo que la derrota se explica por la personalidad del candidato y por el programa elegido. Juppé vuelve a insistir sobre los valores que según él debería defender el partido: una "derecha humanista, liberal y europea". Un copyright que ya ha inscrito Macron y que dícilmente será del agrado de sarkozistas y otras familias de la derecha.

En todo caso, Los Republicanos, o al menos una parte, tiene ya un candidato a primer ministro. Se trata de Fançois Baroin, que estaba destinado a ese puesto si Fillon hubiera ganado. Una apuesta de consenso interno y que quiere moderar también la dureza del programa fillonista. Baroin ha manifestado su disposición a dirigir un futuro gabinete si la derecha y los centristas de la Unión de los Demócratas e Independientes (UDI) llegan a los 288 diputados. Optimismo para olvidar el 23-A.

Marine se multipllica

Marine Le Pen sigue concentrada en la segunda vuelta, intentando convencer de que puede ganar. Para ello, ha lanzado su gancho a los insumisos de Mélenchon. Le Pen define a Macron como el representante de la "Francia sumisa" y las encuestas le otorgan asi un 18 por ciento del electorado de extrema izquierda. Como se ha repetido estos días, solo el trato a la inmigración separa realmente los programas del FN y de Melenchon.

Le Pen sabe también que votantes de Fillon no ocultan su disposición a optar por ella y que una gran abstención, unida al voto nulo y al blanco le haría también soñar con la Presidencia.

En todo caso, las legislativas podrían ser motivo de alegría también para el FN. A pesar de que el sistema mayoritario no le favorece, de los dos diputados actuales, Marine Le Pen podría llegar a los 50, según algunos expertos. Más de los 35 de los que disfrutó en 1986, cuando el socialista François Mitterrand impuso la proporcional para perjudicar a la derecha.

Emmanuel Macron tiene menos de dos semanas para cerrar una histórica victoria. Un mes más tarde deberá rubricar el éxito - si lo obtiene- en las elecciones legislativas, si no quiere converirse en un Presidente sin mayoría y, por lo tanto, sin poder real.

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