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Las tres voces

Merkel, Trump y el Nuevo Atlantismo

No resulta reconfortante cuando un país al que EEUU convirtió militarmente a los valores liberales tiene hoy que recordarle a aquel la importancia de dichos valores

Angela Merkel habla a los familiares de los soldados alemanes destinados en el extranjero, en la Cancillería en Berlín, el 14 de diciembre de 2016 (Reuters)

El 7 de diciembre de 1941 Japon atacó Pearl Harbor. Cuatro días mas tarde Hitler declaró la guerra a los EEUU. Atacado en esos dos frentes la Unión respondió del modo que es conocido, y el 8 de mayo de 1945 recibió la rendición en Reims de las fuerzas armadas alemanas. El 2 de septiembre llegó la rendición de Japón. Fue un verdadero terremoto, no solo estratégico sino también político. Habían ganado los conservadores. Pero los conservadores liberales, los que además de sostener un orden basado en la propiedad y el orden, lo basaban también en el contrato social, el Parlamento y los Derechos Humanos.

Esto planteaba un reto difícil al conservadurismo en general y no solo al europeo, ambos teñidos de 'ethos' autoritario. Piénsese que el gran sovietólogo americano George Kennan consideró siempre a Hitler un "caballero cristiano" hasta que firmó el pacto de no agresión con la URSS. Al aviador Lindberg le llevó mas tiempo. Solo dejó de ser pro nazi cuando Alemania declaró la guerra a los USA. Pero el reto fue sobre todo para el conservadurismo europeo, pues todo él, salvo Inglaterra, Suiza y la Francia Libre de De Gaulle había caído en su vertiente autoritaria. De la Península Ibérica mejor no hablar.

En cuanto al macizo continental, el nazismo había fagocitado al Zentrum alemán y el fascismo al catolicismo italiano. De hecho, en la marcha sobre Roma, muchos de los estandartes de las provincias los portaban sacerdotes con sotana y alzacuello. Visto el nuevo panorama, el Vaticano recuperó del exilio americano a su único sacerdote liberal, Dom Sturzo, y creó la Democracia Cristiana, a la que se acogieron Alemania, Bélgica e Italia. Con ello se creó un nuevo orden, pero no el que habían defendido las potencias totalitarias, sino una Pax Americana, conservadora sí, pero liberal también.

En el orden internacional el desafío para Washington era estructurar una Europa en ruinas y con una Alemania dividida. Para empeorar las cosas, el Este de Europa había caído en manos de Stalin. Esta vez los EEUU no siguieron el multilateralismo beato de la Sociedad de Naciones. Confiaron la defensa del Continente a una organización militar, la OTAN, sostén de su visión democrática del mundo en el Viejo Continente, y reflotaron la economía europea con un Plan que recibió el nombre de Plan Marshall.

Así continuaron las cosas hasta que en 1991 dos acontecimientos estratégicos vinieron a alterar el panorama de la victoria de 1945. La URSS implotó y Alemania se reunificó.

Se ha discutido mucho sobre lo que hubiese procedido hacer. Clinton escogió extender la OTAN al Este. Fue vano el testimonio contrario de Kennan, que profetizó los peores males si aquello llegaba a prosperar. Lo cierto es que la OTAN se extendió y que las profecías de Kennan terminaron por cumplirse.

Dejando ahora el tema OTAN, y sin querer ni poder entrar en las causas de que Donald Trump haya terminado en la Presidencia de los EEUU, lo cierto es que el mensaje de felicitación de la Sra. Merkel al nuevo mandatario ha sido sorprendente. Dice así: "Alemania y América están vinculadas por valores democráticos de libertad y respeto por la ley y la dignidad de la persona con independencia de su origen, color de la piel, religión, género, orientación sexual u opiniones políticas. Ofrezco al próximo Presidente de los Estados Unidos una cooperación estrecha sobre la base de esos valores"

La pregunta obligada es: ¿qué otros valores podrían venir del país que desembarcó en Normandía para imponer en Europa un orden liberal que hoy es el de Alemania y el de todos nosotros? Conviene reflexionar sobre esta cuestión que va a ser clave en los próximos años. No sabemos todavía si Trump va a ser un Jesús Gil u otro Teddy Roosevelt, un Berlusconi o un Hofer. Pero sea cual sea su definición parece claro que se está inaugurando un nuevo capítulo en la relación transatlántica. Veo difícil que acabemos todos bajo el liderazgo liberal alemán, como sugiere Carol Giacomo del Consejo Editorial del New York Times. Pero que el país convertido militarmente al liberalismo por los EEUU advierta a los EEUU de que solo quiere colaborar con el sobre la base de valores liberales, resulta inquietante.

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