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Facebook está fuera de control: por qué lo mejor que puedes hacer es dejar de usarlo

La desconfianza en Zuckerberg y su capacidad para solucionar el último escándalo es tal que ya se han iniciado campañas animando a eliminar tu cuenta de la red social. Hasta nunca, Facebook

Mark Zuckerberg, creador de Facebook. (Reuters)

Mentiras, filtraciones de datos y balones fuera. Es, a grandes rasgos, lo que ha venido haciendo Facebook durante los dos últimos años, tal y como revela el último escándalo que ha golpeado a la red social. La consultora Cambridge Analytica, contratada por el equipo de campaña de Donald Trump durante las presidenciales de 2016, 'robó' los perfiles de más de 50 millones de votantes en EEUU para intentar influenciar su voto en favor del ahora presidente. Facebook supo desde agosto de ese mismo año que algo iba mal, que se habían incumplido sus términos de uso más sagrados. Y no solo no puso remedio sino que, además, lo ocultó.

Es la constatación de algo que se venía sospechando desde hace tiempo: Mark Zuckerberg ha perdido el control de su propia creación. Completamente.

Los periodistas Nicholas Thompson y Fred Vogelstein​ lo analizaron hace un mes en una detallada investigación para la que hablaron con más de medio centenar de actuales y antiguos trabajadores de la red social. Y su conclusión fue demoledora: el "techno-optimismo" de Zuckerberg le ha hecho creer que la tecnología puede solucionarlo casi todo por sí misma, en una suerte de 'mano invisible' digital; Facebook es neutral, es solo una plataforma que no debe intervenir en el contenido que suben los usuarios, ha argumentado desde siempre su creador. El problema es que si no intervienes, ni regulas, ni dedicas suficientes recursos a tiempo para evitar el uso indebido de una página con más de 2.200 millones de personas registradas, ocurre lo inevitable: puro caos.

[Relacionada: "¿Facebook? ¿eso qué es?" Musk se une al boicot y cierra las cuentas de Tesla y SpaceX​]

Esa es justo la situación en la que se encuentra ahora mismo la red social tras las últimas revelaciones sobre Cambridge Analytica: la gente ya no sabe si su información personal va a ser usada con o sin su permiso para algo que desconoce, los inversores han perdido la confianza (ayer Facebook se desplomó en Bolsa casi un 8%), y Zuckerberg está desaparecido, no ha dado ninguna explicación de un incidente que supone una seria amenaza para la estabilidad y el futuro compañía. De hecho, lleva desde el 2 de marzo sin actualizar su propio perfil.

#deletefacebook

Una de sus últimas apariciones sonadas fue el pasado octubre... para pedir perdón. "A aquellos a los que he hecho daño este año, les pido disculpas, intentaré hacerlo mejor. Por las formas en las que mi trabajo ha sido utilizado para dividir a la gente en lugar de unirla [léase fake news y su influencia en las elecciones que llevaron a Trump a la Casa Blanca], pido disculpas, intentaré hacerlo mejor", escribió en su cuenta personal. ¿Pedir perdón otra vez solo cinco meses después? Sería dispararse (de nuevo) en el pie.

Más aún después de esa tremenda escenificación que tuvo lugar a mediados de enero, ese gran salto de ser una red social que vomita vídeos virales y noticias falsas a centrarse en mostrar el contenido que publican tus amigos para hacernos sentir mejor. Zuckerberg escribió dos extensas notas en las que quería romper con todo, marcar un antes y un después, pasar página de esos dos horrorosos años de infierno. Y parecía que lo había conseguido. Hasta hoy.

El fiasco de Cambridge Analytica confirma que probablemente sea demasiado tarde para enderezar Facebook

El escándalo de Cambridge Analytica supone un recordatorio de todo a lo que está dispuesto a llegar Facebook para cubrir sus errores de gestión. El problema no está en el 'retargeting' o el 'microtargeting', es decir, en analizar millones de perfiles anónimos y agregados para servir mejores anuncios o para afinar las campañas electorales en busca del voto. Eso se llevaba haciendo desde hace años. En el 2008 y, sobre todo, el 2012, la campaña de Obama pasó a la historia por su brillante uso de estas técnicas y las redes sociales para pescar votos. Y funcionó.

Stephen Bannon, el jefe de campaña de Trump durante las elecciones presidenciales de 2016. (Reuters)

En 2016, Trump, de la mano de Stephen Bannon, hizo algo parecido, pero sin escrúpulos: contratar a Cambridge Analytica para hacerse de forma ilegal con 50 millones de perfiles en Facebook, de los cuales apenas 270.000 habían dado permiso expreso para ceder sus datos y que estos fueran usados con fines políticos. Esa es la gran diferencia entre una y otra campaña política. Que Bannon y Alexander Nix, jefe de Cambridge Analytica​, intentaran engañar (con éxito) a la red social es secundario. El verdadero problema es que Facebook no investigó correctamente el alcance real de semejante fallo en sus políticas de privacidad.

Y lo realmente preocupante es que llueve sobre mojado. Tanto que Facebook navega a la deriva en mitad de una inundación que ya no sabe cómo detener. El fenómeno de las 'fake news', los 'bots' rusos, la elección de Trump y su rol en todo lo anterior han noqueado a Zuckerberg. Su estrategia desde el 2016 ha sido primero negar todas las acusaciones para luego reconocerlas a medias y más tarde tener que sincerarse del todo, pedir perdón y anunciar grandes cambios y propósitos de enmienda.

Sobran los ejemplos. En 2014, tras comprar WhatsApp, Facebook dijo que nunca compartiría datos de usuarios entre la aplicación de mensajería y la red social de forma automática. Año y medio después anunció que comenzaría a hacer justo eso. En mayo de 2016 se descubrió que los empleados de la unidad de 'Trending Topics' eliminaban de forma sistemática noticias sobre el partido conservador de EEUU. Facebook lo negó. Tres meses después despidió a todos esos empleados, admitió errores, y dejo la unidad en manos de algoritmos.

En noviembre de 2016, Zuckerberg llamó locos a aquellos que le preguntaban si las 'fake news' en la red social habían podido influenciar el resultado de las elecciones en EEUU. Dos años después puso la compañía patas arriba en un intento de eliminar las noticias falsas de la plataforma. En octubre de 2017, reconoció que 10 millones de personas habían visto anuncios comprados por grupos rusos para influenciar la campaña electoral en favor de Trump. Poco después se descubrió que la cifra real fue de 126 millones.

(Reuters)

Así, mentira tras mentira, despiste tras despiste, balón tras balón fuera. El fiasco de Cambridge Analytica confirma que probablemente sea demasiado tarde para enderezar Facebook, para volver a convertirlo en eso que nos hizo unirnos hace años: un lugar en el que estar en contacto con nuestros amigos. La red social se ha convertido en una gigantesca e incontrolable maquinaria de venta de datos personales capaz de ayudar a poner y quitar presidentes de EEUU o hacer triunfar el Brexit.

Edward Snowden resumió todo esto de forma brillante en un solo tuit: "Las empresas que hacen dinero almacenando y vendiendo datos detallados de las vidas privadas de la gente se les describía hace tiempo sencillamente como "empresas de espionaje". Pasar a llamarlas "redes sociales" es el engaño más exitoso desde que el "Departamento de Guerra" [de EEUU] se convirtió en el "Departamento de Defensa".

La desconfianza en Zuckerberg y su capacidad para solucionar el entuerto es tal que ya se han iniciado campañas como #deletefacebook animando a eliminar tu cuenta de la red social. Sin perfil en Facebook, la compañía no puede cruzar tus datos con los de WhatsApp. Y en Instagram de momento no contamos toda nuestra vida. Son dos males menores con los que aún es posible sobrevivir. A su hermano mayor se le ha acabado el crédito. Hasta nunca, Facebook.

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