Las manzanas picadas de la cesta

A la basura y sin mirarlas. No se les puede prestar ninguna atención porque no la merecen. Ni siquiera en este post, que es meramente informativo. Lo escribo sin mirarles, sin leerles. Sin pensar en ellos.

Una de las partes más duras y difíciles de desarrollar la participación de una web es sin duda la moderación. El arbitraje. Intentar adecuar un control hacia algo que parece mejor cuanto más libre pero que, como los líquidos, requiere de un cristal. De lo contrario se torna incontenible.

No es ni de lejos una tarea que me disguste. Creo que ser obrero, inquilino y arquitecto es una experiencia inmejorable.  Nadie mejor que un residente para comprender las necesidades del entorno. Recalco que no es una tarea que disguste, lástima, que sí acarree algún que otro disgusto.

La razón, la del título. Las manzanas picadas de las cesta. Popularmente denominados como trolls , de un tiempo a esta parte están apareciendo en un número más que molesto. Sujetos que minan, no mi paciencia que es lo de menos, sino la de otros lectores y su disfrute de este periódico.

Un amable lector me recomendaba hace un par de días este enlace. Un artículo en el que explican perfectamente los quehaceres de estas gentes, que dedican su tiempo a destruir lo que otras personas disfrutan. Quizá porque ellos se ven incapaces de disfrutar de nada.

Recientemente uno de estos personajes se salió con la suya. Consiguió que un lector muy activo y respetado de esta comunidad abandonara de forma indefinida sus conversaciones. Sus acciones obtuvieron su repercusión deseada y, aunque para muchos no sea más que un lector, para mí significó todo un desencuentro.

Principalmente porque lo que tenemos entre manos es algo más que un simple cajetín donde opinar. Y desde los que leen sin escribir y los que opinan una vez y ya está, hay un gran abanico de lectores... hasta llegar a los que consideran esto como uno de sus entretenimientos y ejercicios intelectuales más importantes del día. Y esto impresiona. En un sentido más que positivo cuando ves que los pasos dados llegan a buen puerto, y en un sentido horrible cuando ves que un canalla ha conseguido arrebatarle a alguien algo que para él era más que importante.

Los que me conocen saben que sólo secundo un refrán: el tiempo pone a cada uno en su lugar. No creo que haya mayor verdad. El de los canallas es estar lejos de estas páginas. El de ustedes, escribirlas. Infórmense sobre su manera de actuar y sabrán cómo reaccionar. Mientras, yo haré lo que esté en mi mano para nada de eso ocurra.

Desde hoy queda escrito en el tablón. "Por favor, no alimenten a los trolls".

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