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Enrique Iglesias, el semen de oro del pop
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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Enrique Iglesias, el semen de oro del pop

El cantante protagonizó en 2014 uno de los vídeos más vistos del año. Nuevo hito de una carrera marcada por la feroz competencia con su padre

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Este artículo comienza con un flashback escalofriante: Dos de junio de 1991, aguas cristalinas de Miami, los hijos de Raphael y Julio Iglesias juran bandera rojigualda en una espectacular ceremonia celebrada en el buque insignia de la Armada española, el Juan Sebastián Elcano… 

Antes de que se pongan ustedes a bramar -si a Julio Iglesias le gusta tanto España. ¿por qué no paga sus impuestos en España?- convendría hacer una matización. Nadie duda de que Marc Márquez se quiere ir a vivir a Andorra para burlar al fisco español, pero Julio Iglesias sí tenía algún motivo profesional (aunque también estuviera relacionado con el parné) para instalase en Miami en 1978: convertirse en una estrella global del pop (variante latino castigador). Lo logró él y lo han logrado ahora sus herederos. O el milagro de las aguas de Miami. 

Este reportero entrevistó a Julio Iglesias hace unos años. A la pregunta ¿qué ha aportado Miami a su carrera?, el crooner respondió: “Miami me ha aportado el beat. Pasar de cantar sobre una guitarra rítmica sin ritmo, porque no lo tenía, a cantar sobre una que sí lo tenía”.  Una respuesta menos romántica a la pregunta sería la siguiente: Miami le aportó el músculo industrial. La ciudad estaba entonces empezando a construir su identidad actual como capital de la multimillonaria industria del pop latino global. 

Y aquí, en el Miami de ayer y hoy, es donde se unen las carreras de Julio Iglesias y Enrique Iglesias: el padre fue pionero y el hijo recoge ahora los frutos. La lista de vídeos musicales más vistos de 2014 en Youtube está copada por artistas de la órbita miamera: Enrique Iglesias (Bailando), Wisin (con Jennifer Lopez y Ricky Martin), Shakira y Pitbull encabezaron el ranking en España. A nivel mundial, Iglesias y Shakira ocupan la segunda y tercera posición, solo superados por Katy Perry. Conclusión: El rodillo latino controla el pop mundial con mano de hierro. 

Sobre cómo Miami estandarizó los sabores de la música latina ya hablamos aquí. Lo que nos interesa ahora es ver cómo Julio Iglesias y Enrique Iglesias se pasaron el relevo del pop latino de manera poco amistosa. Y cómo Enrique vendría a ser una versión sofisticada (independientemente de si es mejor o peor artista) del producto cultural que fue su padre. Si Julio tuvo que hacer las maletas y hacerse un hueco en Miami/EEUU, Enrique Iglesias (1975) es un producto 100% floridiano, ya que vive en Miami desde los siete años (1982): Desde su más tierna infancia, Enrique Iglesias ha mamado puestas de sol rosas, resorts de ensueño, camisas de lino blanco, rostros achicharrados, hilo musical de Emilio Estefan y dantescas escenas de pijerío latino. En dos palabras: El beat. En una palabra: ¡Weah!

Siempre lo sospechamos, dado el obsesivo y lucrativo interés de la prensa rosa por la familia Iglesias, pero ahora que Enrique es número uno mundial, se ha certificado: el semen de Julio Iglesias vale su peso en oro.

El drama de esta historia es la feroz competencia entre padre e hijo. Se dice que Julio no tenía ni idea de que Enrique iba a seguir sus pasos: se enteró al mismo tiempo que el resto de los mortales

“Quiero ser artista, como mi padre y mi hermano”, contó Rodrigo Iglesias al Hola. Llegados a este punto, habrá quien alegue que este artículo ha dado el salto de la música al cuore, pero es que en el caso del clan Iglesias ambos campos son inseparables (y dan forma al show business latino).

Muchos se rieron cuando Enrique Iglesias se subió a un escenario: que si estaba muy rígido, que si no sabía cantar, que si no tenía carisma. Exactamente las mismas acusaciones que sufrió su padre

Muchos se rieron cuando Enrique Iglesias se subió a un escenario por primera vez: que si estaba muy rígido, que si no sabía cantar, que si no tenía gracia. Exactamente las mismas acusaciones que se hicieron y se siguen haciendo a su padre. Acusaciones que, por cierto, tienen algo de cierto. Es verdad que cantar lo que se dice cantar, los Iglesias no cantan mucho, por no decir casi nada, algo que Julio ha reconocido en varias ocasiones. Ocurre que eso no hace más que subrayar los méritos del patriarca del clan: o cómo convertir tus exagerados límites artísticos, incluido una aguda timidez inicial, en carisma sexual susurrante. Poca broma con los tropecientos millones de discos que ha vendido Julio.

Con Enrique ha pasado tres cuartos de lo mismo: cantaba y se movía sobre el escenario igual de mal que el padre y, para colmo, no tenía el mítico desparpajo sexual cuñadista de Julio (clave en parte de su éxito). Para entendernos: La diferencia entre padre e hijo es parecida a la que separa a Juan Carlos I de Felipe VI (o se es campechano o no se es; del jiji-jaja al muermo). Y sin embargo, Enrique ha vuelto a hacerlo: otro Iglesias de número uno mundial. Es la hora, por tanto, de que pase el siguiente. De que Rodrigo, que lleva toda la vida flotando en relajantes aguas jacuzzianas de Miami,  rompa las listas de éxitos y convierta al semen de Julio Iglesias en el objeto más lucrativo de la historia del pop mundial. Máximo respeto

Este artículo comienza con un flashback escalofriante: Dos de junio de 1991, aguas cristalinas de Miami, los hijos de Raphael y Julio Iglesias juran bandera rojigualda en una espectacular ceremonia celebrada en el buque insignia de la Armada española, el Juan Sebastián Elcano… 

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