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Peio H. Riaño

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Peio H. Riaño

El MACBA debe despedir al Consorcio

El museo catalán de arte contemporáneo es la institución más politizada de España, sometida a una presión política insoportable por parte del órgano de gobierno compuesto únicamente por políticos

Foto: Plana mayor de la política cultural catalana y española: Josep Vilarasau, Ferran Mascarell, Liceu Joaquim Molins, Artur Mas, José María Lassalle, Jaume Ciurana y Roger Guasch, de izquierda a derecha, en el Liceo de Barcelona. (EFE)
Plana mayor de la política cultural catalana y española: Josep Vilarasau, Ferran Mascarell, Liceu Joaquim Molins, Artur Mas, José María Lassalle, Jaume Ciurana y Roger Guasch, de izquierda a derecha, en el Liceo de Barcelona. (EFE)

La dimisión del director del MACBA, Bartomeu Marí, no es la consecuencia de un enfrentamiento laboral en el seno del museo público, tal y como la Comisión Delegada de la institución se adelantó a comunicar ayer. “Lamenta profundamente que el desencuentro entre profesionales haya trascendido el ámbito dialogante y constructivo que debe presidir la relación entre los responsables de una institución pública y la haya situado en el centro de una polémica no deseada”, explican en el comunicado que informaba de la renuncia de Marí y de la decisión del exdirector de llevarse por delante al Conservador jefe, Valentín Roma, y del Jefe de programas públicos, Paul B. Preciado, por “pérdida irrecuperable de la confianza”. Él mismo les había contratado en enero para esos cargos.

No es un enfrentamiento laboral, es censura descarnada y descarada. El escándalo levantado por Marí sobre una obra que, al parecer, comprometía a la maltrecha imagen del anterior rey de España ha destapado la falta de autonomía de una institución atrapada en una paradoja sin consenso: es el museo más politizado de España y aspira a ser el reflejo más arriesgado de la vanguardia artística actual. No es la primera vez que saltan las chispas en estos casi treinta años, desde que “el MACBA nació en 1988 con la creación del Consorcio". Sucede cada vez que los organismos independientes tratan de convertir el museo en un ente independiente.

Para entendernos, el organigrama de este museo cuenta con una figura que no existe en otro y que ejerce una presión política insoportable sobre la institución. Al frente de este Consorcio –una unidad de intervención política en el arte- está la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Fundación Museu d’Art Contemporani de Barcelona.

El Consorcio está presidido por Artur Mas; Xavier Trias, vicepresidente primero; José María Lassalle, vicepresidente segundo; seis vocales de la Generalitat; seis del Ayuntamiento de Barcelona; cinco de la Fundación; dos por el Ministerio. Por otro lado, la reina Doña Sofía es la presidenta de honor del Patronato, presidido por Leopoldo Rodés (presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo de la Caixa), responsable de la gestión de la Fundación MACBA y el museo. De hecho, quien comparece ante la prensa para resolver el escollo es el director del Consorcio, Jaume Ciurana. El Patronato, al margen.

Tampoco podemos definir cuáles son las funciones de estas figuras en el organigrama, porque no hay información sobre los objetivos de los órganos de gobierno, tal y como denuncia la Fundación Compromiso y Transparencia. En los informes que emite esta organización, el MACBA aparece como uno de los museos más opacos. Ni siquiera están publicados los Estatutos que definen los límites del Consistorio, la Fundación, el Patronato, etc. Es decir, ¿ante quién responde el director?

El escándalo no es el rey a cuatro patas, el escándalo es el imperdonable brote de autocensura de Bartomeu Marí y su decisión de clausurar la exposición La bestia y el soberano, coproducida con otra institución a la que no se le ha consultado su parecer. El escándalo es la prueba de la falta de autonomía e independencia de nuestras instituciones culturales, entendidas por quienes las sufragan con dinero público como complacientes máquinas masturbatorias levantadas a su favor. Un centro de arte contemporáneo no es una tienda de chucherías, sino un lugar de discrepancia y conflicto.

El debate ha sido destruido, el arte descalificado, las buenas prácticas manchadas por la política. El MACBA ha quedado herido de muerte, ha perdido su crédito, su credibilidad, no cuenta con la legitimidad para cumplir su objetivo: “reunir un fondo de arte representativo de las principales tendencias del arte contemporáneo: “Reunir un fondo de arte representativo de las principales tendencias del arte contemporáneo”. Debe refundarse, debe despedir al Consistorio, expulsar a los políticos del templo que han puesto en cuestión arte, artistas y director. Ahora aseguran que quieren inaugurar una nueva etapa en el museo. Catalanes échense a temblar: gerentes en vez de directores, como ya ocurre en La Virreina.

La dimisión del director del MACBA, Bartomeu Marí, no es la consecuencia de un enfrentamiento laboral en el seno del museo público, tal y como la Comisión Delegada de la institución se adelantó a comunicar ayer. “Lamenta profundamente que el desencuentro entre profesionales haya trascendido el ámbito dialogante y constructivo que debe presidir la relación entre los responsables de una institución pública y la haya situado en el centro de una polémica no deseada”, explican en el comunicado que informaba de la renuncia de Marí y de la decisión del exdirector de llevarse por delante al Conservador jefe, Valentín Roma, y del Jefe de programas públicos, Paul B. Preciado, por “pérdida irrecuperable de la confianza”. Él mismo les había contratado en enero para esos cargos.

Transparencia Xavier Trias
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