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Todos contra Javier Marías: así conspira España contra el futuro Premio Nobel
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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Todos contra Javier Marías: así conspira España contra el futuro Premio Nobel

Un grupo de figurantes persigue al escritor por Madrid para hacerle la vida imposible... O eso se deduce de la lectura de sus columnas. De 'El show de Truman' al show de Marías

Foto: El escritor Javier Marías (montaje: Carmen Castellón)
El escritor Javier Marías (montaje: Carmen Castellón)

Javier Marías escribió hace unos días en 'El País Semanal' un artículo contra Manuela Carmena -'La capital maldita'- que ha dado mucho que hablar. El párrafo más celebrado fue el siguiente:

"Ya no hay sábado ni domingo del año en que la ciudad no sea intransitable y sus principales arterias no estén cortadas durante diez o doce horas, las centrales del día. Jornadas 'peatonales', infinitas maratones y carreras por esto o lo otro, concursos de monopatines, permanente adulación de los ciclistas fanáticos. En la última jornada reservada a las bicis, 70.000 individuos salieron a pedalear por todo el centro (siempre todo en el centro, puro exhibicionismo y ganas de fastidiar). Por muchos ciclistas que sean, no dejan de ser una 'minoría'en una ciudad de casi tres millones, igual que los de las carreras y otras abusivas zarandajas. Es decir, se complace a las minorías más gritonas y exigentes, siempre en detrimento de la 'mayoría'. Muchos de esa mayoría han de llegar al aeropuerto o a la estación en domingo o sábado, o ir a almorzar, y el reiterativo capricho de unos pocos les impide llevar su vida seminormal. Eso tiene el nombre de discriminación".

¿Qué podemos decir ante estas palabras? Pues que Javier Marías ha vuelto a hacer lo que nadie hace mejor que él: convertir la política en un egotrip costumbrista. En efecto, ni la izquierda ni la derecha comprenden que el verdadero crimen de Carmena no es ni la túnica de los Reyes Magos ni la Operación Chamartín, sino cómo la alcaldesa atenta contra los derechos humanos gastronómicos de Javier Marías. Ahora bien, uno también puede tomarse este asunto de otra forma: 


 

Los adictos a los columnas semanales de Javier Marías sabemos que lo más importante que ha pasado en este país en los últimos años no es ni la crisis financiera, ni los recortes, ni el 15M, ni la abdicación del Rey, ni la caída del bipartidismo, ni el desmorone del PSOE… sino cómo España entera conspira para que Javier Marías no pueda ir a almorzar o pasear tranquilo por la calle. Ni en el Irán de Jomeini, oigan.

Infierno en la selectividad

Los alumnos de selectividad se vieron este año ante la penosa tarea de analizar un texto de Javier Marías sobre la sobreprotección a los niños; tema pedagógico de gran complejidad, sin duda, pero que en las mágicas manos del escritor se convierte en otro fascinante egotrip del serial 'La masa descerebrada contra Javier Marías':

El escritor ha vuelto a hacer lo que nadie hace mejor que él: convertir la política en un egotrip costumbrista

"Hoy los niños nacionales son una especie de idolillos a los que todo se debe y por los que se desviven incontables padres estúpidos. Están sobreprotegidos y no hay que llevarles la contraria, ni permitir que corran el menor peligro... Pues bien, visité un lugar con muralla larga y enormemente elevada. El adarve es bastante ancho... y los huecos entre las almenas son lo bastante grandes para que por ellos quepa sin dificultad un niño de cinco años, no digamos de menos… Aquella muralla, sin embargo, era una romería de criaturas correteantes de todas las edades, y de cochecitos y sillitas con bebés o casi, no siempre sujetos con cinturón o correa. Algunos cañones jalonan el trayecto, luego los padres alentaban a los niños a encaramarse a ellos (y quedar por tanto por encima de las almenas) para hacerles las imbéciles fotos de turno. Miren que me gusta caminar por adarves, recorrer murallas. Pero cada paseo se me convertía en un sufrimiento por las decenas de críos que triscaban por allí sueltos como cabras... A veces pienso que estos padres lo que no toleran es que a sus hijos les pase nada a manos de otros; pero cuando dependen de ellos, que se partan la crisma”, escribió Marías con su característica, ¡EJEM!, prosa periodística fluida.

Contubernio internacional

Lo crean o no, el acoso callejero a Marías ha traspasado fronteras, como contaba hace poco el escritor en otra columna en 'El País' ('¿Puedes no fotografiar algo?'): "Estaba unos días en Fráncfort y me acerqué a ver la Casa-Museo de Goethe. Ya saben ustedes lo que pasa a menudo en esos recorridos por los museos, exposiciones y demás: uno empieza más o menos a la vez que otro u otros visitantes y ya no hay forma de quitárselos de encima...". En esta ocasión, el acosador, era “un individuo menudo, con bigotito y aspecto vagamente árabe" que "me pidió que le hiciera una foto con su móvil". ¡Atiza!

Espeluznante ofensa que le valía a Marías para volver a recordar, cómo no, la incesante conspiración urbana contra su persona: "El problema es que hoy todo transeúnte anda con móvil-cámara en mano, y que fotografía cuanto se le ofrece, tenga o no interés, y como además no hay límite, todos tiran diez instantáneas de cada capricho, luego ya las borrarán. He visto a gentes retratando no ya a un músico callejero o a una estatua humana, no ya un edificio o un cartel, no ya a sus niños o amistades, sino una pared vacía o una baldosa como las demás. Uno se pregunta qué diablos les habrá llamado la atención de un suelo repugnante como los del centro de Madrid. Quizá los churretones de meadas (o vaya usted a saber de qué) que los jalonan, lo mismo en época de Manzano que de Gallardón que de Botella que de Carmena, alcaldes y alcaldesas sucísimos por igual. Caminar por mi ciudad siempre ha sido imposible: las aceras tomadas por bicis y motos, dueños de perros con largas correas, contenedores, pivotes, escombros, andamios, manteros, procesionarios, manifestantes, puestos de feria municipales, escenarios con altavoces, maratones, 'perrotones', ovejas, chiringuitos y terrazas invasoras...".

Samba da rúa

En efecto, como si de un remake de 'El show de Truman' se tratara, un ejército de figurantes se moviliza a diario en varias ciudades del mundo para hacer la vida imposible a Javier Marías. Merece la pena FANTASEAR HASTA EL DISPARATE sobre esta trascendental cuestión política...

El pasado martes por la noche, sin ir más lejos, Javier Marías se disponía a leer su ajado ejemplar de 'Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy' (traducción de Javier Marías) en su sillón de orejas. En ese momento, sus vecinos ecuatorianos del piso de arriba -actores españoles que participan de la conspiración, en realidad- pusieron reguetón a un volumen ensordecedor. Preso de la ira, Marías empezó a aporrear el techo con una escoba, pero la única respuesta que obtuvo fue la de una fogosa mujer caribeña que le llamó “papi chulo”, le pidió que moviera su cuerpo 'slow' con el 'dembou' y le dijo que si le gustaba el “mmm” le podía traer el “mmm”...

'Papi chulo'

Terrorífico, sí, pero esto no es todo...

La última vez que Javier Marías salió a almorzar, una multitudinaria rúa carnavalera liderada por Carlinhos Brown le esperaba a la puerta de su casa. Horrorizado, el escritor huyó escaleras arriba, pero la turbamulta le persiguió aporreando tambores y soplando vuvuzelas. Atrapado en el descansillo, Marías se vio obligado a encabezar una conga con un tocado indio en la cabeza... Cinco horas después, los sambistas le depositaron derrengado en su domicilio...

En serio: no son maneras de tratar a un futuro Nobel de literatura por muy cascarrabias que sea y por muy paródica que sea su indignación pureta permanente. ¿Qué le está pasando a este país? ¡Qué pena, de verdad, qué pena!

Javier Marías escribió hace unos días en 'El País Semanal' un artículo contra Manuela Carmena -'La capital maldita'- que ha dado mucho que hablar. El párrafo más celebrado fue el siguiente:

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