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Rosa Díez no va a ir a ARCO: Felipe y Letizia pueden respirar tranquilos
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Carlos Prieto

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Rosa Díez no va a ir a ARCO: Felipe y Letizia pueden respirar tranquilos

Crónica de una jornada conceptual en la feria de arte internacional

Foto: La obra y la polémica
La obra y la polémica

Hay un hilo secreto en la Historia del Arte que une el urinario de Duchamp con los tuits de Rosa Díez. 102 años de arte conceptual resumidos en Arco 2019.

He estado en ARCO. Lo primero que he visto ha sido a María Dolores de Cospedal (y a su pareja, Ignacio López del Hierro). No unas esculturas de Cospedal y López del Hierro, no, a los Cospedal y López del Hierro reales (aunque usted solo los haya visto por televisión, existen de verdad). Entonces he mandado un mensaje por WhatsApp: “Estoy con Cospedal y López del Hierro. En ARCO”. Y me han contestado: “Pero no estás con Rosa Díez”. No entendía nada; hasta que han adjuntado el pantallazo del siguiente tuit:

Rosa Díez ha anunciado a sus 97.600 seguidores: “No voy a ir a ARCO 2019”. Sin más. Se entiende que es su forma de protestar por la-obra-más-polémica-de-ARCO-2019: el ninot de Felipe VI de Santiago Sierra y Eugenio Merino (que vale 200.000 euros y cuyo comprador se compromete a prenderle fuego antes de un año).

Pero los motivos de Rosa Díez son lo de menos. También es lo de menos si a alguien le importa que Rosa Díez se quede en su casa haciendo congas en lugar de ir a ARCO. Lo importante es el bonito homenaje involuntario a Duchamp. Lo importante también es que el tuit de Rosa Díez es una herramienta pedagógica para explicar el estado del arte a día de hoy.

Pongamos que yo quiero generar una gran polémica en ARCO 2020 con una obra incendiaria de arte político. La pieza sería la siguiente: una reproducción gigante del tuit de Rosa Díez, de veinte metros de largo por quince de ancho, que se venda a 150.000 euros, y cuyo comprador se comprometa a prenderle fuego frente a la sede de UPyD (cuando se disuelva el partido) o frente al Monumento a la Constitución.

Que Rosa Díez se quede en su casa haciendo congas en lugar de ir a ARCO es lo de menos

Mi obra -llamada ‘Yo soy Rosa Díez y usted no lo es’- generaría una gran controversia: Rosa Díez montaría un quilombo en Twitter, el comité central de ARCO valoraría censurarla, los periódicos se rasgarían las vestiduras. Pero mi obra no solo generaría malestar y mal rollo, sino una gran labor social: los periodistas tendrían material para escribir sin parar sobre ARCO y los periódicos harían visitas... Pero más allá de cinismos, más allá de que mi intención fuera (o no) la mera provocación y más allá de la efectividad del arte político en un contexto tan industrial y mediático como es ARCO (ejemplo: la polémica anual se vuelve previsible cuando todo el mundo la está esperando), mi obra sobre Rosa Díez quizá cumpliera una de mis tareas como artista político: comprobar cuáles son los límites de la libertad de expresión en España a esta hora de la mañana y si esos límites se pueden ampliar o no (que igual no es poco con la que está cayendo).

Pues todo eso es lo que está pasando ahora mismo en ARCO con el ninot de Felipe VI, y lo que pasó en los años anteriores con las obras controvertidas de turno.

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Portada de 'La Razón'

Pero volvamos al principio: desde que el urinario de Duchamp cambió las reglas del arte en 1917, lo importante ya no es tanto la obra en sí, como el concepto, el proceso y el contexto. Lo conflictivo del ninot de Felipe VI no es la escultura en sí, sino todo lo demás: si yo presento la misma escultura del borbón, la bautizo como ‘¡Viva el Rey!’ y la vendo como homenaje a la corona, no hay lío ninguno. Pero si digo que hay que prenderla fuego, hay follón. Y si digo que el comprador puede quedarse con la calavera que hay dentro del ninot y grabar todo el proceso incendiario (obra calcinada susceptible quizá de exponerse o venderse más tarde en modo instalación), llegamos a la obra de arte como concepto.

Y de eso va un poco ARCO (y la Historia del Arte, que se ha enroscado tanto las últimas décadas que es difícil saber dónde queda la agitación cuando -casi- todo es negocio). Para no perderse en ARCO hay que asumir que una ampliación gigante del tuit de Rosa Díez es susceptible de convertirse en la bomba de relojería de ARCO 2020. Una vez asumido esto, pueden relajarse, disfrutar con el espectáculo y dejarse llevar por una feria gigantesca con aires de supermercado. O no.

Rosa Díez sí va a ir a ARCO; con una escopeta de cañones recortados... Que nooooooo... Felipe y Letizia -que visitarán ARCO este jueves- pueden respirar tranquilos: Rosa Díez no va a ir a ARCO.

Hay un hilo secreto en la Historia del Arte que une el urinario de Duchamp con los tuits de Rosa Díez. 102 años de arte conceptual resumidos en Arco 2019.