Animales de compañía
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Dragó y Abascal desvelan 'sin querer' la identidad del verdadero creador de Vox
El escritor convierte su libro sobre el político en un descomunal egotrip
Dragó: ¿Nunca has corrido un encierro?
Abascal: No, ni lo haré. Y ahora, menos.
Dragó: ¿Por qué?
Abascal: Porque tengo cuatro hijos.
Dragó: ¡Pues vaya! Yo también los tengo y he corrido delante de los toros, en Pamplona y en Soria, hasta los sesenta y cinco añitos.
Hay muchos momentos mágicos en el libro/entrevista de Fernando Sánchez Dragó a Santiago Abascal, pero el más significativo quizá sea cuando le echa en cara no haber corrido nunca un encierro, pues demuestra que estamos ante un gran equívoco cultural: ‘Santiago Abascal. España vertebrada’ se está leyendo como un libro sobre el líder de Vox, cuando lo que refleja en realidad es el ‘sanchezdragonismo’ en estado puro.
Dragó riega el texto de comentarios sobre sí mismo del tipo: “Mi telegénica popularidad, mis cuarenta y cinco libros”. O: “¿Conoces el libro de conversaciones entre Boadella y yo? Luego te lo daré. Te va a encantar”. O: “¿Sabes cómo nació el movimiento feminista? Te lo pregunto porque las feministas no lo saben. Lo financió, a comienzos del siglo pasado, la Fundación Rockefeller” (correcto: mansplaining épico).
Abascal es el Actor Secundario Bob en una función producida, dirigida e interpretada por el profesor Dragó:
Abascal: Antes de empezar, Fernando, una pregunta: ¿sabes que en la habitación que me has asignado hay esvásticas?
Dragó: Mi querido Santi, la esvástica es un símbolo común a todas las culturas de la tierra, menos la semítica. Hitler se adueñó de ella y la cambió de sentido. Las esvásticas budistas e hinduistas, que son las que hay en tu cuarto, son verticales y levógiras. La de los nazis es dextrógira y tiene una desviación de cuarenta y cinco grados. Pasó de ser un símbolo solar a ser un símbolo satánico. El lauburu de tu tierra es también una esvástica, pero de líneas curvas. ¿Aclarado?
Abascal: Y abrumado...
La esquizofrenia
El libro es ante todo una lucha titánica en la mente de Dragó, que se debate entre pelotear sin parar al líder de Vox (“He conocido y tratado muchísimos políticos… el punto de ignición de su actividad política siempre era el anhelo de poder. En ti, y no lo digo por darte coba, no lo veo. Por eso me atrajo tu figura. La base de tu credibilidad… radica en que estás decidido a llevar adelante tus ideas sin ninguna componenda”) o mostrarse más alto, más listo y más de Vox que él. En un ejercicio de esquizofrenia total, Dragó logra hacer ambas cosas a la vez… sin freno y sin pudor.
Dragó adelanta por la derecha al líder de Vox. Abascal es la derechita cobarde de este libro
Y es que, como se encarga de recordar el escritor, una cosa es que él admire a Abascal como hombre de principios, y otra no reconocer que antes de Abascal… estaba él: “A la postre, no soy yo quien defiende las ideas de Vox, sino que es Vox quien defiende las mías, pero yo -disculpen que lo diga- empecé a formularlas mucho antes de que Abascal lo hiciese. De ello hay amplia constancia audiovisual y escrita”.
Sí, amigos, Fernando Sánchez Dragó inventó Vox. Gracias Santiago Abascal por venir a mi homenaje.
Uno se imagina a Dragó entrevistando a Einstein y diciéndole: "Mira, chico, la teoría de la relatividad la invente yo, pero mi perro se comió el papel donde apunté E=MC2".
A Lee Harvey Oswald, Dragó le diría: "J.F.K. ya estaba muerto cuando usted le tiroteó: yo le había disparado antes con una cerbatana".
Y a Fernando de Magallanes: "Cuando tú vas [a las Molucas], yo vuelvo".
En resumen: no hay evento humano que Él no haya hecho antes. Sánchez Dragó fue el primer hombre en atravesar el Polo Norte (a lomos de un yak) y en coronar el Everest (desnudo). Fue el primer macho ibérico en practicar sexo tántrico con todas las mujeres de una capital de provincia. Dragó curó a 59 paralíticos en El Escorial antes de Cristo. Dragó levantó una piedra de 270 kilos con la mano derecha (mientras alzaba con la izquierda a un estupefacto Iñaki Perurena). Dragó es Campeón de Asia de Atrapar Moscas con Palillos (con los ojos vendados). Dragó inventó la filosofía oriental, la física cuántica y el techno de Detroit. Y esto es solo el principio de sus proezas. Dragó, Dragó, Dragó.
A nivel político, estamos ante un texto (muy) de nuestro tiempo: un festival de a ver quién la dice más gorda en el que Dragó adelanta por la derecha al líder de Vox una y otra vez: le pide mandar los tanques a Cataluña y aliarse con Putin, pero el político le sugiere que igual no son las ideas más sensatas. A Dragó le gustaría eliminar la Seguridad Social, el sufragio universal y el IRPF, y que España se convirtiera en el mayor paraíso fiscal de la tierra, pero el líder de Vox se pone de perfil ante dichas propuestas. Abascal, en definitiva, parece un perroflauta a su lado. Abascal, ¡ay!, es la derechita cobarde de este libro.
Pero la batalla mundial por hacer la propuesta reaccionaria más exagerada se ha puesto muy dura: Dragó solo sería uno más en la disputadísima Liga del Bocachanclismo. A cambio, donde sí consigue ser el número 1 es en egocentrismo. Y tiene su mérito: en una época en la que las redes sociales han llevado la venta de uno mismo hasta el ridículo y más allá, nadie da mayores niveles de ‘egoglucemia’ que Fernández Sánchez Dragó. Un mito. Respeto máximo.
Dragó: ¿Nunca has corrido un encierro?