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Cuando llevar mascarilla en la oficina es de progres
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Carlos Prieto

Animales de compañía

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Cuando llevar mascarilla en la oficina es de progres

El presidente de EEUU se reía de los que usaban máscara en la Casa Blanca

Foto: Donald Trump y Kanye West, en el despacho oval. (Reuters)
Donald Trump y Kanye West, en el despacho oval. (Reuters)
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No es fácil entender a veces a Donald Trump. Sí, decir esto suena a provocación, dada la habilidad del presidente de EEUU para convertir el caos en arma política, pero es que no es fácil entender a veces a Donald Trump. Podríamos decir incluso que a Donald Trump le cuesta a veces entender a Donald Trump. Quizás el presidente del mundo libre se pregunte todas las noches antes de irse a dormir: “¿A qué demonios juega este fulano que soy yo mismo?”.

Tiene que ser algo así, porque si no, lo de las mascarillas no se entiende bien. Se sospecha que Trump (y media Casa Blanca con él) ha pillado el covid por su costumbre de ir a la oficina como si no pasara nada: sin mascarilla y sin respetar el distanciamiento social.

Según un artículo del 'New York Times', Trump convirtió el uso de la mascarilla en algo parecido a una novatada de fraternidad universitaria; el líder de la manada (Trump) 'troleaba' a todo aquel que fuera enmascarado por la Casa Blanca. "El presidente Trump dijo a veces al personal que usaba máscaras en las reuniones que ‘se quitaran esa cosa", según un funcionario de la Administración. Todos sabían que Trump veía las mascarillas como un signo de debilidad, y que su mensaje era claro. "Te despreciaban cuando pasabas con una máscara", según Olivia Troye, una de las principales asesoras del grupo de trabajo sobre el coronavirus, que renunció en agosto y respalda ahora a Biden.

Trumpo veía las mascarillas como un signo de debilidad... Si querías hacer feliz al jefe, tenías que dejar la máscara en casa

O cuando el uso de mascarillas no es una decisión política o de Estado, sino de psicología de oficina: se trataba de llevarse bien con el jefe. “Los recién llegados a la órbita de Trump, como Kayleigh McEnany, secretaria de prensa de la Casa Blanca, nunca usaron una máscara en su presencia, en lo que otros miembros del personal interpretaron como un intento de complacer al nuevo jefe”.

La cuestión de fondo se resume así en el artículo: “Si querías hacer feliz al jefe, tenías que dejar la máscara en casa”.

Dos discursos en uno

La paradoja es que, al tiempo que Trump se burlaba del uso de mascarillas, se hacía pruebas compulsivamente para ver si estaba infectado... “Cuando la nación quedó bloqueada en marzo, Trump estaba decidido a minimizar el virus. Habló de reabrir tan pronto como en Semana Santa, el 12 de abril, presionó a los estados para que levantaran las restricciones antes de tiempo y a las escuelas, iglesias y empresas para que volvieran a la normalidad, todo con la esperanza de salvar su campaña. Pero detrás de las puertas de la Casa Blanca, Trump y sus ayudantes lo fiaron todo a los test rápidos disponibles para ellos. En ocasiones, Trump se hacía varios test rápidos al día”, según ‘The New York Times’.

A Trump, en definitiva, no solo le preocupaba pillar el bicho sino que era (muy) consciente de su peligrosidad desde finales de enero/principios de febrero, como admitió al periodista Bod Woodward, que lo cuenta ahora en un libro: "Simplemente respiras el aire y así es como te contagias. Es algo muy delicado. Más mortífero que una gripe severa", dijo Trump a Woodward el 7 de febrero. La información del libro no ha sido desmentida por Trump, que en marzo justificó su negacionismo para no afectar la economía.

placeholder Foto: EFE.
Foto: EFE.

¿Manejaba Trump un discurso público y otro privado sobre el covid? Sí, esto puede parecernos hipócrita, cínico y hasta descerebrado, pero tenía una lógica política: había que mantener públicamente que el coronavirus no era tan grave porque unas elecciones plebiscitarias sobre la gestión del covid (y su agujero económico) eran complicadas de ganar.

Más difícil es ver la lógica a no tomar precauciones en el ámbito privado cuando conoces la peligrosidad del virus. La falta de cuidado en la oficina ha llevado ahora a Trump a un hospital.

¿Ha sido engullido el trumpismo por su propia propaganda? ¿Se le han ido a Trump las fanfarronadas de las manos? Quizá decidió llevar hasta el final la apuesta de quitar hierro al covid, hasta el último rincón de la oficina. Llevar la broma hasta el final... eso sí que es trumpismo puro y duro.

Acabar infectado sería, por tanto, un acto irreprochable de coherencia y humor político. Eso o que a Trump le cuesta mucho seguir su propio hilo...

No es fácil entender a veces a Donald Trump. Sí, decir esto suena a provocación, dada la habilidad del presidente de EEUU para convertir el caos en arma política, pero es que no es fácil entender a veces a Donald Trump. Podríamos decir incluso que a Donald Trump le cuesta a veces entender a Donald Trump. Quizás el presidente del mundo libre se pregunte todas las noches antes de irse a dormir: “¿A qué demonios juega este fulano que soy yo mismo?”.

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