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Ministro Castells: desventuras de un gurú californiano en la España profunda
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Carlos Prieto

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Ministro Castells: desventuras de un gurú californiano en la España profunda

El ya exministro de Universidades choca con la precariedad educativa española y rebaja su visión californiana, pero evita pringarse en los juegos políticos. Su reino no es de este mundo

Foto: Manuel Castells, bajo la mirada de Rafael Hernando. (EFE)
Manuel Castells, bajo la mirada de Rafael Hernando. (EFE)
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Manuel Castells, ya exministro de Universidades, entró un día en el Senado con pinta de estar paseando por las playas de California... y el popular Rafael Hernando no pudo evitar la risotada. El viejo hippie contra el pureta de traje y gemelos. "Lo de que los ministros vengan al Senado con la camiseta del pijama, el pelo alborotado y recién levantados de la siesta.... como que no lo veo", tuiteó Hernando con recochineo. La fotografía, que encabeza este artículo, fue muy comentada en marzo de 2020.

Otra buena foto habría sido ver la cara (¿de estupefacción?) de Hernando al saber que Castells es el miembro más rico del Gobierno, con cuatro millones de euros de patrimonio, más dinero del que Hernando sería capaz de reunir en varias vidas. Resulta que Hernando era el descamisado, Castells el patricio y habíamos leído mal la foto de 2020...

El enigma

La foto, de hecho, sintetiza bien el enigma Castells: parece un profesor que no se inmuta ante las gamberradas del alumno díscolo (Hernando). Quizá no se inmute porque Hernando le parece poca cosa. Las charlotadas de Hernando no serían dignas de Castells, que a sus 79 años está por encima de todo eso. Hernando no sabía aún atarse los zapatos cuando Castells ya estaba liándola en Mayo del 68 (era el profesor más joven de la Universidad de París, donde fue expulsado por subversivo).

Castells no es un cualquiera. Castells es una estrella del rock académico. Castells tiene el cuerpo en la España profunda, y la cabeza en la California soleada, paradoja saltarina que acompaña su mandato. Castells vive en estado mental Berkely.

Que es la actitud con la que ha gestionando su relato ministerial: entre la distancia y la suficiencia. La sensación es que Castells levita; ve pasar desde arriba la política terrenal, su ministerio, quién sabe si el país entero. Castells no ha venido a pringarse en teles, redes sociales o batallitas políticas; su misión es más elevada. "Yo no comunicaré, lo que comunicará será mi obra", espetó Castells a un dirigente de los Comunes que le afeó su perfil mediático bajo, según contó este periódico.

"No tengo tiempo para perderlo. Ni loco me quedo mucho más de ministro"

Pese a ser un referente intelectual mundial de la sociedad de la información, Castells había decidido ejercer la política como si aún no se hubiera inventado internet. Castells ha sido un ministro de 1983: no frecuenta las redes sociales y huye del circo de la política. Esto puede interpretarse de dos maneras (no necesariamente excluyentes): bien está dignificando la política al no entrar en barrizales absurdos, bien la ejerce desde la suficiencia intelectual del que tiene mejores cosas que hacer. Castells ha sido el ministro rupturista y el ministro encantado de conocerse.

“No tengo tiempo para perderlo… Fui de los primeros que empezó a analizar las redes, las practiqué cuando no eran muy famosas, para saber cómo funcionaban y luego me quité… Las redes son fundamentales, no se puede hacer política sin redes, pero que lo hagan otros", contó hace unos días en ‘La Vanguardia’ en una entrevista imprescindible para entender al político Castells, pues también dijo que su paso por el ministerio será breve: "Ni loco me quedo mucho más. Tengo muchas cosas por investigar y por escribir". Castells no tiene ansias de poder; tenerlas quizá sería caer demasiado bajo.

El reino de Castells no es de este mundo. La prensa le colgó pronto el estigma de ministro "desaparecido". El Gobierno tuvo que llevarle a rastras a dar su primera rueda de prensa. No decepcionó: dijo que su ministerio no tenía casi competencias, lo cual es rigurosamente cierto, pero minimizar tu ministerio en tu estreno resulta chocante (salvo que el ministro sea más grande que el ministerio).

Foto: El nuevo ministro de Universidades, Manuel Castells (d), durante la toma de posesión de los nuevos ministros en el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. (EFE)

Castells, catedrático emérito en Berkeley, donde se afincó en 1979, mira todo con distancia universitaria californiana. Un mundo deseable de estudiantes hiperconectados en el que mecenas privados riegan de dinero las universidades públicas. Algunas de las primeras declaraciones de Castells fueron por ahí. Pero la universidad pública española está más en el páramo de la precariedad que en el valle del silicio, y Castells ha ido rebajando su ensoñación californiana. "Fue un choque. Porque llegaba con todas las ideas de contenido, de transformación de la universidad. Y lo que me encuentro es una universidad en un estado de pobreza y precariedad absolutamente lamentable… Así que me olvidé de mis grandes ideas, porque hay buena calidad universitaria en España, pero la clave es la precariedad... Me dediqué a becas, tasas e intentar cambiar la situación del profesorado", contó en dicha entrevista.

Castells también ve desde fuera a la fuerza política que le puso en el ministerio (los Comunes de Ada Colau). "Yo no estoy en la política sino en el Gobierno. Es muy diferente. Siempre he sido independiente y sigo sin estar en ningún partido, no tengo carné", añadió. Si bien no ha llegado ni de lejos a los extremos de Manuela Carmena, que durante su alcaldía no escatimó en desprecios a Podemos y a los movimientos sociales para reforzar su poder/perfil ‘antipolítico’, Castells también es un verso libre. A principios de marzo, Podemos, IU y los Comunes celebraron su mesa confederal con la participación de sus ministros, pero Castells no apareció por allí. El catedrático defiende a Colau e Iglesias con gran habilidad argumental, no cae pues en la deslealtad política, pero participar en la vida orgánica del partido ya es otra cuestión.

El oráculo

"Sus intervenciones en el Consejo de Ministros suelen ser casi siempre las más sobresalientes. Cuando levanta la mano para pedir la palabra todo el mundo se calla para escucharlo presintiendo que va a sentar cátedra", contó una fuente del Gobierno a este periódico.

Foto: Manuel Castells, durante el debate de investidura. (EFE)

Castells ya aportaba horizonte intelectual a Pedro Sánchez cuando era un juguete roto. En 2016, un Sánchez en sus horas más bajas, recién purgado de la secretaría general del PSOE, voló hasta la casa de Castells en Santa Mónica para recibir terapia visionaria. "Pedro Sánchez quiso alejarse de España por unos días para reencontrarse. Y se fue a California con su familia. California tiene ese exotismo de fin del mundo donde llegan gentes de cualquier parte y para cualquier cosa, territorio límite de la experiencia del que surgen locuras creativas del más alto alcance, como la revolución tecnológica de Silicon Valley... Pedro Sánchez tuvo la idea de que charláramos sobre lo que había sucedido y lo que podría suceder. Hablamos y hablamos, paseando entre el rumor de las olas de la playa de Santa Mónica… Me quedó claro que él tenía la fuerza suficiente para resistir… Cuando le acompañé al aeropuerto, había determinación en su rostro, esperanza en su mirada", escribió Castells en un libro. Y Sánchez llegó a presidente. Más información aquí sobre la epifanía californiana de Sánchez.

Preguntas del millón de bitcoins. ¿Envidiamos a Castells porque queremos ser como él? Probablemente. ¿Mea colonia Castells? Quizás. ¿Todos somos Rafael Hernando y en la España paleta desconfiamos de los intelectuales? A ratos. ¿Quién quiere ser ministro gris pudiendo ser gurú californiano? NADIE.

Manuel Castells, ya exministro de Universidades, entró un día en el Senado con pinta de estar paseando por las playas de California... y el popular Rafael Hernando no pudo evitar la risotada. El viejo hippie contra el pureta de traje y gemelos. "Lo de que los ministros vengan al Senado con la camiseta del pijama, el pelo alborotado y recién levantados de la siesta.... como que no lo veo", tuiteó Hernando con recochineo. La fotografía, que encabeza este artículo, fue muy comentada en marzo de 2020.

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