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Yngwie Malmsteen o el gesto más egocéntrico del rock que he visto
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Víctor García

Yngwie Malmsteen o el gesto más egocéntrico del rock que he visto

¿A quién le gustaría sentirse como un músico florero? Quizás esta conclusión no sea compartida por todos, pero los que estábamos contemplando el concierto fue el áspero sabor que nos invadió

Foto: Ynwie Malmsteen, y sus músicos, en su actuación del 22 de febrero en Miami. (Foto: Facebook de Monster of Rock Cruise)
Ynwie Malmsteen, y sus músicos, en su actuación del 22 de febrero en Miami. (Foto: Facebook de Monster of Rock Cruise)

“Cualquier imbécil puede tocar muy bien la guitarra. De hecho el rock está lleno de imbéciles que son muy buenos guitarristas. Ahí está… vamos a dar nombres, vamos a mojarnos: Yngwie Malmsteen… Hay una lista tremenda de guitarrista que, simplemente, son tontos del culo”. Hace unos meses, Jorge Martínez (Ilegales) charló con Andreu Buenafuente sobre música, guitarristas, artistas y algunos egos. El pasado viernes, en un escenario en Miami, contemplé uno de los shows más extraños y tuvo como protagonista al talentoso guitarrista sueco al que hacía mención el asturiano. Vi a un brillante músico y un voluminoso acto egocéntrico que rozaba lo humillante: un escenario con Yngwie Johann Malmsteen en el centro y a sus tres músicos escondidos, ridículamente arrinconados casi como parte del decorado a un lado del escenario, teniendo más protagonismo incluso la pared de Marshall que había colocado como otro elemento decorativo. Exagerado.

¿A quién le gustaría sentirse como un músico florero? Quizás esta conclusión no sea compartida por todos, pero los que estábamos contemplando el concierto fue el áspero sabor que nos invadió cuando analizamos que el teclista y bajista estaban prácticamente fuera del escenario y la batería estaba colocada literalmente en una esquina. Malmsteen disponía de todo el escenario para hacer su show, delante de un extravagante muro confeccionado a base de Marshall (de los cuales sólo estaban encendidos cinco… obviamente). Lo lleva haciendo un tiempo, pero esta fue la primera vez que vi tal acontecimiento.

Se puede ser el centro de atención de una manera más elegante. Se puede incluso eliminar a los músicos y poner una base sobre la que tocar, pero hacerlos casi invisibles sobre el escenario… Steve Vai no hace eso, Joe Satriani tampoco... nadie. Tal vez el público, la masa, no se pare a analizarlo. Puede que dé igual porque a quien van a ver (lógicamente) es a Yngwie, pero eso no quita a que (al menos para algunos) transmita un virtuosismo egocéntrico de una envergadura asombrosa.

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El espectáculo narcisista del viernes 22 de febrero estuvo encajado dentro de una prefiesta en Miami del Monster of Rock Cruise, una especie de Disneyland del rock and roll que tiene lugar en un gigantesco crucero en el que hay montados cinco escenarios para ofrecer a cerca de 3.000 personas un utópico festival flotante (en esta edición el recorrido fue Miami – Ocho Ríos (Jamaica) – Labadee (Haití) – Miami) de cinco días. Allí, en contraste al espectáculo de Malmsteen, se pudo ver otra manera de entender la música y el rock and roll, como la de Ritchie Kotzen o Pat Travers, una leyenda que mantiene la pureza con la que comenzó en los 60. Es directo y crudo, y su rock and roll transmite pasión y honestidad, como también un virtuosismo sin envoltorios.

Más gestos de la mencionada honestidad se dio en Nuno Betancourt, de Extreme, uno de las mejores guitarristas del mundo, que con su particular humor es capaz de dejar cortado a su compañero Gary Cherone en plena actuación o al público introduciendo el archiconocido ‘More Than Words’, pero también es capaz de pedir entre tema y tema que todo el mundo fuera a ver el show de Pat Travers, “uno de mis héroes”, rindiéndose ante él.

Y si de gestos hablamos en esta edición de Monster of Rock Cruise, quizás este toque la fibra más que ninguno otro: Joel Hoekstra (guitarrista de Whitesnake, Night Ranger, o Cher, entre otros) pidiendo una ovación -con cara de impresionado- al español Jorge Salán tras compartir escenario. Hoekstra fue invitado a tocar un tema con Soto, banda en la que es guitarra el madrileño de 36 años, y el respeto que mostró la rockstar norteamericana sobre el español fue especial… La sensación que transmitió fue totalmente opuesta a la que dejó Yngwie Malmsteen. Hoekstra no tenía por qué realzar la figura de Salán, pero le salió de manera natural. Gestos así honran al artista y se valoran entre los músicos.

placeholder Joel Hoekstra junto a Jorge Salán.
Joel Hoekstra junto a Jorge Salán.

Estas dos filosofías sobre cómo entender la música y el ‘business’ quedaron reflejadas metafóricamente en el escenario: uno rodeado de músicos que no pertenecen a su banda (hubo también otros artistas invitados al show de Soto), y el otro más solo que la una sobre el escenario en su propio grupo. Las dos, por supuesto, lícitas.

“Cualquier imbécil puede tocar muy bien la guitarra. De hecho el rock está lleno de imbéciles que son muy buenos guitarristas. Ahí está… vamos a dar nombres, vamos a mojarnos: Yngwie Malmsteen… Hay una lista tremenda de guitarrista que, simplemente, son tontos del culo”. Hace unos meses, Jorge Martínez (Ilegales) charló con Andreu Buenafuente sobre música, guitarristas, artistas y algunos egos. El pasado viernes, en un escenario en Miami, contemplé uno de los shows más extraños y tuvo como protagonista al talentoso guitarrista sueco al que hacía mención el asturiano. Vi a un brillante músico y un voluminoso acto egocéntrico que rozaba lo humillante: un escenario con Yngwie Johann Malmsteen en el centro y a sus tres músicos escondidos, ridículamente arrinconados casi como parte del decorado a un lado del escenario, teniendo más protagonismo incluso la pared de Marshall que había colocado como otro elemento decorativo. Exagerado.

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