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Se busca hombre blanco heterosexual de clase media: lo siento, no eres una víctima
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Ramón González F

El erizo y el zorro

Por
Ramón González Férriz

Se busca hombre blanco heterosexual de clase media: lo siento, no eres una víctima

Hoy presentarse como víctima es una de las maneras más efectivas para hacerse con el poder o conservarlo. Lo dice Daniele Giglioli en su muy recomendable 'Crítica de la víctima'

Foto: El líder de la liga, Matteo Salvini, en Roma. (EFE)
El líder de la liga, Matteo Salvini, en Roma. (EFE)

Los independentistas catalanes quieren marcharse de España porque se sienten víctimas de su supuesto autoritarismo congénito. Donald Trump ha puesto en marcha una guerra comercial con el mundo porque siente que su país es víctima de los abusos de China y Europa. Los populistas italianos quieren darle la vuelta al sistema político de su país porque se sienten víctimas al mismo tiempo del Banco Central Europeo y de los inmigrantes musulmanes. Hombres blancos de clase media heterosexuales se sienten víctimas de la conspiración urdida entre las feministas y la corrección política.

Se trata de situaciones distintas, aunque emparentadas. Pero, en todo caso, parece que presentarse como víctima es una de las maneras más efectivas para hacerse con el poder o conservarlo. O en palabras de Daniele Giglioli, autor de la muy recomendable 'Crítica de la víctima' (Herder, 2017): “La víctima es el héroe de nuestro tiempo. Ser víctima otorga prestigio, exige escucha y fomenta reconocimiento, activa un potente generador de identidad, de derecho, de autoestima. Inmuniza contra cualquier crítica, garantiza la inocencia más allá de toda duda razonable. ¿Cómo podría la víctima ser culpable, o responsable de algo? La víctima no ha hecho, le han hecho; no actúa, padece”.

Foto: Steven Pinker. (Rose Lincoln - Harvard University)

El prestigio de la víctima imaginaria, por supuesto, no es nuevo. Seguramente es tan viejo como la humanidad y quizá la mejor excusa a la que recurrir cuando sientes que no se te concede algo deseado, sea justo o no. Como dice Richard Sennet “‘eso que necesito’ se define entonces en términos de ‘eso que me ha sido negado’”. Y siempre consideramos profundamente injusto que se nos niegue lo que creemos necesitar. Lo queremos todo, y aunque se podría pensar que en principio lo recomendable es ganar, parece que mostrarse como alguien tremendamente perjudicado también es una senda hacia el triunfo. Es un mecanismo un poco hipnótico, pero que vemos todos los días.

Quién NO puede ser víctima

Resulta, sin embargo, un mecanismo muy irritante porque las víctimas reales existen. Existen los grupos marginados, los pobres, los trabajadores sometidos a explotación, la discriminación de las mujeres, el racismo y situaciones intermedias en las que, por muchas mejoras que se hayan producido, sigue habiendo personas que son juzgadas con más severidad o inquina, por no hablar de las víctimas de la violencia. Por eso mismo el victimismo es el peor recurso moral cuando aquel que lo usa no lo merece. Dónde ponemos la frontera de quién puede utilizarlo legítimamente y quién no es un ejercicio imposible de resolver: hay demasiados grises, y quizá está bien que sea así. Pero aquí van algunas ideas.

-Si vives en una región con una renta per cápita de 28.950 euros (Cataluña, 2016) cuando la media del país (España) es de 26.970 euros, puedes tener muchas razones para quejarte de un sistema de reparto fiscal muy mejorable, pero no eres una víctima.

-Si escribes una columna en un periódico nacional, o has convertido la escritura en público tu seña de identidad, y la gente te insulta en los comentarios o las redes sociales, por lo general no eres una víctima.

Si escribes una columna en un periódico nacional y la gente te insulta en los comentarios o las redes, por lo general no eres una víctima

-Si ganas más de 60.000 euros al año y tienes un tipo impositivo del IRPF del 45% (2017), quizá tienes motivos para protestar y exigir una rebaja, pero no eres una víctima.

-Por supuesto, si eres un político que ha estado opinando sobre las decisiones económicas privadas de los demás y de repente la gente opina sobre tus decisiones económicas privadas, tienes derecho a estar molesto, pero no eres una víctima.

-Es difícil saber dónde acaba un individuo y dónde empieza su pertenencia a un grupo social. Pero en general, si formas parte de un colectivo tradicionalmente privilegiado que pierde privilegios mediante un proceso estrictamente legal, entonces no eres, en términos colectivos, una víctima.

-Cuando las cosas nos van mal, nos gusta pensar que la causa son planes muy estudiados o conspiraciones medidas. Pero la mala suerte existe. Si metiste tus ahorros en Fórum Filatélico en 2006, eras un trabajador de la construcción en 2008, un periodista en 2010, un impresor en 2012 o invertiste en petroleras en 2014, en cierto sentido eres una víctima. Pero no hay nadie que te odie o disfrute con tus penalidades. Has tenido muy, muy mala suerte. Y en ocasiones merecerás que se te apoye con dinero público, pero quizá en otras no.

¿Eres un hombre blanco, hetero, de clase media y te sientes víctima del feminismo? Deja de lamentarte y lee una buena historia de la Guerra Fría

-Votaste a Berlusconi una y otra vez entre 1994 y 2013. Te parece que sus gobiernos fueron demasiado complacientes con la ortodoxia de la Unión Europea y por eso ahora votas a la Liga. Te deseo lo mejor, pero vas a ser una víctima de ti mismo.

-Muchos grupos de motoristas estadounidenses, que a menudo reivindican la utilización de modelos fabricados en su país, han apoyado a Donald Trump como presidente. Como Trump ha decidido subir las tarifas a algunos productos importados desde la Unión Europea, la UE ha decidido subir sustancialmente las tarifas a las motos de la marca estadounidense Harley Davidson que se importan en Europa. En los últimos años, han sido estas ventas europeas de la empresa la parte del negocio que más crecía. Así que es previsible que estas caigan mucho, porque los europeos ya no podrán permitirse los nuevos precios. Por tanto, es probable que muchos moteros pierdan su empleo en la fabricación de motos en Estados Unidos. ¿Son víctimas?

-¿Eres un hombre blanco, heterosexual, de clase media y te sientes víctima del auge del feminismo, las nuevas izquierdas, el marxismo y la nostalgia revolucionaria? Deja de lamentarte y lee una buena historia de la Guerra Fría.

-¿Eres católico y te preocupa la creciente laicidad de occidente, que ha hecho que hasta Irlanda vote a favor de una ley del aborto? No eres una víctima.

-¿Eres ateo y te llevan los demonios (en los que no crees) porque en España seguimos hablando de la Semana Santa y la Navidad? No, por supuesto, no eres una víctima.

Debe ser agradable sentirse víctima de vez en cuando si en realidad no lo eres. Ser una víctima de verdad sigue siendo horrible. Intentemos mantener el narcisismo y el dolor en departamentos separados.

Los independentistas catalanes quieren marcharse de España porque se sienten víctimas de su supuesto autoritarismo congénito. Donald Trump ha puesto en marcha una guerra comercial con el mundo porque siente que su país es víctima de los abusos de China y Europa. Los populistas italianos quieren darle la vuelta al sistema político de su país porque se sienten víctimas al mismo tiempo del Banco Central Europeo y de los inmigrantes musulmanes. Hombres blancos de clase media heterosexuales se sienten víctimas de la conspiración urdida entre las feministas y la corrección política.

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