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La condesa curiosa que fue conservadora y progresista sin dejar de ser española
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Ramón González F

El erizo y el zorro

Por
Ramón González Férriz

La condesa curiosa que fue conservadora y progresista sin dejar de ser española

La vida de la gran escritora gallega Emilia Pardo Bazán se despliega en una magnífica biografía de la catedrática Isabel Burdiel, Premio Nacional de Historia por su historia de Isabel II

Foto: Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán

Imaginen un país en el que tradicionalistas y progresistas se enfrentan en una batalla política caótica. En el que católicos y laicos luchan por la hegemonía cultural. En el que el auge de las mujeres en ámbitos tradicionalmente reservados a los hombres es visto con enorme recelo. Donde cosmopolitas y nacionalistas tienen visiones del mundo irreconciliables. ¿España? Por supuesto. ¿La actualidad? No, finales del siglo XIX.

Este es el escenario social, cultural y político en el que se desarrolló la vida de la gran escritora gallega Emilia Pardo Bazán, que recoge una magnífica biografía publicada recientemente por Taurus. Su autora, la catedrática Isabel Burdiel, ya recibió el Premio Nacional de Historia por su biografía de Isabel II. La obra que presenta ahora no solo retrata a otra mujer igualmente excepcional. Al relatar su contexto, permite ver hasta qué punto las disputas y los enfrentamientos sociales que caracterizaron una época en la que el país experimentó una inmensa transformación, modificados por el tiempo y la democracia, siguen rigiendo la vida de los países occidentales.

placeholder 'Emilia Pardo Bazán' (Taurus)
'Emilia Pardo Bazán' (Taurus)

Emilia Pardo Bazán nació en A Coruña en 1851. Era descendiente de una familia noble de rentistas ―Emilia sería condesa―, rica y progresista. Su padre fue diputado durante el reinado de Isabel II y un miembro prototípico de unas élites urbanas cercanas al poder cultural y político que postulaban la modernización. Sin embargo, Emilia abandonó muy joven el liberalismo familiar y, al casarse, se acercó al carlismo, a pesar de que su marido también pertenecía a una familia liberal. “Durante mucho tiempo ―dice Burdiel― se ha minimizado la relación de Emilia Pardo Bazán con el carlismo, considerándola una veleidad romántica, episódica, que no dejó un rastro importante en su vida y en su obra. [Pero] la experiencia carlista tuvo una repercusión duradera en su trayectoria, y sin comprenderla (con todas sus ambivalencias) no es posible entender cabalmente la heterogénea y compleja materia política y cultural con que se fue construyendo la autora de ‘Los pazos de Ulloa’”.

Durante mucho tiempo se ha minimizado la relación de Pardo Bazán con el carlismo, considerándola una veleidad romántica

Y esas ambivalencias que señala Burdiel se manifestaron pronto. Por un lado, Pardo Bazán era católica, tradicionalista y aborrecía al rey extranjero Amadeo de Saboya (1871-1873). Pero, al mismo tiempo, era enormemente ambiciosa en términos intelectuales y se dio cuenta de que tenía que buscar una base intelectual fuera de ese mundo. La encontró en un movimiento que, en realidad, era lo contrario del reaccionarismo: el krausismo, una filosofía basada en el antidogmatismo, el progreso basado en la ciencia y el arte, y en un sentimiento religioso abierto. Era, además, un bastión del feminismo de su época en España: el krausismo fundó el Ateneo Artístico y Literario de Señoras en 1969, y el ciclo de la Academia de Conferencias y Lecturas Publicas para la Educación de la Mujer y la Asociación para la Enseñanza de la Mujer en 1870.

Libre pensadora contra los fanáticos

Fueron años de una enorme turbación política ―el Sexenio Democrático y la guerra carlista― que, en palabras de Burdiel, “había sido asfixiante desde el punto de vista de la libertad personal e intelectual”. Y como decía la propia Pardo Bazán: “Yo, que soy un espíritu tan abierto, tan curioso, tan ávido de saber, para los fanáticos era ya una libre pensadora, ya de la grey de Torquemada (...). Había que ser de un bando o de otro…”. En su vida intelectual pagaría esta ambivalencia: aunque sería respetada casi unánimemente como escritora, un bando y otro le reprocharían su cercanía al contrario.

placeholder Isabel Burdiel. (EFE)
Isabel Burdiel. (EFE)

Un buen ejemplo de esto fue su primera novela, 'Un viaje de novios', bien recibida por todo el mundo. Pero también 'La tribuna' (1883), ambientada de manera muy original no solo en una fábrica, sino en una donde la mano de obra eran mujeres, que planteaba la paradoja de tener un mensaje moral muy conservador y católico y, al mismo tiempo, estar escrita con la técnica novelística más moderna del momento: el naturalismo. Para Menéndez Pelayo, el más culto de todos los reaccionarios, hacer algo así era una estupidez: el naturalismo no solo era una vulgaridad moderna, sino aún peor: ¡era francés! La guerra por la hegemonía cultural entre tradicionalistas y progresistas era tremenda y Pardo Bazán quería ser algo extremadamente difícil: cosmopolita sin dejar de ser española, moderna sin abandonar el catolicismo.

Fue una escritora profesional, figura que empezaba a crearse entonces, cuando el artista ya estaba sometido al mercado y no a los nobles

Como cuenta magníficamente Burdiel, Pardo Bazán logró ser una escritora profesional, una figura que empezaba a crearse entonces, cuando el artista ya estaba sometido al mercado y no al mecenazgo de los nobles. Pocas fueron las mujeres que tuvieron ese estatus y ella, de nuevo, aunque siempre respetada, hubo de sufrir un sinfín de cuestionamientos y reproches por su condición femenina (que se agravaron cuando se separó de su marido). Además, las envidias propias del mundo literario se vieron magnificadas porque el resto de escritores de éxito del momento eran hombres que no sabían qué demonios pensar de una mujer como ella.

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Primera edición de 'Los pazos de Ulloa'. (1886)

La consagración definitiva le llegó en 1886, cuando publicó 'Los pazos de Ulloa', que tuvo una recepción extraordinaria ―Galdós, que fue intermitentemente su amante, dijo que la novela era una “obra maestra”― y se vendió mucho. Era una historia simple pero increíblemente rica: un joven inexperto llega a una aldea gallega a trabajar para un noble en decadencia y, al descubrir el caos moral que reina en la casa, intenta poner orden sin éxito. La novela tenía que ver, dice Burdiel “con su propia biografía y con aquella Galicia interior y rural que había fascinado y horrorizado a la joven [Pardo Bazán], criada en la ciudad de La Coruña, progresista y urbana”.

Pardo Bazán es una figura cultural española de enorme importancia, y también una de las personas que mejor ha encarnado las batallas ideológicas, y las tensiones entre progresismo y conservadurismo, que han dominado la historia moderna del país. Burdiel ha escrito una extraordinaria biografía que permite entender por qué.

Imaginen un país en el que tradicionalistas y progresistas se enfrentan en una batalla política caótica. En el que católicos y laicos luchan por la hegemonía cultural. En el que el auge de las mujeres en ámbitos tradicionalmente reservados a los hombres es visto con enorme recelo. Donde cosmopolitas y nacionalistas tienen visiones del mundo irreconciliables. ¿España? Por supuesto. ¿La actualidad? No, finales del siglo XIX.

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