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Pobre Jordan Peterson: el icono derechista regresa (más moderado) de su infierno personal
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Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

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Pobre Jordan Peterson: el icono derechista regresa (más moderado) de su infierno personal

El nuevo libro del ariete conservador, 'Más allá del orden. 12 nuevas reglas para vivir', cuenta cómo el enorme éxito de sus charlas y su libro afectó dramáticamente a su vida

Foto: Jordan Peterson. (Laura Verdura)
Jordan Peterson. (Laura Verdura)

La primera sensación que produce el nuevo libro de Jordan Peterson es de piedad. Y es una sensación extraña. Peterson, psicólogo clínico y profesor universitario, se hizo famoso a los cincuenta y cuatro años después de una carrera prácticamente anónima y un libro sobre los mitos que sostienen a las sociedades humanas que apenas leyó nadie. En 2016, sin embargo, decidió oponerse públicamente a una ley con la que el Parlamento de Canadá pretendía consagrar la identidad de género entre los rasgos protegidos en su Ley de Derechos Humanos. Según Peterson, la ley haría que, si alguien se negaba a referirse a otra persona con el pronombre que esta quisiera (él, ella, o cualquier otro de su predilección o invención), podía ser llevado ante un juez. Su vídeo 'Un profesor contra la corrección política', en el que argumentaba contra la deriva autoritaria de la nueva izquierda, se convirtió en un inmenso éxito.

Como decía Helen Lewis en un artículo publicado en la revista The Atlantic, la pelea en torno a esa ley se convirtió en una batalla paradigmática de la guerra cultural. “Ambos bandos exageraban los puntos de vista del otro para impulsar el suyo” (la ley fue aprobada, pero nadie ha ido a la cárcel ni ha recibido una multa por utilizar un pronombre equivocado). Sin embargo, sirvió para articular el pensamiento del bando conservador y convertir a Peterson en uno de sus líderes globales. Peterson aparecía en innumerables vídeos, podcasts y programas de televisión atacando pausadamente el pensamiento marxista, desmontando la supuesta culpabilidad del hombre blanco y enfrentándose a los jóvenes que protestaban por sus charlas y conferencias diciéndoles que limpiaran su habitación y vieran cómo eso ponía un poco de orden en su vida y sus ideas.

placeholder '12 reglas para vivir'. (Planeta)
'12 reglas para vivir'. (Planeta)

Porque para Peterson el orden es clave. El libro que publicó en 2018, '12 reglas para vivir', donde recogía todas las ideas que había desarrollado hasta entonces, explicaba su visión del mundo como un equilibrio precario entre el orden y el caos. Peterson asumía que ambos son parte ineludible de la vida, pero su argumento principal era que, casi siempre, lo que necesitamos es más orden. Los seres humanos, decía, somos jerárquicos por naturaleza: “la jerarquía de dominación, por mucho que parezca social o cultural, ha estado con nosotros durante 500.000 años. Es permanente”. Y todo intento de acabar con esa jerarquía es contraproducente: todos, pero en especial los hombres, necesitamos encontrar un lugar en ese orden, trabajar, escoger a superiores a los que respetemos y así poder tener vidas sanas y productivas. “La tribu, la religión, el hogar y el país” son cosas que nos ayudan a ordenarnos.

Era una visión conservadora clásica con autoayuda, lugares comunes y pseudociencia

Se trataba de una visión conservadora clásica, que mezclaba referencias filosóficas elevadas y el tono de la autoayuda, y combinaba lugares comunes sensatos (ordenar la habitación es una buena idea) y observaciones pseudocientíficas. Pero lo que llamó la atención, por supuesto, fueron las ideas de Peterson sobre el lugar que deberían ocupar los hombres y las mujeres en ese orden deseable. Los hombres deben sobre todo competir por la atención sexual de las mujeres, y estas deben intentar quedarse con el mejor ejemplar de macho posible, explicaba con una alusión al mundo de los crustáceos: “Las langostas hembra identifican a la mejor langosta varón rápidamente, y sienten una atracción irresistible por ella […]. Es una estrategia brillante, a mi modo de ver”, señalaba. La desigualdad es “la norma”. La sociedad debe dejar de enseñar a las “chicas de diecinueve años que su destino principal es la carrera profesional”. “Los hombres están más motivados por el estatus socioeconómico que las mujeres”. Su oposición a las políticas de identidad era en realidad otra política de identidad: por razones biológicas y prácticas, los hombres deben ocupar un espacio particular dentro de la organización social; cualquier ataque a ese supuesto derecho es, de hecho, un ataque a la identidad masculina.

Un hospital de Moscú

El nuevo libro de Peterson, 'Más allá del orden. 12 nuevas reglas para vivir', recién publicado por Planeta, cuenta cómo el enorme éxito de sus charlas y su libro afectó a su vida. De ahí la piedad que uno puede sentir por él. En 2017, el estrés generado por pasar “de tener una existencia tranquila como profesor universitario y psicólogo clínico a vivir la realidad tumultuosa de ser un personaje público” hizo que se volviera adicto a la benzodiacepina, un medicamento psicotrópico. Se sometió a curas de desintoxicación que siempre fracasaban, tenía “pensamientos abrumadores de autodestrucción” y, además, a su mujer le diagnosticaron un tipo cáncer que casi siempre es letal (por suerte, se recuperó) y a su hija le operaron por problemas en una pierna.

placeholder 'Más allá del orden' (Planeta)
'Más allá del orden' (Planeta)

Hasta que un día Peterson se despertó en un hospital de Moscú, adonde su familia le había llevado con la esperanza de que allí encontrara con el tratamiento adecuado: “me habían atado a la cama con correas de quince centímetros porque, mientras estaba inconsciente, me había alterado y había querido quitarme los catéteres del brazo para salir de la UCI”. La curación no fue en absoluto total, pero al menos encontró la fuerza suficiente para seguir escribiendo este libro, que es un cóctel de registros tan deslavazado como el anterior, pero en el que ha rebajado un tanto su conservadurismo. “Quienes tienden a la derecha política —dice, sin incluirse del todo en esa categoría— defienden a ultranza lo que ha funcionado en el pasado. Y la mayoría de las veces aciertan al pensar así, debido al limitado número de caminos que conducen al éxito personal, la armonía social y la estabilidad a largo plazo. Pero a veces se equivocan: primero, porque el presente y el futuro difieren del pasado; segundo, porque hasta las jerarquías en su día funcionales suelen caer presa (¿de forma inevitable?) de maquinaciones internas que acaban firmando su debacle”.

"Me habían atado a la cama con correas de 15 cm porque, mientras estaba inconsciente, había querido quitarme los catéteres del brazo"

De modo que, así como había que asumir la convivencia del orden y el caos, sugiere el nuevo libro, hay que asumir la de la conservación y el cambio. “Muestra gratitud a pesar de tu sufrimiento”, dice una de las juiciosas reglas de su nuevo libro. “No te vuelvas rencoroso, mentiroso o arrogante”, dice otra. A veces, da consejos que él mismo contradice: “Abandona la ideología”. En ocasiones su pasión por la mitología le lleva a hacer análisis textuales, como el de los libros de Harry Potter, que resultan desconcertantes por su simplicidad.

En contra de su propio consejo, Peterson fue un pensador arrogante que recomendó al mundo un conservadurismo asertivo y, si era necesario, agresivo, que muchas personas, sobre todos hombres que se sentían heridos, consideraron la manera idónea de enfrentarse a un progresismo borracho de su propio dogmatismo. Y, en contra de lo que muchos de sus seguidores y él mismo pensaban, la mayor parte del tiempo no lo hizo con argumentos empíricos ni pruebas científicas. Encarnó, más bien, una versión tosca y vendible de unas ideas que, de todos modos, merecen ser atendidas. Después de una serie de desgracias personales casi insoportables, su conservadurismo es ligeramente más cauto. Pero sigue siendo una más entre las demasiadas políticas de la identidad que tenemos que soportar.

La primera sensación que produce el nuevo libro de Jordan Peterson es de piedad. Y es una sensación extraña. Peterson, psicólogo clínico y profesor universitario, se hizo famoso a los cincuenta y cuatro años después de una carrera prácticamente anónima y un libro sobre los mitos que sostienen a las sociedades humanas que apenas leyó nadie. En 2016, sin embargo, decidió oponerse públicamente a una ley con la que el Parlamento de Canadá pretendía consagrar la identidad de género entre los rasgos protegidos en su Ley de Derechos Humanos. Según Peterson, la ley haría que, si alguien se negaba a referirse a otra persona con el pronombre que esta quisiera (él, ella, o cualquier otro de su predilección o invención), podía ser llevado ante un juez. Su vídeo 'Un profesor contra la corrección política', en el que argumentaba contra la deriva autoritaria de la nueva izquierda, se convirtió en un inmenso éxito.

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