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No, después de la pandemia no vendrán los felices años 20 sino los oscuros 70
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Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

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No, después de la pandemia no vendrán los felices años 20 sino los oscuros 70

Los datos señalan que estamos más cerca de volver a la década de la inflación, altos precios de la energía y enorme desempleo

Foto: Póster de 'God Save the Queen', de los Sex Pistols (1977). (The Mott Collection/Sex Pistols Residuals)
Póster de 'God Save the Queen', de los Sex Pistols (1977). (The Mott Collection/Sex Pistols Residuals)

Llevamos más de año y medio preguntándonos cómo nos comportaríamos cuando la pandemia terminase o, al menos, se volviera un fenómeno manejable. Muchos hemos especulado con que era posible que repitiéramos la actitud que se adoptó hace justo un siglo, en la década de 1920, tras el fin de la Primera Guerra Mundial y la remisión de la gran epidemia de gripe. Hartos de sacrificios, y con la economía en pleno crecimiento, nos volveríamos más hedonistas, estaríamos más dispuestos a divertirnos y derrochar porque la muerte estaría más presente que nunca, y la cultura se convertiría en una celebración un poco temeraria de seguir vivos y poder festejarlo juntos.

Esa teoría siempre ha tenido puntos flacos. Pero ahora, que se acerca el final de la pandemia, puede que se haya tratado de un completo error de juicio. No parece que estemos tan dispuestos a celebrar que estamos vivos porque, aparentemente, nuestra existencia podría complicarse aún más. ¿Y si la época que vamos a repetir no fuera la década iniciada hace un siglo sino más bien la que empezó hace justo 50 años, la de 1970? En algunos aspectos de la economía, la política y la cultura, no es disparatado pensarlo.

¿Y si la época que vamos a repetir no fuera la década iniciada hace un siglo sino más bien la que empezó hace justo 50 años, la de 1970?

En buena parte de Occidente, esa década supuso un susto tras otro. Y algunos de ellos son parecidos a los que tenemos hoy. Fueron los años de la gran inflación: los precios no dejaban de subir y los políticos, en su intento por contenerlos, no hicieron más que meter la pata y provocar subidas aún mayores. Por ejemplo, se pusieron controles gubernamentales a los precios (¿les suena?) o, en el caso de Estados Unidos, el presidente Gerald Ford lanzó la campaña WIN (whip inflation now, algo así como 'derrotemos ahora a la inflación'), en la que con chapas, camisetas y pegatinas se animaba a la población a controlar el consumo de combustible, ahorrar en calefacción e incluso plantar sus propias verduras en el jardín. Ford, por supuesto, perdió las elecciones.

placeholder La crisis del petróleo de 1973.
La crisis del petróleo de 1973.

La inflación se debía, en parte, al precio disparado de la energía (esto también les sonará), provocado en este caso por un problema geopolítico: las naciones productoras de petróleo, lideradas por Arabia Saudí, decidieron boicotear a los países ricos que apoyaron a Israel en la guerra de Yom Kipur, como Japón, Reino Unido y Estados Unidos: cuando Ford entró en pánico, el precio del petróleo se había multiplicado por tres. En Reino Unido, estos fenómenos provocaron una importante escasez de alimentos y otros productos (como sucede ahora, tras el Brexit y la pandemia), un enorme desempleo y el llamado 'invierno del descontento', con huelgas terribles para exigir aumentos de sueldo que igualaran el ritmo de la subida de los precios (actualmente, de momento, el Gobierno español ya se los ha concedido a los jubilados y a los funcionarios; ya veremos si los sindicatos prepararán actos reivindicativos para obtener lo mismo de los empresarios). A mediados de los años 70, en España, el impacto de la inflación y la crisis del petróleo dificultaron aún más la Transición; pero, incluso después, el PSOE tuvo que gestionar sus consecuencias durante casi una década.

La década de los 70 significó un giro a la derecha en la política

Giro a la derecha

Pero el PSOE fue más bien una excepción: en realidad, en muchos países la década de los 70 significó un giro a la derecha en la política. Al final de los 70, en parte por el cansancio de la población tras una década de graves problemas económicos, ganaron las elecciones Ronald Reagan y Margaret Thatcher (hoy en día, si hay inflación, y después del enorme gasto de los fondos europeos, con la deuda que conllevarán, no sería extraño que se produjera un parecido giro hacia la derecha, si es que no se está produciendo ya). Es llamativo que en esa década llena de sobresaltos también se produjera un giro conservador en la religión: Juan Pablo II se puso al frente de la Iglesia católica y el ayatolá Jomeini al frente del Irán posrevolucionario. Hoy, una parte notable del cristianismo occidental se está rearmando para dar la batalla moral y cultural, porque tiene la sensación, como la tenía en los 60, de que el ateísmo y el progresismo moral están triunfando sin freno.

placeholder Margaret Thatcher en 1989. (Reuters)
Margaret Thatcher en 1989. (Reuters)

También en la década de 1970 el ecologismo pasó de ser considerado una moda 'hippie' a tenerse en cuenta como una corriente ideológica relevante: fue entonces cuando se publicaron libros cruciales para el movimiento como 'The Last Whole Earth Catalogue', que consideraba la lucha ecologista como la culminación de la lucha por los derechos civiles, o 'Diet for a Small Planet', que defendía la dieta vegetariana. En ese momento se crearon los grupos que luego darían pie al partido de los Verdes en Alemania. Entonces, los ecologistas aún eran vistos como una mezcla de románticos, chiflados y anticapitalistas. Es probable que hoy no pase lo mismo, pero quizá sigamos sin tomarnos en serio la magnitud del problema ecológico.

En los 70 ya se sabía que el sueño 'hippie' había muerto y el novelista Tom Wolfe declaró que fue la 'década del yo'

Pero no fueron solo la economía y la política. Fue también la cultura. En los 70 ya se sabía que el sueño 'hippie' había muerto y el novelista Tom Wolfe declaró que fue la 'década del yo': la gente se había cansado del comunitarismo, de las luchas idealistas y de los sacrificios de la acción política y se dedicó, básicamente, a mirarse al ombligo (después de una década de cultura woke e hipermovilización izquierdista, pienso que sucederá lo mismo). La cultura lo reflejó: los Sex Pistols no reivindicaban un mundo mejor, sino divertirse mientras este ardía; David Bowie se enfrascó en un viaje espacial alucinógeno e individualista que acabó siendo un panegírico de los placeres consumistas y capitalistas y, bueno, nació el 'heavy metal': una música dura y oscura en la que las clases obreras británicas ensalzaban las virtudes malignas de Satanás. Stephen King publicó algunas de las novelas de terror más espeluznantes —'Carrie' o 'El resplandor'— y el género de la autoayuda alcanzó la madurez con megaéxitos como 'Juan Sebastián Gaviota' y 'El zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta'. ¿Cuántas malas noticias podremos aguantar antes de optar por el nihilismo, el hiperconsumo (mientras podamos), el satanismo o, a la vez, la autoayuda?

placeholder Los Sex Pistols a finales de los 70.
Los Sex Pistols a finales de los 70.

Sigo pensando que puede haber buenas noticias que hagan que nuestros años 20 se parezcan bastante a los de hace un siglo. De hecho, la mayoría de expertos afirman que las malas noticias económicas que tenemos ahora son pasajeras. Pero deberíamos estar alerta: tal vez, aunque salgamos a bailar, esta acabe siendo una década tan sombría y loca como la de 'Fiebre del sábado noche', una de las películas que mejor reflejan el lado funesto de los años 70 y con la que quizá pronto nos sintamos identificados.

Llevamos más de año y medio preguntándonos cómo nos comportaríamos cuando la pandemia terminase o, al menos, se volviera un fenómeno manejable. Muchos hemos especulado con que era posible que repitiéramos la actitud que se adoptó hace justo un siglo, en la década de 1920, tras el fin de la Primera Guerra Mundial y la remisión de la gran epidemia de gripe. Hartos de sacrificios, y con la economía en pleno crecimiento, nos volveríamos más hedonistas, estaríamos más dispuestos a divertirnos y derrochar porque la muerte estaría más presente que nunca, y la cultura se convertiría en una celebración un poco temeraria de seguir vivos y poder festejarlo juntos.

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