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John le Carré: las cartas del espía rico, famoso e infiel que se convirtió en un 'bestseller'
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Ramón González Férriz

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John le Carré: las cartas del espía rico, famoso e infiel que se convirtió en un 'bestseller'

Editorial Planeta publica 'Un espía privado', una recopilación de la correspondencia del escritor que, aunque muy interesante, también es café para los muy cafeteros

Foto: El escritor y novelista inglés John Le Carré, en 1965. (Getty Images/Terry Fincher)
El escritor y novelista inglés John Le Carré, en 1965. (Getty Images/Terry Fincher)

En 1988, Nicholas, un niño británico de 10 años, le escribió una carta al novelista John le Carré. En ella le preguntaba qué hacía falta para convertirse en espía.

Le Carré, nacido en 1931 en el sur de Inglaterra con el nombre de David Cornwell, era la persona más adecuada para responder a esa pregunta. Con apenas 19 años, el ejército le envió a Austria a interrogar a los europeos del Este que cruzaban el Telón de Acero. Más tarde, en la universidad, espió para el Gobierno a los estudiantes comunistas, entre los que se encontraba algún buen amigo suyo.

Luego se incorporó al servicio secreto. Allí hacía lo que se espera de un espía: intervenir teléfonos de sospechosos de comunismo, hacerse pasar por diplomático para llevar a cabo tareas de espionaje, obtener información de los espías rusos instalados en la Europa continental. Pero también se puso a escribir novelas sobre su propio trabajo.

En ese momento, la literatura de espías no tenía demasiado prestigio. El autor más famoso era Ian Fleming, que en 1952 había publicado Casino Royale, la primera de las novelas protagonizadas por James Bond. Este también era un espía británico que operaba en el contexto de la Guerra Fría, pero su actividad no tenía nada que ver con lo que hacían los espías reales como Le Carré.

En ese momento, la literatura de espías no tenía demasiado prestigio. El autor más famoso era Ian Fleming, que había publicado 'Casino Royale'

Y este se propuso hacer una literatura que los reflejara de verdad. En la que los personajes fueran conscientes de que el espionaje, aunque fuera en defensa de Occidente y la democracia, era profundamente inmoral y deshonesto. Y que, en ese sentido, no eran tan distintos de los soviéticos que espiaban para defender de su propio sistema. Sus dos primeros libros pasaron desapercibidos, pero el tercero, El espía que surgió del frío, publicado en 1963, tuvo un éxito inmenso. Tanto, que Le Carré dejó su trabajo de espía para dedicarse exclusivamente a escribir.

En los años siguientes, encadenó algunos libros mediocres con obras maestras como El topo, y se convirtió en una estrella de la literatura cuyos libros con frecuencia eran adaptados a la televisión y el cine y en una de las personas que contaba a los ciudadanos comunes qué se escondía tras la rivalidad entre Occidente y la Unión Soviética. Por eso nadie como él podía responder a la pregunta de su admirador. “Para ser un espía —le escribió—, primero tienes que saber qué piensas sobre el mundo, a quién quieres ayudar y a quién fastidiar. Esto, me temo, requiere tiempo. También tienes que decidir cuántas cosas estás dispuesto a hacer por medios deshonestos”.

El éxito de un espía

Esta carta de Le Carré es una de las centenas del autor que ahora ha publicado la editorial Planeta en un volumen titulado Un espía privado. Es un libro fascinante que incluye correspondencia con sus familiares y amantes, con periodistas, otros escritores, editores, políticos y amigos. Pero son 712 páginas y probablemente solo esté destinado a verdaderos fanáticos de Le Carré.

'Un espía privado' es un libro fascinante que incluye correspondencia con sus amantes, periodistas, otros escritores, políticos y amigos

Las cartas —y unos cuantos correos electrónicos— conforman una especie de biografía de un hombre que vivió atribulado, pero no solo por las dudas que le acarreó su trabajo como espía. Su padre fue un estafador, que pasó por la cárcel y se arruinó. A causa de ello, Le Carré tuvo que abandonar en varias ocasiones sus estudios para trabajar; cuando se hizo rico y famoso, su padre le presionó para que le rescatara. Le Carré también aparece aquí impresionado por su propio éxito.

Pasó de ser un hombre obligado a llevar una vida invisible a codearse con actores famosos. “Nunca antes había tenido dinero —escribe—, y de repente me cubrían de dinero. Había vivido entre sombras, realmente entre sombras, y de repente me iluminaban los focos, y eso impuso tensiones en mi matrimonio de los que nunca se recuperó”. Ese es otro de los temas de la vida de Le Carré y, en menor medida, del libro: sus infidelidades constantes a su mujer.

placeholder El nuevo volumen, lanzado por Planeta.
El nuevo volumen, lanzado por Planeta.

Una de las consecuencias de esa fama, además de su relación con los actores que representaban sus historias o los políticos que se interesaban por sus libros, fue el desprecio que recibió en el mundo comunista. Como cuenta en varias cartas, allí sus libros circulaban de manera clandestina, pero a pesar de que en teoría nadie podía tener acceso a ellos, los medios oficiales soviéticos le atacaban por haber convertido a los espías occidentales en héroes —aunque su descripción de ellos no era muy heroica— o por hacer un retrato devastador del mundo comunista.

Un crítico de la principal revista literaria soviética llegó a decir que sus personajes, débiles y atribulados, dañaban más al comunismo que James Bond, porque hacían más humano al enemigo capitalista. Pero las cartas también reflejan el día a día de un escritor: su disciplina para trabajar, sus discusiones con los editores por dinero o por las portadas de sus libros, sus viajes para documentarse.

Una consecuencia de esa fama, además de su relación con los actores que representaban sus historias, fue el desprecio del mundo comunista

John le Carré fue uno de los grandes novelistas de la segunda mitad del siglo XX. Y su invención del espía complejo y atribulado es un hallazgo cultural extraordinario. Este libro de cartas, como decía, es solo para fans, pero abre una ventana a la intimidad de un hombre cuya vida estuvo estrechamente vinculada a la historia reciente, y que vio con asombro cómo el fin de la Guerra Fría no daba pie a una era de paz y estabilidad, sino a la invasión de Irak, el auge de Trump o el Brexit, que odió con todas sus fuerzas, hasta tal punto que se nacionalizó irlandés.

Le Carré murió durante la pandemia, en una habitación de hospital, sin la posibilidad de verse con su mujer debido a las reglas del confinamiento. Su última carta fue un correo electrónico enviado desde su iPad a su agente: “Si ya no podemos volver a hablar, gracias por todo”. Es lo que uno, mientras lee sus cartas, piensa que querría haberle dicho a Le Carré.

En 1988, Nicholas, un niño británico de 10 años, le escribió una carta al novelista John le Carré. En ella le preguntaba qué hacía falta para convertirse en espía.

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