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Todo el mundo quiere darte consejos: bienvenido al capitalismo 'coaching'
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Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

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Todo el mundo quiere darte consejos: bienvenido al capitalismo 'coaching'

Los libros de autoayuda, que existen desde hace siglos, han colonizado por completo nuestra cultura, que hoy se basa en la advertencia, la recomendación de hábitos y la motivación

Foto: Foto: iStock.
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Si usted agradece que le echen una mano con las cosas con las que no se apaña por sí mismo, está de suerte. Vivimos en la edad de oro de los consejos. Para empezar, están los libros. ¿No controla sus emociones? Puede leer Recupera tu mente, reconquista tu vida, de Marian Rojas Estapé. ¿No es constante? Hábitos atómicos, de James Clear. ¿Come mal? Adiós a la inflamación, de Sandra Moñino. ¿Se preocupa por cosas sin importancia? No hagas montañas de granos de arena, de Rafael Santandreu. Estos son solo los cuatro más vendidos de la semana pasada. Pero la lista es infinita.

Lo interesante de nuestro tiempo, sin embargo, no es el éxito de los libros de autoayuda, que existen desde hace siglos, sino que hayan colonizado por completo nuestra cultura. Hoy, esta se basa en la advertencia, la recomendación de hábitos y la motivación. Vivimos en el capitalismo coaching.

Decisiones tomadas en Instagram

Los consejos dominan hoy las redes sociales. Estas estaban pensadas para mantener el contacto con los amigos, alardear ante ellos de tu felicidad y espiar a tu ex. Hoy, sin embargo, Instagram es un repositorio inacabable de profesionales, o aspirantes a serlo, que te enseñan trucos de cocina, rutinas de gimnasio y técnicas de maquillaje. Es extraordinariamente eficaz: personas sofisticadas, que tienen montañas de libros en su casa y están suscritas a un periódico, toman una desmesurada cantidad de decisiones vitales basándose en lo que ven en la red. Las conversaciones sociales que genera esta tendencia son inquietantes. En una cena de amigos cualquiera, da igual que la pregunta sea: “¿Ya has dejado de darle la teta al bebé?” o “¿Al final te has animado a entrar en los fondos indexados?” La respuesta siempre incluye las palabras “lo vi en Instagram”.

Más tarde, los influencers deben monetizar los consejos que ofrecen en la red. Para ello, crean newsletters de pago con más consejos. Ofrecen planes personalizados de nutrición o abdominales en aplicaciones. Reúnen sus recomendaciones en libros. E intentan introducirse en el cada vez más lucrativo circuito de conferencias. Incluso los escritores tradicionales hacen hoy esto último: una charla ante ejecutivos para aconsejarles que lean a los estoicos, o ante un público general para explicarle cómo escribir tu novela en cuatro cómodos pasos, suele estar mejor pagado que escribir un libro de filosofía o una novela.

Si no das consejos no eres nadie. Hoy el estatus social se deriva, en parte, del grado en que te dedicas a decir a los demás cómo deberían vivir

Pero no se trata solo de los libros, las redes y las conferencias. Tradicionalmente, los empresarios consideraban que su trabajo consistía en crear productos o servicios y venderlos. Hoy, muchos emprendedores y ejecutivos piensan que también deben dedicarse a dar consejos sobre estilo de vida, inversiones o superación. Es como si ya no bastara con el dinero o con el prestigio que da gestionar una empresa. Parecen pensar que si no das consejos —en LinkedIn o donde sea— no eres nadie. Y tienen razón. Hoy el estatus social se deriva, en parte, del grado en que te dedicas a decir a los demás cómo deberían vivir.

Lo mismo les sucede a los políticos. Muchos de ellos ya no consideran que su trabajo consista en gestionar lo público. Se ven a sí mismos como comunicadores que venden consejos para tener una vida plena. El primero siempre es el mismo: “Odia a mi rival, porque eso te convertirá en una buena persona”. Pero con frecuencia van más allá. La anterior secretaria de Estado de Igualdad aconsejaba a las mujeres cuáles debían ser sus preferencias sexuales (mejor masturbación que penetración, recomendaba). Hace poco, la ministra de Sanidad abroncó en público a un señor porque fumaba en el balcón de su casa. Una parte importante de la publicidad de las instituciones públicas consiste en consejos motivacionales: una campaña de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, tenía por lema “Consigue lo que te propones”, que podría ser el subtítulo de cualquiera de los libros de autoayuda que he citado al principio.

Todos 'coaches'

Tradicionalmente, la industria del consejo estaba en manos de pequeños grupos de profesionales como los publicistas, los médicos o los curas. La industria editorial puso el género al alcance de cualquiera que tuviera el aplomo de pensar que sus consejos tenían valor. Las redes, las empresas y los políticos han dado el paso siguiente. Y la sociedad ha acudido en masa. En los últimos años, lo ha hecho incluso ignorando si a los autores les ha ido bien siguiendo los consejos que dan a los demás. Robert T. Kiyosaki, autor de uno de los libros de consejos financieros más vendidos de todos los tiempos, Padre rico, padre pobre, reconoció hace poco que debe a los bancos 1.200 millones de dólares. Albert Rivera, que hoy es coach empresarial, hundió su partido político.

No me malinterpreten: yo leo libros de autoayuda y hago caso de las recomendaciones que veo en las redes sociales. Creo que hay que aprovecharse de la experiencia ajena. Y si alguien puede monetizar la suya, ¿qué hay de malo en eso? Pero nunca pensé que nuestra cultura se basaría en la lógica del consejo. Hoy todos tenemos coaches, aspiramos a ser coaches o, en el peor de los casos, odiamos a los coaches. Pero es indiscutible que están en todas partes y representan una parte cada vez más grande de nuestra economía. Bienvenido al capitalismo coaching.

Si usted agradece que le echen una mano con las cosas con las que no se apaña por sí mismo, está de suerte. Vivimos en la edad de oro de los consejos. Para empezar, están los libros. ¿No controla sus emociones? Puede leer Recupera tu mente, reconquista tu vida, de Marian Rojas Estapé. ¿No es constante? Hábitos atómicos, de James Clear. ¿Come mal? Adiós a la inflamación, de Sandra Moñino. ¿Se preocupa por cosas sin importancia? No hagas montañas de granos de arena, de Rafael Santandreu. Estos son solo los cuatro más vendidos de la semana pasada. Pero la lista es infinita.

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