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El erizo y el zorro
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Estas han sido las cuatro grandes tendencias de la cultura en 2024
Se trata de cuatro corrientes culturales que parecen al mismo tiempo evidentes y contraintuitivas. Pero todas ellas señalan cambios importantes
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Cuando acaba el año, los periodistas hacemos listas: los mejores discos, las mejores películas, los mejores libros. Pero, más allá de todas esas obras particulares, suele haber tendencias de fondo. No siempre son coherentes. Muchas veces son contradictorias. ¿Por qué triunfa al mismo tiempo lo viejo y lo nuevo? ¿Por qué parece que nadie lee pero se venden más libros que nunca? ¿Vivimos dominados por la cultura progresista o por la reacción conservadora? En 2024 me han llamado la atención cuatro tendencias. Me parecen, al mismo tiempo, evidentes y contraintuitivas. Pero todas señalan cambios importantes. Son estas.
Una música de este tiempo y de ninguno
La radio pública estadounidense organiza periódicamente en su sede unos pequeños conciertos. Los invitados solían ser grupos independientes y minoritarios, pero con el tiempo han ido abriéndose a músicos pop de enorme éxito. Por allí han pasado Taylor Swift, Sabrina Carpenter, Billie Eilish o C. Tangana.
En 2024, el concierto más reproducido de toda la serie ha sido el que ofreció Dua Lipa durante la pandemia (133 millones de reproducciones en total). Es magnífico: las canciones son pop brillante con toques funk y disco, y en el pequeño formato destaca la voz grave de Lipa. Lo más interesante del vídeo, con todo, es que su música es atemporal. No solo en el sentido de que, gracias a su calidad, puede perdurar en el tiempo. Sino que, despojada de la tecnología musical de los grandes escenarios, es imposible saber si se trata de música compuesta e interpretada en 1984, en 1998 o en 2009.
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Así definiría buena parte de la música que ha triunfado en los últimos doce meses: intemporal, propia de cualquier momento de los últimos cuarenta años. La canción más escuchada en España durante 2024 en Spotify, Si antes te hubiera conocido, de Karol G, podría haberse grabado a principios de este siglo o ayer. Lo mismo puede decirse de Tengo un pensamiento, de Amaia, el éxito de las últimas semanas. Se trata de música neutra, profesional y disfrutable, pero sin ningún anclaje en una estética idiosincrásica de la actualidad ni, por supuesto, en ningún hecho actual. Por eso un vídeo de hace cuatro años puede ser un éxito hoy. O dentro de diez.
Tú también quieres publicar un libro
Este año han publicado libros la presentadora
Seguro que ellos se escriben sus propias obras. Pero el hecho de que cada vez más famosos, deportistas y políticos quieran publicar un libro ha dado pie a la edad de oro de lo que en España llamamos “negros”: los autores profesionales que escriben las obras que luego firman otros. Aquí estos no están organizados, y solo algunos famosos reconocen abiertamente que han recurrido a esa figura, por lo que es difícil conocer las cifras reales. Pero en Estados Unidos empiezan a ser espectaculares. Según un estudio llevado a cabo por la Sociedad Americana de Periodistas y Escritores, uno de cada tres “negros” gana más de 100.000 dólares al año por su trabajo. Hay casos extraordinarios, como el del “negro” que ha escrito
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Esas cifras son inalcanzables para los españoles. Pero cada vez más gente piensa que un libro es una credencial que te otorga prestigio intelectual y te permite contar tu propia versión de la historia. Aunque en realidad la cuente otro. Pero como sabemos quienes hemos trabajado como “negros”, el ego de los demás puede ser un buen negocio.
La era de las grandes masas
Fue una teoría que tuvo mucho impacto en quienes nos preguntábamos qué efecto tendría lo digital en la cultura. De acuerdo con ella, entrábamos en la era de la “larga cola”: gracias a sus bajos costes de almacenamiento y distribución, internet permitiría que las industrias culturales dejaran de centrarse en unos pocos productos y artistas de consumo masivo y produjeran un número casi infinito de productos minoritarios pero que ahora, al fin, podrían ser rentables. Los nichos seguirían siendo nichos, pero con internet serían nichos bastante grandes. Casi todos formaríamos parte de una minoría u otra.
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La teoría resultó ser falsa. La digitalización no ha generado una mayor fragmentación cultural, sino que ha generado una mayor concentración del consumo. El caso más evidente de 2024 ha sido la gira de Taylor Swift. Según el Financial Times, esta vendió diez millones de entradas en 149 espectáculos, lo que dio un total de 2.100 millones de dólares de ingresos. Más del doble que el récord anterior, de Elton John. Las diez películas más taquilleras de 2024 en todo el mundo, entre las que han estado Del revés 2, King Fu Panda 4 y Godzilla y Kong: El nuevo imperio pertenecían a sagas gigantescas o eran secuelas o precuelas. Dos de los más relevantes fenómenos editoriales del año en España, la nueva novela de Gabriel García Márquez y la saga fantástica Blackwater, tienen en común que fueron lanzamientos globales, que sus autores llevaban décadas siendo exitosos y que los dos están muertos. El impacto de lo digital no nos ha hecho más distintos, como pensábamos: puede que nos esté haciendo más iguales.
El año en que inventamos la radio
La gran revolución político-cultural del año es extrañamente anacrónica: coger a dos personas y ponerlas a hablar durante un buen rato. Pese a la obviedad del formato, el crecimiento de la influencia de los pódcast está siendo impresionante. Se ha dicho que la decisión de Donald Trump de acudir a los pódcast de entrevistas más escuchados en Estados Unidos fue decisiva para ganar las elecciones. Allí, algunas estrellas del género, como Joe Rogan, están firmando contratos de cientos de millones de dólares. En Reino Unido, un pódcast presentado por dos expolíticos centristas, The Rest is Politics, se ha convertido en un fenómeno de masas. Se estima que cada uno de ellos se lleva unas 100.000 libras al mes en ingresos publicitarios; recientemente, 15.000 personas pagaron 100 libras para verles hacer un programa en directo en un pabellón de Londres. En el primer capítulo de su nueva temporada, el podcaster español Jordi Wild habló con la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, una figura global que en otros tiempos solo le habría dado una entrevista a un gran medio.
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En España, según Spotify, la escucha de pódcast ha aumentado un 30% en el último año. Es llamativo que el formato más simple del entretenimiento, y uno de los más baratos de producir, se haya convertido en una herramienta tan poderosa en un momento en el que la cultura está dominada por la sobreproducción y los caros remakes. Quizá sea un último residuo de naturalidad.
Cuando acaba el año, los periodistas hacemos listas: los mejores discos, las mejores películas, los mejores libros. Pero, más allá de todas esas obras particulares, suele haber tendencias de fondo. No siempre son coherentes. Muchas veces son contradictorias. ¿Por qué triunfa al mismo tiempo lo viejo y lo nuevo? ¿Por qué parece que nadie lee pero se venden más libros que nunca? ¿Vivimos dominados por la cultura progresista o por la reacción conservadora? En 2024 me han llamado la atención cuatro tendencias. Me parecen, al mismo tiempo, evidentes y contraintuitivas. Pero todas señalan cambios importantes. Son estas.