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El erizo y el zorro
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¿Crees que tienes un mal jefe? No conoces a Ray Dalio
Es uno de los más exitosos inversores estadounidenses de los últimos cincuenta años. Dirige el 'hedge fund' más grande del mundo. Un nuevo libro explica las humillaciones públicas y el control personal que hay tras su éxito
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Ray Dalio es una leyenda de las finanzas. Dirige el hedge fund más grande del mundo, Bridgewater, que gestiona unos 125.000 millones de dólares. Ha afirmado que ha descubierto el “Santo Grial” de la inversión, un método científico para conseguir grandes beneficios. Es autor de un bestseller, titulado Principios, que va más allá de lo financiero y es también un manual para el autoconocimiento.
Pero también es el peor jefe que uno puede imaginar: una mezcla de filósofo aficionado y voyeur sádico. Lo cuenta un libro impresionante,
Los inicios prototípicos
Los inicios de Dalio parecen una fábula sobre el sueño americano. Creció en un vecindario de clase obrera y siendo adolescente trabajó como caddy en un club en el que jugaba la élite económica de Nueva York. Allí, la mujer de un millonario inversor, impresionada por su cultura y su seriedad, le pidió que se hiciera amigo de su hijo, un chaval díscolo que había sido expulsado de varios colegios por fumar porros y beber. Pronto, el heredero abandonó la guitarra eléctrica y se cortó el pelo. La mujer pensó que era mérito de Dalio y lo acogió en la familia. Gracias a ello, entró en el mundo de las finanzas y fue a una buena escuela de negocios. Y se casó con una chica mucho más rica que él que financió la creación de Bridgewater.
Creció en un vecindario de clase obrera y siendo adolescente trabajó como 'caddy' en un club en el que jugaba la élite económica de Nueva York
Y ahí Dalio brilló. “Cuando se convirtió en un trader global, Dalio empezó a sacar partido de presentarse como algo más que un simple asesor de empresas —escribe Copeland—. Creó para sí la imagen de un economista que abordaba su trabajo de una manera científica y de un pensador global que entendía la historia de los ciclos económicos”. Dalio se hizo conocido porque salía con frecuencia en la televisión anunciando recesiones, crisis y bancarrotas. La mayoría de veces sus pronósticos fallaban, pero cuando acertaba parecía un oráculo. Bridgewater creció. No tardó en contar con decenas y luego centenares de empleados. En ocasiones, sin embargo, parecían miembros de una secta.
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El libro está lleno de escenas sobrecogedoras. Dalio consideraba que los errores eran beneficiosos, la excusa perfecta para tomar nota y mejorar. Pero eso se traducía en métodos atroces. En una ocasión, cuenta Copeland, Dalio cogió a una empleada embarazada que había cometido un error, la sentó en mitad de una sala rodeada de otros empleados, y se puso a gritarle hasta que ella lloró. Se grabó la escena, luego se editó meticulosamente para que pareciera que la empleada se había comportado de manera histérica y Dalio había sido magnánimo, y a partir de entonces se ponía a todos los nuevos empleados para que comprendieran la dinámica del error y el aprendizaje. El título de la cinta era: “Dolor + reflexión = progreso”.
Sentó a una empleada embarazada que había cometido un error en una sala, rodeada de otros empleados, y se puso a gritarle hasta que lloró
Los iPads de los empleados contaban con un sistema interno que permitía denunciar los errores de los compañeros, en lo que pronto se convirtió en un sistema de denuncias mutuas que no solo afectaba a las inversiones; en una ocasión, un empleado denunció al personal del restaurante porque los guisantes estaban arrugados. El propio Dalio inició una investigación porque detectó una mancha de orina en su baño. También había un sistema de valoración interna, en el que podías valorar la “credibilidad” de tus compañeros; a medida que te otorgaban más “credibilidad”, tus opiniones valían más; aunque Dalio decía que él, como otro cualquiera, debía aprender de sus errores y mejorar, blindó el algoritmo para que siempre fuera el que tenía más puntuación.
Lo que parecían herramientas para la corrección de errores y la celebración del talento se convirtió en un mecanismo de humillación. Y todo estaba regido por los principios de Dalio, el código de sabiduría que más tarde convertiría en su exitoso libro. Para algunos, los Principios “eran el evangelio. Se aprendían los principios y citaban pasajes concretos de memoria”. Otros creían que eran solo una filosofía con algunas buenas ideas. Pero, en todo caso, era impensable cuestionarlos: eso significaba cuestionar al propio Dalio.
El fondo también aborda cuestiones más vinculadas a las propias finanzas. ¿Es Dalio realmente un genio que comprende la economía de una manera particular? ¿Sus inversiones están basadas en un método sofisticado, como él siempre afirma, o simplemente ha tenido un gran olfato? ¿Por qué mucha gente sigue confiándole su dinero a pesar de que muchas veces sus resultados son mediocres?
El fondo es una crónica rápida, brillante, detallista y, en ocasiones, espeluznante. Toda una lección de periodismo útil para entender un poco mejor el mundo de la inversión. Pero también para advertir la crueldad que en ocasiones se oculta tras el éxito.
Ray Dalio es una leyenda de las finanzas. Dirige el hedge fund más grande del mundo, Bridgewater, que gestiona unos 125.000 millones de dólares. Ha afirmado que ha descubierto el “Santo Grial” de la inversión, un método científico para conseguir grandes beneficios. Es autor de un bestseller, titulado Principios, que va más allá de lo financiero y es también un manual para el autoconocimiento.