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Todo al negro
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Jaime M. de los Santos

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Todo al negro

A mí me gustan todos los colores. Aunque prefiera el negro; “símbolo de una nueva religión”. Eso escribió Sarabiánov al mirar el 'Cuadrado negro' de Malévich

Foto: Julia de Castro, 'La historiadora'. (Kito Muñoz, para Gucci)
Julia de Castro, 'La historiadora'. (Kito Muñoz, para Gucci)

Casi siempre visto de negro. O de ese azul que a veces llaman buenas noches. Tengo camisas blancas, muchas, pero como no tienen color las pienso igual de negras. Esto, que no es importante, que probablemente a nadie le interesa, lo escribo con la misma taza de café en la mano. Americano y también negro, ya saben. Con sacarina (esto no sé si lo sabían). Mientras otros pugnan por el violeta. Así llamaban a los hombres que querían a otros hombres, como yo. Hasta no hace tanto. Violetas. Y los agredían. Y los encerraban. Aún pasa. No aquí. Pero ocurre. A mí me gustan todos los colores. Aunque prefiera el negro; “símbolo de una nueva religión”. Eso escribió Sarabiánov al mirar el 'Cuadrado negro' de Malévich. Para rechazar la fe hay quienes construyen otras creencias, legítimas. Quienes vuelven los ojos a verdades unívocas, hasta excluyentes. Y plantean el mundo como si no tuviese aristas, como si no fuese diverso; por colmar sus esperanzas, para llenar el vacío. Que, por cierto, acostumbra a ser negro. Cuando en 1913, Malévich diseña la caja escénica para la 'Victoria sobre el sol', ópera futurista de Mijaíl Matiushin, otro poderoso cuadrado se superpone a todo. Trascendiendo al tiempo. Al espacio. “Brumeando negro”.

placeholder 'Cuadrado negro', Kazimir Malévich, 1915. Galería Tretiakov.
'Cuadrado negro', Kazimir Malévich, 1915. Galería Tretiakov.

No solo necesitamos creer, también querer. Y que nos quieran. La cultura es amor, entrega. Necesita de la fe. Ya se lo dice a Pablo Remón su madre, en 'La Rosita, anotada'. “Todo esto del teatro. Para esto sí que hay que tener fe”. Como la que tiene Julia de Castro. Sobre todo en ella misma. En Roma, junto donde dicen que, boca abajo, fue sacrificado Pedro, buscó razones para lanzar preguntas. Sobre la mujer. Sobre sus derechos. Y encontró a Susanna, en Via Salaria. Ahora, esa Magdalena libre y deseada forma parte del dédalo de emociones que es su primer disco. El de ella sola. 'La Historiadora'. Recorrer la ciudad barroca, la Imperial, la de la exaltación y el agua, agarrado a su cintura y en una Vespa beis, alquilada, podría ser otra de sus canciones. No lo es. Yo lo he hecho. No hace tanto. Bajando desde el Pincio, con el aire templado llenándonos la boca. Pensando en Mina, en su 'Città vuota'. Con parada en la 'Biblioteca Hertziana' de Juan Navarro Baldeweg, la de las caras monstruosas de Zuccaro. Cosas de historiadores.

placeholder 'Estudio del artista. Roma', Eduardo Chicharro y Gregorio Prieto, 1928-1932. Fundación Gregorio Prieto.
'Estudio del artista. Roma', Eduardo Chicharro y Gregorio Prieto, 1928-1932. Fundación Gregorio Prieto.

A Julia la conocí cuando todavía era 'Purissima'. Cantando cuplé. 'La chica del diecisiete'. Yo era público. Podría haberla pintado Romero de Torres. Mucho después, en la Academia, descubrí a otra artista. Imbuida en la estatuaria clásica como Gregorio Prieto. Abrazada a un piano. Con jardín propio y vistas al Trastevere. “Hasta que me subí a un escenario, no comprendí quien era”. Eso tiene el arte. “Y ahora sufro menos”. Algunos somos creyentes de la belleza por eso, porque sana. A mí me salvó. Me dio futuro, paz. Y un espejo distinto al que mirarme. Cuando tienes 12 años y no te encuentras porque no sabes, porque no te han sabido guiar y todo parece negro, la cultura es luz. Pero mientras llega, sigues ahí sentado, en el suelo, esperando a que alguien te recoja. Ni siquiera perdido. Asustado. “Ya no me asusto con los silencios”, dice. Yo, ahora, tampoco. Incluso los celebro, los provoco. Lo que no sé es si será así para siempre. Si, como Eco, no acabaré buscando a Narciso; “con la misma voz”.

placeholder 'Narciso', Caravaggio, 1594-96. Gallerie Nazionali d´Arte Antica.
'Narciso', Caravaggio, 1594-96. Gallerie Nazionali d´Arte Antica.

A todo esto, Narciso no deja de mirarse, sin reparar en Eco, que es el mundo; fascinado solo en su beldad. Despreciando lo que otros quieren, lo que otros necesitan. Sobre una superficie negra, profunda, que se parece a la Estigia. Que acabará por devorarlo. Caravaggio lo pinta en éxtasis, queriendo ser otro pero sin dejar de ser él. Iluminado ferozmente en toda su pobreza. Hay abismos a los que es mejor no acercarse. Por si te acaba engullendo la nada; “ese vacío que queda, como una ciega desesperación”. Michael Ende lo sabe. Sabe que “la nada” mata la fantasía. Y abre una ventana en la noche. En mitad de la desesperanza. Como única salida al desafío de los 'hombres de gris'. Cada día más numerosos. Y más peligrosos.

*'La historiadora'. Julia de Castro.

14 de marzo. Teatro de La Abadía.

Casi siempre visto de negro. O de ese azul que a veces llaman buenas noches. Tengo camisas blancas, muchas, pero como no tienen color las pienso igual de negras. Esto, que no es importante, que probablemente a nadie le interesa, lo escribo con la misma taza de café en la mano. Americano y también negro, ya saben. Con sacarina (esto no sé si lo sabían). Mientras otros pugnan por el violeta. Así llamaban a los hombres que querían a otros hombres, como yo. Hasta no hace tanto. Violetas. Y los agredían. Y los encerraban. Aún pasa. No aquí. Pero ocurre. A mí me gustan todos los colores. Aunque prefiera el negro; “símbolo de una nueva religión”. Eso escribió Sarabiánov al mirar el 'Cuadrado negro' de Malévich. Para rechazar la fe hay quienes construyen otras creencias, legítimas. Quienes vuelven los ojos a verdades unívocas, hasta excluyentes. Y plantean el mundo como si no tuviese aristas, como si no fuese diverso; por colmar sus esperanzas, para llenar el vacío. Que, por cierto, acostumbra a ser negro. Cuando en 1913, Malévich diseña la caja escénica para la 'Victoria sobre el sol', ópera futurista de Mijaíl Matiushin, otro poderoso cuadrado se superpone a todo. Trascendiendo al tiempo. Al espacio. “Brumeando negro”.

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