La minipimer
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Tom Cruise: ¿quién necesita la gravedad?
Desde los ochenta Madonna llena los estadios y Tom Cruise los cines. No pueden permitirse envejecer y dejarnos sin nuestra dosis de entretenimiento, así que olvidaos de ver nacer nuevas estrellas
Oh, no: allá vamos otra vez con la canción de Lalo Schifrin... ¿De verdad era necesaria una quinta 'Misión: Imposible'?
Según la taquilla, sí: Nación secreta ha recaudado 135 millones de dólares en su primer fin de semana, lo cual la convierte en la misión más exitosa hasta el momento. Y eso que ni siquiera se ha estrenado en países, como España, que tradicionalmente aman a su estrella protagonista...
¿El tipo no es demasiado grande para fallar?
Verás, esa es una de las grandes confusiones en torno a Tom Cruise. Sus dos últimas películas, Oblivion y Al filo del mañana, quedaron por debajo de las expectativas comerciales, luego podríamos concluir que el público no quiere tanto al actor como a Ethan Hunt, su personaje en Misión: Imposible. Pero, aún así, sigue siendo la mayor estrella de Hollywood en activo. Quizá la última que nos queda.
Desarrolla eso.
Bueno, no hay mejor ejemplo que su última aparición en el programa de Jimmy Fallon. Sólo le bastó aparecer detrás de un telón, caminar despacio y poner su media sonrisa para que el público en plató se viniera completamente arriba. A nivel de star power, nadie puede con The Cruiser. El hecho de que sus películas fuera de franquicia no acaben de funcionar puede deberse a varios factores (desde su compromiso con la ciencia-ficción arriesgada hasta el rechazo que provocan en cierto sector del público sus creencias religiosas). Pero hay un momento junto a Fallon que lo acredita como gigante incomparable de la cultura pop: los gritos de puro éxtasis que se escuchan cuando la banda toca las primeras notas de Old Time Rock and Roll y parece que Tom va a replicar su famoso baile en calzoncillos de Risky Business. Película que, por cierto, ya encerraba todas las claves de su éxito, en forma de semilla a punto de germinar.
¿Es esa comedia en la que él, aún imberbe, sale con una prostituta?
Sí, pero es algo más. Escrita y dirigida por Paul Brickman, un tipo con más mano izquierda para la sátira de lo que parece a simple vista, Risky Business es una comedia sobre el capitalismo. Más concretamente, sobre la redefinición sexy y jovial que la Era Reagan le dio al capitalismo. La sonrisa de Cruise eliminó cualquier componente crítico de la película y, a ojos del gran público, se convirtió en el símbolo de toda una época en la que, parafraseando a otro icono cinematográfico, la codicia era buena. Después llegaría Top Gun, en la que realmente se convertiría en la encarnación palpitante de los sueños húmedos del reaganismo, pero todo empezó en Risky Business. Esa película es una declaración de intenciones generacional: “Hola, somos los baby boomers, y vamos a dominar el cotarro durante las próximas, oh, cuatro décadas”.
¿Esa es la razón por la que no ha surgido ninguna joven estrella de acción capaz de hacerle sombra a Cruise?
Es muy posible. Los antiguos cachorros baby boomers que se criaron con una dieta de biberón y economía versión Reagan continúan ocupando puestos de poder en gobiernos o grandes empresas, una realidad que tiene su reflejo en el mundo del entretenimiento: Madonna sigue llenando estadios y Tom Cruise sigue llenando cines, exactamente igual que en los ochenta. La contrapartida de todo esto es que ninguno de los dos se puede permitir envejecer.
Cruise sigue rodando acción con aviones como si aún siguiera teniendo veintipocos años en el plató de Top Gun
¿Y eso?
Bueno, Madonna tiene canciones sobre cerrar clubes de moda y tomar MDMA en su último disco. Y Cruise, a sus 53 años, se ha subido a un Airbus mientras despegaba en Misión: Imposible. Nación secreta. Una escena para la que su director, Christopher McQuarrie, necesitó ocho tomas. Y Cruise las hizo sin rechistar, porque Cruise ya ha desafiado a la muerte en las alturas antes. Cuando alcanzaron la cincuentena, las estrellas masculinas de generaciones anteriores decidieron abrir un nuevo capítulo en sus carreras: Jack Nicholson rodó La fuerza del cariño, Paul Newman se metió en la piel de una leyenda otoñal en Bufallo Bill y los indios, Robert Redford se puso galán en Memorias de África... Pero Cruise sigue rodando acción con aviones como si aún siguiera teniendo veintipocos años en el plató de Top Gun. Incluso cuando apuesta por un drama prestigioso, como en Valkiria, acaba siendo un drama prestigioso en el que intenta matar a Hitler.
¿Quieres decir que debería parar un poco?
No: quiero decir que no es capaz de parar un poco. No puede. Es la personificación de un modelo de triunfo baby boomer que, por lógica, ya debería haberse quedado obsoleto, pero que realmente sigue más vivo y vigoroso que nunca. Si el capitalismo pop de Risky Business sobrevivió a la crisis que él mismo creó, Tom Cruise puede sobrevivir a la cincuentena colgándose de aviones. En un momento clave de Nación secreta, el personaje de Simon Pegg le pregunta a Ethan Hunt si está seguro de poder conducir, dado que hace un minuto estaba clínicamente muerto. En cierto sentido, esa es la carrera de Tom Cruise: puede parecer acabada después de un par de blockbusters que no funcionaron en taquilla, pero sabes que va a acabar volviendo a la vida de forma espectacular. Porque no puede hacer otra cosa.
Oh, no: allá vamos otra vez con la canción de Lalo Schifrin... ¿De verdad era necesaria una quinta 'Misión: Imposible'?