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Jonathan Franzen y la Gran Novela Americana (del siglo XIX)
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Alberto Olmos

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Jonathan Franzen y la Gran Novela Americana (del siglo XIX)

El autor publica en España 'Pureza' (Salamandra), su tercera obra maestra mediática. Muy crítico con el pajarito de Twitter, siendo ornitólogo aficionado, su trayectoria pierde fuelle con cada nuevo título

Foto: Jonathan Franzen (EFE/EPA/ATTILA KOVACS HUNGARY OUT)
Jonathan Franzen (EFE/EPA/ATTILA KOVACS HUNGARY OUT)

Le pregunté una vez a mi amigo Rafael Reig en qué andaba y me dijo que estaba escribiendo la Gran Novela Americana sobre la Transición. Uno se ve obligado a escribir grandes novelas americanas sin ser americano, mayormente porque ninguna otra literatura del mundo ha acuñado divisa semejante. No existe la Gran Novela Francesa ni la Gran Novela Española.

Si la bandera de España da como apuro, la propia palabra español/española avergüenza a los escritores, que nunca titularían sus novelas 'Psicosis española', 'Belleza española' o 'Gigoló español'. Por supuesto, jamás afirmarán que han escrito la Gran Novela Española. El uso honorable del gentilicio nacional tiene que ver con cuántos países bombardeaste en el siglo pasado. Primero hay que dominar el mundo y luego ya lo ponemos por escrito.

Escribir en Estados Unidos es una suerte de pasmo. El estadounidense que escribe no ve más allá de Milwaukee, pues se halla como patidifuso ante tanta grandeza. El pasmo puede traducirse en obras celebrativas del Imperio, o puede proponerse como una crítica al modo de vida americano, que es la forma más extrema de celebración de un Imperio. Decía Jean Luc Godard que el cine es una sección de la industria de los cosméticos. La literatura americana es la apostilla de una dominación.

En este contexto tan propicio se sitúa la obra de Jonathan Franzen, que es el chico de los recados de toda una industria.

Acaba de publicar en nuestro pequeño y modesto país una novela que no voy a leer: 'Pureza'. Ya 'Libertad' me pareció insufrible, y he tardado diez años en darme cuenta de que me encantó 'Las correcciones' porque estaba escrita en muy buen español. La tradujo con mimo y grima Ramón Buenaventura, nacionalizándole la prosa que daba gusto. Buenaventura traducía “piercing” por “remache” y, de tanto subvertir el inglés y decantar el castellano, 'Las correcciones' parecía escrita por Gonzalo Torrente Ballester.

Entre la novela decimonónica y la postmoderna

Bien es cierto que 'Las correcciones' sí era una buena novela incluso si la eximíamos de la Gran Prosa Española, y esto por dos motivos. El primero es que Franzen aún quería ser contemporáneo con esta obra. La crítica acertó al encontrar en ella una vacilación feliz entre la novela decimonónica y la novela postmoderna. Franzen pisaba el quicio mismo de las poéticas encontradas de nuestro tiempo. Dialogaba con 'La broma infinita', pero mantenía los pies en el suelo que nos abrillantó para siempre Tolstoi.

El segundo motivo de que 'Las correcciones' sea aún la novela más recomendable de su autor se encuentra en que Franzen saqueó su memoria familiar. Él mismo dio a entender que la novela se abastecía de materiales autobiográficos, que el memorable Chip era un trasunto de su propio hermano y que, en efecto, había en el árbol genealógico de los Franzen una gran casa con el cartel de ON SALE clavado en el jardín. Bastaba leer 'Movimiento fuerte', la anterior obra de Franzen, para notar que era en 'Las correcciones' donde la sangre había empezado a correr por su sintaxis.

En España la servidumbre fue, como es costumbre, ejemplar. Nadie dedicó un momento a pensar la novela, pues bastaba con lamer la portada de Time por la zona donde ponía Great American Novelist

Luego, la jodió. Después de quejarse de que hacía años que un escritor no acaparaba la portada de la revista 'Time', la revista 'Time' lo puso en su portada bajo el epígrafe Great American Novelist. No sé cómo se dice en inglés “el que no llora no mama”. Transcurridos diez años desde la publicación de 'Las correcciones', 'Libertad' esclavizó a la prensa literaria mundial con su realismo de abuelito. En España la servidumbre fue, como es costumbre, ejemplar. Nadie dedicó un momento a pensar la novela, pues bastaba con lamer la portada de la revista 'Time' por la zona donde ponía Great American Novelist.

Lo malo de que te digan que eres el Gran Novelista Americano de tu tiempo es que luego no pueden decir que no lo eres. La estupidez no es retractable, y hay que mirar para otro lado cuando el gran novelista se empeña en desfondar su propio prestigio.

'Libertad' ya no la tradujo Ramón Buenaventura, que encima declaró hace unos meses que 'Las correcciones' le dio de comer, pero, placer lector, poquito.

La gran novela escrita en Estados Unidos en lo que va de siglo es 'Europa Central', de William T. Vollmann, y cualquier cosa de Don DeLillo

Franzen, que vive en campaña constante contra internet, y que se queda como embobado viendo volar un pajarito, es ya el gran escritor decimonónico del siglo XXI, lo que no deja de tener algún mérito.

Sin embargo, cree uno que la gran novela escrita en Estados Unidos en lo que va de siglo es 'Europa Central', de William T. Vollmann, y cualquier cosa de Don DeLillo. Un escalón más abajo encontraríamos a Philip Roth con 'La mancha humana', a Jonathan Safran Foer con 'Tan fuerte, tan cerca' o al propio Franzen con 'Las correcciones'. Ahora mismo el escritor estadounidense que más me pone es Ben Lerner, que publicó hace poco '10:04', marcando la última hora de una narrativa, la estadounidense, que quizá sea mejor cuantos menos aires se da.

Le pregunté una vez a mi amigo Rafael Reig en qué andaba y me dijo que estaba escribiendo la Gran Novela Americana sobre la Transición. Uno se ve obligado a escribir grandes novelas americanas sin ser americano, mayormente porque ninguna otra literatura del mundo ha acuñado divisa semejante. No existe la Gran Novela Francesa ni la Gran Novela Española.

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