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Juan José Millás y los gilipollas que dejamos de leerle
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Alberto Olmos

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Juan José Millás y los gilipollas que dejamos de leerle

El autor valenciano publica 'Mi verdadera historia', una novela casi juvenil que junto a su libro anterior, 'Desde la sombra', muestra una admirable creatividad superados ya los 70 años

Foto: Juan José Millás. (EFE)
Juan José Millás. (EFE)

Un lector siempre está intentando no leer. La lectura es, a todas luces, un imposible, y el único beneficio que se obtiene de leer sin parar es descubrir el tamaño, cada vez más grande, de tu ignorancia. Sólo el que no sabe nada ha leído mucho. Algo así dijo desde el otro lado Juan José Millás en un libro en el que casi sólo él decía cosas inteligentes: 'La trastienda del escritor', de Pepa Roma. Reconocía Millás que uno busca constantemente excusas para no escribir: que si le duele la cabeza, que si está bloqueado, que si hoy no. Millás ha superado ya los 70 años y, vamos a decirlo claramente, hace tiempo que muchos no lo queríamos leer.

Creo que fue en el año 2010, al ganar el Planeta, cuando Millás nos dio las tres o cuatro excusas para no leerlo; a saber: que había ganado el premio Planeta. ¡Que lo lea el vulgo! Porque cuando hablo del lector, obviamente, me refiero al lector snob, exigente (sic), a mí y cuatro mil más, ese sanedrín de gilipollas del que habla Mercedes Milá en su programa de libros, que también se hace para gilipollas, pero para otros gilipollas distintos.

Ese mismo año de 2010 Rafael Reig describió en un artículo la abducción de Millás por el mercado, y asumió que no iba a leerlo más. “Un buen día dejaron de interesarme las novelas que escribía Millás. Quizá el mismo día (puede que fuera jueves) en que dejaron de interesarle a él las novelas que él mismo escribía”, apuntilló.

Yo creo que fue un sábado el día que decidí volver a Millás. En este mismo periódico se publicó un atrevido reportaje donde se desvelaban las ventas de numerosos escritores. Millás había vendido mucho en 2016 de su novela 'Desde la sombra', que había encantado al vulgo. Lejos de regodearme en mi snobismo, me puse a pensar si estaba realmente en el bando de gilipollas adecuado.

Desde la sombra

Conseguí enseguida 'Desde la sombra' en la biblioteca. Me lo leí en dos días y he aquí mi veredicto: maravilla. 'Desde la sombra' es una novela mobiliaria (no “nobiliaria”, leánme con atención que si no les quitamos el graduado escolar), pues parte de un armario y de una cama y nunca abandona el imperio anodino de los enseres. Un tipo que se ha quedado encerrado en un armario acaba encerrado en una casa, y pasa a ser el fantasma de una familia, a la que espía y limpia, a la que finalmente destroza.

La prosa de Millás es humilde, porque para eso vende mucho. No se complica. Pero tiene esa humildad nobiliaria (¿han leído bien?) de los marqueses que se toman algo en un bar de barrio sin que se les note mucho el marquesado. Quiere decirse que escribir tan repulidamente no es lo mismo que redactar, aunque, a ojos del mercado (y de los críticos más tiquismiquis) no haya mucha diferencia.

'Desde la sombra' -cuya portada también es horriblemente servil con eso que se llama compra impulsiva- añade a una fabulosa pericia narradora una idea muy brillante: el protagonista (un poco a la manera de 'El show de Truman') se ve a sí mismo en un programa de televisión basura de máxima audiencia siendo entrevistado sin descanso por un diabólico presentador, que no deja de pedirle explicaciones sobre los acontecimientos de su vida. Además, tiene humor, habla de internet y sale Iñaki Gabilondo.

Pensé, al terminarla, que ya me gustaría a mí, no escribir una novela tan buena con 70 años, sino hacer cualquier cosa así de bien

Pensé, al terminarla, que ya me gustaría a mí, no escribir una novela tan buena con 70 años, sino hacer cualquier cosa así de bien con 70 años, aunque sólo fuera ponerme los pantalones. Ahora, con 71, Millás acaba de publicar otro libro, 'Mi verdadera historia'.

Provocar un accidente

'Mi verdadera historia' es peor que 'Desde la sombra': para qué nos vamos a engañar. Trata de un adolescente que tira una canica desde un puente sobre la autopista y provoca que un automóvil se estrelle, y mueran todos menos una chica de su edad. Escritores, ojo a este detalle: el niño no va al puente a tirar canicas sobre los coches, sino a suicidarse, y primero tira la canica como el que se hace un corte no muy profundo en la muñeca, en vistas a sajársela después como Dios manda. En ese detalle (me voy a tirar yo, pero primero tiro algo para comprender la caída) hay mucho talento.

No tengo claro -nuevamente, por la portada que le han puesto a la novela- si 'Mi verdadera historia' es un libro juvenil o uno destinado a adultos que compran libros con portadas que parecen juveniles. El caso es que lo interesante de esta historia si no tienes doce años y has leído antes algo de Millás es la insinuación de un malestar que hay en sus páginas, quizá de un malestar originado en el año 2010.

El protagonista quiere ser escritor, pero, ay, su padre es crítico literario, es decir, un gilipollas del bando-sanedrín. “Mi padre no lee textos premiados, textos que nacen con el pecado original de la comercialidad, textos que leería cualquier idiota porque los habría escrito cualquier bobo”, leemos.

El padre, por tanto, no quiere leer al hijo, a pesar de que el hijo empieza su verdadera historia diciendo: “Yo escribo porque mi padre leía”.

Todo escritor escribe porque todo lector lee. Es así de simple. Millás sabe que ha perdido determinados lectores exigentes, pero no ha dejado de escribir porque nosotros tampoco hemos dejado de leer, y al final siempre leeremos a Millás. Lo merece.

Un lector siempre está intentando no leer. La lectura es, a todas luces, un imposible, y el único beneficio que se obtiene de leer sin parar es descubrir el tamaño, cada vez más grande, de tu ignorancia. Sólo el que no sabe nada ha leído mucho. Algo así dijo desde el otro lado Juan José Millás en un libro en el que casi sólo él decía cosas inteligentes: 'La trastienda del escritor', de Pepa Roma. Reconocía Millás que uno busca constantemente excusas para no escribir: que si le duele la cabeza, que si está bloqueado, que si hoy no. Millás ha superado ya los 70 años y, vamos a decirlo claramente, hace tiempo que muchos no lo queríamos leer.

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