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Sharon Olds: la poesía tampoco es para el verano
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Alberto Olmos

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Sharon Olds: la poesía tampoco es para el verano

'La célula de oro' es el nuevo poemario publicado en España -con treinta años de retraso- de la gran escritora estadounidense; una joya sobre la familia, el sexo y la muerte

Foto: Una mujer leyendo en la Barceloneta (Efe)
Una mujer leyendo en la Barceloneta (Efe)

La gente que sólo lee en verano me cae bien. Con su libro abierto sobre los muslos desnudos, frente al mismo mar de todos los veranos, inmiscuyendo inconscientemente granos de arena entre las páginas que van pasando, le dicen al mundo: leer es la idea que yo tengo de unas buenas vacaciones. No hace falta mucho más para promocionar la lectura.

Lo cierto es que ya se ven más libros abiertos en las playas que en el metro de Madrid. Esta estadística es como todas, lo que pasa que ésta en concreto me la he inventado yo. El favor que le hacen las playas al libro en papel está por estudiar, pero es evidente. Las playas suelen tener el mar cerca, no como el vagón de la línea 6, y el lector a veces se baña y, claro, no va dejar sin vigilancia un cacharro de 400 euros para que se lo birle cualquier ladrón en tanga. Lo que se atreve a dejar momentáneamente huérfano es un libro en papel, que nadie robará. Así, aunque no se lo crean, que la gente se bañe en el mar mantiene en pie a la industria editorial en todo el mundo.

Foto: La vicesecretaria de Estudios y Programas del PP, Andrea Levy. (EFE) Opinión

Dicen que la gente en verano sólo lee novela negra; no como en febrero, que está todo el mundo leyendo a Proust.

Lo que nadie lee nunca es poesía, ni en verano, ni en invierno, ni los martes. Es lo que he leído yo mejor este agosto.

Sharon Olds

La poesía en España debe de tener pocos bañistas. A lo mejor somos 200 los que hemos leído 'La célula de oro', de Sharon Olds. A uno sigue impresionándole que un artículo sobre un libro -este mismo sobre Olds- sea más leído que el propio libro. Quiere uno promocionar la lectura, ese libro en concreto, y al cabo parece que no se consigue otra cosa que ser leído tú, como si la reseña o recomendación que escribes le quitara lectores a otro, los cansara para siempre.

'La célula de oro' es un catálogo de horrores familiares, de amor para hacer daño

El caso es que Sharon Olds es vagamente conocida en España por su anterior poemario traducido. 'El padre' (Bartleby) tuvo muchos lectores, casi 250. Los poetas españoles, que son la peor gente que encontrarán nunca, le dieron bastante bombo. A mí 'El padre' me aburrió un poco, porque ya saben que estoy hasta las narices de los padres de los demás (y no digamos del mío). Pero 'La célula de oro' me ha hecho tocar fondo: qué cosa tan pura, amigos.

Inglés

Es otra vez Bartleby la editorial encargada de traernos a Olds, y es Óscar Curieses el encargado de la traducción. ¿Se puede traducir la poesía?, preguntarán. No. Se puede aprender inglés, eso sí.

Yo el inglés lo sé suficientemente como para leer a Olds, y si una palabra no me entra miro la traducción de Óscar Curieses, del que además he leído un libro muy bueno: 'Hombre en azul' (Jekyll&Jill). Digo esto para que no se me enfade Curieses por rebajar su traducción a diccionario.

'La célula de oro' (que admite el más bonito título -pero menos defendible desde los poemas- de 'La celda dorada') es un catálogo de horrores familiares, de amor para hacer daño. Sharon Olds tiene una relación repugnante con su padre, que no acaba de explicitarnos. Maltrato, pero no sabemos de qué tipo (aunque en algún poema se habla de ella atada a una silla, de pequeña), torturas psicológicas, la madre queriendo a su marido por los brotes: “Maybe I am what she always wanted, / my father as a woman”.

Honestidad

Decir que un libro es honesto es ya como decir que hace calor en verano: todos los libros autobiográficos se jactan de ser honestos, de broncearnos con la luz de su sinceridad. Así que habrá que inventar otra palabra para definir esta honestidad de Sharon Olds, este decir ensangrentado. Pues no es cómo lo dice, ni lo que dice, sino el hecho mismo de verla diciéndolo, cómo se nota que escribe a través de la verdad.

Han pasado treinta años desde que este libro se publicó por primera vez, y no se nota ni en una coma: es fresco y cierto.

Su caída libre en lo confesional incluye bastante sexo, penes cortados y hablantes, semen como loción de manos (“First sex”), amén de poemas paritarios dedicados a su hijo y a su hija, cuando están enfermos o se pierden.

En fin, que no lo lean que lo mismo les da. Pero no les cuesta nada pulsar el play en el vídeo de arriba (en inglés con subtítulos), una escena de la película 'Into the Wild' donde se recitaba su poema 'I Go back to may 1937', incluido en 'La célula de oro'. A veces un poema hace verano.

La gente que sólo lee en verano me cae bien. Con su libro abierto sobre los muslos desnudos, frente al mismo mar de todos los veranos, inmiscuyendo inconscientemente granos de arena entre las páginas que van pasando, le dicen al mundo: leer es la idea que yo tengo de unas buenas vacaciones. No hace falta mucho más para promocionar la lectura.

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